Sintra es una pequeña villa portuguesa, Patrimonio de la Humanidad  y antigua residencia vacacional de los reyes lusos en un entorno natural y con unos palacios como nunca antes habéis visto. Y a tan solo 30 kilómetros de Lisboa. Las calles empinadas de la ciudad os obligarán a usar vuestras piernas, pero el encanto de cada uno de sus rincones hace de esta ciudad un destino obligatorio cuando decidáis visitar Portugal.

El Palacio da Pena es el monumento más característico de Sintra por méritos propios y domina la ciudad desde las alturas. En su fachada se alternan distintos colores: amarillo, gris, rojo y blanco. Todos ellos mezclados con motivos mudéjares, torres góticas y mobiliario barrroco. Tan extravagante como espectacular, no deja indiferente a nadie.
Para los menores de 6 años la entrada es gratuita y los adultos solo pagan 11,50€.
Para acceder a él os recomendamos coger el autobús 434. Solo cuesta 5€ ida y vuelta y se puede tomar en la puerta de la Oficina de turismo de la ciudad.

Foto de querin.rene (CC BY-NC-ND 2.0)

Tras visitar el Palacio da Pena, no os olvidéis de pasear por los Jardines de la Quinta da Regaleira. Enormes extensiones de bosque salpicadas por pasadizos, oscuras y sinuosas galerías, fuentes, cascadas y puentes por los que olvidarse del mundo.
La entrada a este magnífico jardín cuesta 5€ e incluye un mapa para no perderse durante el paseo, porque su intrincado diseño pondrá a prueba vuestra orientación.

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El Castelo dos Mouros ofrece gracias a su altura unas estupendas vistas panorámicas de toda la ciudad y del océano Atlántico. Se trata de un enclave defensivo junto al Palacio da Pena, erigido por los árabes en el siglo VIII que también puede ser visitado. Los menores de 17 años solo pagan 5€.
Se pueden recorrer sus murallas y almenas, ver la antigua capilla consagrada a San Pedro y entrar en la Torre Real que todavía sigue en pie. Eso sí, para acceder a ella primero hay que subir quinientos escalones, aunque las impresionantes vistas de toda la zona compensarán el esfuerzo.

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Cuando decidáis descender de nuevo al pueblo, el siguiente punto a visitar es el Palacio Nacional de Sintra o Palácio da Vila. En su día fue un palacio real y hoy es propiedad del Estado portugués que lo utiliza con fines turísticos y culturales. En su arquitectura destacan dos enormes chimeneas cónicas gemelas que hacen que este palacio no pase inadvertido al visitante.

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Y para terminar la jornada nada mejor que deleitaros con los dulces típicos de la zona. Sintra deslumbra también por su repostería, cuyas joyas son las famosas queijadas y los travesseiros, famosos en toda la región. Hechos de hojaldre, rellenos de almendra y dulce de huevo y espolvoreados de azúcar, están deliciosos sobretodo si los acompañáis de un estupendo café portugués.

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