Valparaíso, o Valpo, como la llaman distendidamente sus naturales, se encuentra a unos 130 km al noroeste de la capital de Chile: Santiago. Valparaíso no tiene un aeropuerto propio, por lo que la mejor vía para acceder a la ciudad es a través del Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez de Santiago de Chile, desde donde se puede coger un autobús que en hora y media nos llevará hasta el corazón de la «Joya del Pacífico», apelativo que llevan a gala todos los «porteños», que es el gentilicio de los habitantes de Valparaíso. Otra de las opciones más interesantes para llegar a Valparaíso y moverse un poco por este extenso país —en dirección norte-sur, la superficie del país supera los 4.200 kilómetros y sus costas— es alquilar un coche, una opción que también podemos realizar en el aeropuerto de Santiago. La ciudad de Valparaíso es famosa por sus ambientes bohemios, sus coloreadas casas de estilo colonial, entremezcladas con otras de estilo victoriano, y por unas vistas del océano Pacífico realmente impresionantes desde sus escarpados cerros costeros. De hecho la ciudad se divide en dos zonas determinadas precisamente por la orografía: el plan, que es la parte llana y en la que se encuentran los edificios públicos y la zona comercial, y los cerros, que son las zonas residenciales.
El precioso nombre de la ciudad, Valparaíso, se lo puso Juan de Saavedra, un marino español que visitó el lugar por primera vez en 1536. Este explorador, que vivió la conquista del Perú y fue testigo de los avatares que se desencadenaron posteriormente entre las facciones de Francisco Pizarro y Diego de Almagro, había nacido en la localidad conquense de Valparaíso de Arriba, motivo por el cual decidió bautizar a este puerto natural con el precioso nombre con que lo conocemos hoy. En 1541, Pedro de Valdivia fundó la ciudad de Santiago y necesitaba de abastos y provisiones varias que iba recibiedo con cuentagotas a través de la bahía de Valparaíso. Como una especie de señal de agradecimiento, el 3 de septiembre de 1544 Valdivia redactó una carta de fundación por la que se declaraba a Valparaíso puerto de la nueva colonia. Poco a poco fue ganando en importancia gracias al tráfico marítimo generado por el trasiego de mercancías y materias primas que iban destinadas a Lima. No obstante, hasta 1791 no pudo tener un cabildo, es decir, un ayuntamiento propio.
El casco histórico de la ciudad portuaria de Valparaíso es uno de los conjuntos coloniales más importantes de Iberoamérica. Desde el año 2003, fue incluido en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco por «constituir un ejemplo notable del desarrollo urbano y arquitectónico de Iberoamérica a finales del siglo XIX», pero además también ha sido capaz de conservar «interesantes estructuras de los inicios de la era industrial, por ejemplo los múltiples funiculares que recorren las escarpadas laderas de las colinas». Uno de los principales atractivos del casco histórico es que ha sabido armonizar los estilos europeos hispánico y victoriano, estando los dos presentes sin que se produzca un cierto conflicto visual. La llegada de numerosos emigrantes británicos durante el siglo XIX contribuyó en gran medida a introducir este estilo en la ciudad. No obstante, hay que tener presente que la arquitectura que se conserva hoy es producto de la reconstrucción que realizaron las autoridades tras el terremoto de 1906.
En definitiva, Valparaíso es una ciudad tranquila donde el ambiente universitario permite diversas opciones de ocio nocturno —hay tres universidades—. Los bares abren hasta las cuatro de la mañana entre semana y hasta las cinco de la mañana los fines de semana, pero el ambiente empieza hacia las 12 de la noche. Por lo que se refiere a las compras, no hay demasiadas opciones, pero existe un gran centro comercial en Avenida Brasil. Por otro lado, el plato típico de Valparaíso es la Chorrillana, que consiste en un plato de patatas fritas acompañado por salchichas, huevos, panceta u otro tipo de complemento, el cual varía en todo Chile en función de la región en que nos encontremos.
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