Cuando pensamos en hablar de Longyearbyen teníamos el problema de explicar dónde demonios estaba eso. No es fácil. Aún más al norte de Escandinavia hay algunas porciones de tierra donde el frío ya no es el rey, sino el emperador. Longyearbyen, con una población de unos 2.000 habitantes, es la capital de las islas Svalbard, unas islas que pertenecen a Noruega y cuya extensión supera a la de la Comunidad de Extremadura, aunque no la de Andalucía: tienen una superficie de 61.000 km². Es un lugar recóndito donde ocurren cosas curiosas, entre ellas, que allí es donde se encuentra, a 120 metros de profundidad, el Banco Internacional de Semillas, que muchos han denominado «banco de semillas del día del juicio final».
Ironías. Hay un Banco Internacional de Semillas, con cientos de miles de semillas de todo el mundo, pero no hay en todas las islas un maldito árbol, por razones climáticas –no por la acción del hombre–. No obstante, el apelativo más preciso que se puede endilgar a la naturaleza de la islas es «desbordante», ni más –que ya está bien–, ni menos –pues realmente sobrecoge–. Temperaturas extremas, nieve hasta el solsticio de verano, enormes desniveles y en el horizonte solamente mar, mar, océano. En fin, una brutal orgía de la naturaleza que se encuentra a unos 1.200 kilómetros del Polo Norte geográfico. La industria turística genera unos ciertos ingresos en Svalbard, aunque las únicas actividades turísticas están relacionadas con la naturaleza, como el senderismo, el piragüismo, safaris en moto de nieve, mushing, y también cruceros.
Entre todas las peculiaridades de estas septentrionales islas, hay otra bastante curiosa. Resulta que están prohibidos los enterramientos en Svalbard, y en caso de que alguien fallezca en ellas, se procede a repatriar el cadáver hasta su localidad de origen. Por ese motivo se dice en tono jocoso que en las islas Svalbard está prohibido morirse. Nacer se puede, pero morirse no.
Las razones de dicha prohibición son de diversas índoles. Por un lado, la titularidad nacional del territorio se considera noruega, aunque no está totalmente reconocida por la ONU. No obstante, hay muchos países que reclaman derechos de explotación sobre sus recursos naturales, entre ellos España, porque los primeros balleneros de la zona, allá por el siglo XVII, eran vascos. Además, existe un asentamiento minero ruso que explota los recursos carboníferos de la región de Barentsburgo. Según los tratados internacionales, Noruega posee el territorio, pero cualquier país podría explotar los recursos naturales.
Entonces, ¿por qué está prohibido enterrar personas en Longyearbyen? Según cuenta Javier Reverte en un artículo de El País Semanal, se desató una gripe feroz en Europa hacia 1918 que estaba provocando muchos estragos y se necesitaba aislar el virus para crear una vacuna eficaz. Como se sabía que había enterrados unos marineros que habían muerto de gripe en Svalbard, donde estaban totalmente cubiertos de nieve y hielo, y en perfecto estado de conservación, los científicos pensaron en exhumar los cadáveres y extraer el virus de la gripe. Los cadáveres, como criogenizados, se conservaban tan bien que muchos pensaron que podían morir allí para que su cuerpo quedase totalmente conservado. De esa forma, cuando en el futuro se hubiesen desarrollado todos los remedios de todas las enfermedades, serían resucitados y pasarían a vivir una vida eterna… Demasiado idealista, ¿o no?
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