Aunque durante la Edad Media, y en adelante, se consideraba a los vikingos una especie de terribles piratas que se dedicaban a saquear, violar y aniquilar poblaciones costeras –y no tan costeras–, lo cierto es que su impronta cultural en el ideario occidental es más que palpable. Sus supuestas costumbres primitivas y misteriosas resultan en general muy atractivas para el occidental medio. A ello ha contribuido una efectiva propaganda de factura anglosajona –y, en general, del norte de Europa– principalmente en formato audiovisual, que distribuye sus modelos ideológicos enlatados bajo la etiqueta de los antiguos escandinavos. La reciente serie de televisión Vikingos –que congrega a una manada de wasps con modales de niggas en una indescriptible catarata de oprobios contra el principio de verosimilitud literaria–, o las películas de El señor de los anillos y Thor –y otras más añejas como Los vikingos de Kirk Douglas o El guerrero número 13 de Antonio Banderas– son claros ejemplos de ello. En España este encanto ficticio de los vikingos ya ha calado. Por ejemplo, en regiones como Galicia, donde cada primer domingo de agosto se celebra la Romería Vikinga de Catoira. Esta bitácora, seducida también por el encanto de los oscuros y misteriosos rituales vikingos, pretende hablar hoy del festival vikingo de Up Helly Aa, que tiene lugar en las frías islas Shetland, a unos 170 km al noreste de la costa de Escocia, y a unos escasos 350 al oeste de la costa de Noruega.
Cuando uno empieza a investigar un poco acerca del Up Helly Aa lo primero que ve es que se trata de lo que se conoce como «un festival del fuego», rasgo muy típico en las celebraciones de las islas Shetland. Es tan definitorio que se considera como parte identitaria de la Cultura de Escocia –denominación que pretende recoger y proteger aquellos elementos que se consideran típicos de los escoceses–, aunque la esencia del Up Helly Aa tiene que ver sobre todo con viejas tradiciones vikingas, más que estrictamente escocesas. De hecho, los ritos con fuego durante la noche eran típicos de las culturas nórdicas, y en general de cualquier cultura pagana –de ahí lo tomaron los nazis para sus famosos desfiles nocturnos–. El festival de fuego de Up Helly Aa se celebra en diez localidades diferentes de las Shetland, aunque el más divertido y multitudinario es el que tiene lugar en Lerwick, la capital. Las celebraciones se realizan todos los años en enero (en 2014 será el 28 de enero) y son todo un ritual, con diferentes fases que tienen un encanto y un significado propios.
Guerreros vikingos y un «drakkar»
El meollo del festival de Lerwick lo compone una serie de personas disfrazadas de guerreros vikingos: los llamados guizers, que son guiados por el Jarl (título equivalente a conde), su líder y a la vez protagonista principal del festival. Se reúnen a las 8:30 de la mañana y comienzan una marcha que les lleva hasta la plaza de Market Cross, pasando por el antiguo fuerte Charlotte; durante todo el recorrido transportan otro de los ingredientes esenciales del festival: una réplica de un drakkar vikingo, el bajel a bordo del cual atravesaban estos guerreros los mares para emprender exploraciones, realizar incursiones y perpetrar matanzas y saqueos. Hacia las 19:15 comienza el momento culminante del festival. La banda de guizers del Jarl encabeza una procesión compuesta por unas mil personas con antorchas que, escoltando el drakkar, se dirigen hasta la costa, una imagen que parece una marcha imparable hacia el infierno. Cuando finalizan el recorrido se produce uno de los momentos culminantes del festival: todo el mundo rodea el navío y comienza a cantar el ‘Up Helly Aa‘:
A continuación se arrojan las antorchas al drakkar para que arda y comienzan a entonar el ‘The Norseman’s Home‘:
Cuando concluyen, el barco ya se ha convertido en una enorme bola de fuego. Lo arrastran al mar y dejan a la olas que se lo lleve hacia océano, donde, deshecho por las llamas, termina apagándose, y sus restos, hundiéndose. Esta escena es idéntica a los funerales vikingos, que consistían en depositar el cadáver en un barco, se prendía el conjunto y se lanzaba hacia el mar. En el Up Helly Aa se entona una canción –quién sabe si una versión de antiguas canciones vikingas– dirigida al drakkar que, en llamas, va adentrándose en el océano:
Cuando termina la sobrecogedora procesión de antorchas y el conmovedor ritual de quemar el drakkar y enviarlo al mar en llamas, comienza una gran cantidad de fiestas organizadas en la localidad, en edificios públicos o en espacios privados: los halls. Allí la gente se reúne para presenciar espectáculos, bailar, beber y alternar con otras personas, mientras esperan al Jarl y su banda de guizers, que van de fiesta en fiesta realizando los bailes tradicionales del Up Helly Aa y confiriendo ese cariz vikingo al famoso Up Hella Aa de las remotas islas Shetland. ¡Larga vida al Jarl!
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