Una de las razones para visitar la Patagonia es la posibilidad de disfrutar de los famosos picos de Torres de Paine en Chile. Para visitar esta zona hay que plantearse la estancia en el parque durante unos días ya que hay que caminar mucho, eso si, el esfuerzo merece la pena para contemplar uno de los lugares naturales más bellos del planeta en los que te sientes pequeñito y un extraño en ese mundo, ahí lo único que te puede devolver a la realidad es el dolor de pies después de varios días de camino. El entorno se presta a experiencias como la de estar durmiendo en tu tienda de campaña y ser despertado por el sonido del galopar de manadas de caballos salvajes.
Suena un tanto irreal, pero todo el viaje en si lo es.
Para empezar llegamos allí con un catamarán después de un fantástico viaje en barco en el que pudimos ver los picos de Los Cuernos y Paine Grande a destacar entre las bellas panorámicas montañosas de la zona.
El tiempo era muy bueno, lució el sol y el cielo estaba despejado, no era lo que esperabamos encontrar en la Patagonia, ya que las fotografías que se suelen ver de esta parte de Chile muestran parajes completamente nevados además de los famosos glaciares. La primera noche la pasamos en un lugar de acampada que hay junto al lago con unas preciosas vistas de todo aquello, que es indescriptible.
La ruta por el parque comienza el primer día con una caminata de unas dos horas siguiendo el río Grey, un río de origen glaciar que suele transportar en sus aguas restos de icebergs y cuyas aguas parecen realmente grises, de ahí su nombre…tras este paseo se lleva al glaciar Grey, la última parte del trayecto es más rocosa y suele hacer bastante aire siempre. El hecho de llegar y sentarse en una roca a contemplar este glaciar es una de las experiencias más bonitas que he vivido.
A lo largo del trayecto puedes beber agua de la corriente del río, agua pura de deshielo.
En ese lugar es donde acampamos la segunda noche. Al día siguiente nos aguarda una ruta de unos 20 kilómetros a lo largo del Mirador Francés, tras un par de horas de camino ya se llega al primer punto de observación del Mirador, desde donde se contempla una hermosa vista de Los Cuernos y Paine Grande, esta última es el pico mas alto de todo el parque y siempre está cubierto por nieves perpetuas y por glaciares, te puedes sentar en el mirador y observar unas 10 avalanchas en dos horas que estuvimos allí, algunas avalanchas tardaban unos cinco minutos en frenarse, lo cual da una idea de lo peligrosas que son esas cumbres.
De vuelta al campamento, hemos de coger el catamarán para llegar al siguiente punto de acampada, el refugio de Las Torres, en el paseo en catamarán podemos ver estupendas cascadas, y una vez llegados al campamento, el cual se encontraba en una zona más o menos privada del parque nuestro guía llegó a avistar un puma, nosotros sólo volvimos a oir el galope de los caballos salvajes.
En nuestro tercer día abandonamos el campamento de la noche para dirigirnos hacia el Refugio Chileno que se encuentra al pie de Las Torres.
La primera hora nos hace caminar por un trecho bastante empinado hasta que llegamos a una plataforma que nos dirige hacia el albergue Refugio Chileno, se encuentra junto al río y es un lugar ideal para observar los nidos de los condores y las torres sur y central del conjunto montañoso, para ver la torre norte se hace necesario caminar unas cuantas horas más y trepar un poco en el último tramo, ya que la zona es muy rocosa. Tras etes recorrido, la bajada de vuelta al refugio se hace más llevadera a pesar del cansancio porque podemos deleitarnos con la flora del lugar y la diversidad de aves que allí hay.
Este es uno de los trayectos organizados que propone el parque, aunque hay muchos, dependiendo del tiempo del que dispongamos y demás, pero esos tres días en Torres Paine van a ser difícil de olvidar.
Antes de ir conviene informarse bien cuando es la mejor época y sobre todo la ropa que hemos de llegar y lo que necesitamos para visitar aquello con comodidad sin que falte nada.
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