En las orillas de ese Éufrates que baña las agitadas tierras sirias se encuentran los restos de Dura Europos, una importante ciudad greco-macedónica que fue fundada hacia el 300 a.C. por Seleuco Nicátor. Seleuco –general de las huestes de Alejandro Magno– regentó uno de los gajos del imperio helenístico de Alejandro, el conocido como imperio seléucida, que era tan extenso que las redes de comunicación se convirtieron en un factor trascendental para su subsistencia. Con esta finalidad nació Dura Europos, que hacía de enlace con otras ciudades importantes, como las magníficas Edesa y Nísibis. Con la dominación romana, el enclave ganó en importancia militar durante la época de Trajano. Así lo demuestran los restos de instalaciones militares que albergaba la ciudad, ya que se encontraba en la confluencia entre la siempre conflictiva Partia, el reino de Palmira –sus ruinas son hoy Patrimonio de la Humanidad de la Unesco– y la limes romana. Los restos de la ciudad están en tan buen estado de conservación que algunos le han dado a Dura Europos el nombre de «Pompeya del Desierto». Su buen estado se debe en parte a que tras ser tomada se abandonó de forma que sus ruinas permanecieron de algún modo atrapadas en el tiempo.
Las zonas que constituían la frontera de la parte oriental del Imperio romano son especialmente interesantes porque en ellas han dejado su influjo los diversos periodos históricos, culturas y cultos que allí se desarrollaron. Parece que Dura Europos era una ciudad esencialmente cosmopolita y muy tolerante, característica que se deduce de los textos hallados en diferentes idiomas, desde el griego hasta el hebreo o el safaítico. Esta circunstancia contribuyó en gran medida a la existencia de templos de distintos cultos. Por ejemplo, existen restos de un mitreo, en el que se practicaba el mitraísmo, una extraña religión que había cundido especialmente entre la soldadesca de las legiones –dato que, por lado, sirve para confirmar la importancia militar de Dura Europos.
La ciudad fue levantada íntegramente con el único material del que disponían los arquitectos en estas latitudes del Medio Oriente: el adobe. Todos los edificios que se conservan en ella se erigieron con él, pues la cercanía del Éufrates aseguraba su producción. Los templos, claro está, se construyeron también en adobe, sin distinción de cultos: además del mitreo, existen restos de otros lugares religiosos como la sinagoga de Dura Europos, que se encuentra junto al muro defensivo de la ciudad. Esta sinagoga conservaba distintos frescos de escenas bíblicas basadas en los libros del Antiguo Testamento. Junto a la sinagoga se encuentra la casa-iglesia de Dura Europos en la que se reunía una primitiva comunidad cristiana; esta casa-iglesia conserva diversos frescos que representan los milagros más famosos que obró Cristo, como el arrepentimiento del buen ladrón o la sanación del paralítico. Así mismo se trata de las primeras pinturas en las que aparece la imagen de Jesús. Esta casa era en realidad propiedad privada de un rico individuo de la ciudad, pues así lo demuestra el hecho de que en ella se hayan encontrado estructuras propias de las viviendas de la clase alta romana, como un atrio o un impluvium. Otra de las construcciones religiosas más impresionantes es el templo del sanguinario y cruel dios Baal, cuyo origen se puede buscar en la cultura fenicia y entre las diversas tribus semíticas que poblaron la región.
Respecto del muro, merece capítulo aparte. Es tan extenso que a lo largo de su perímetro están engarzadas hasta 26 torres defensivas que los arqueólogos utilizan para localizar los monumentos y edificios de la ciudad. Así, la casa-iglesia cristiana se encuentra junto a la torre 17; la sinagoga, entre las torres 18 y 19; y el mitreo, entre las torres 23 y 24. Por otro lado, aún se mantienen en pie varias puertas de la ciudad. La más destacada es la puerta Palmirana, que la principal entrada a Dura Europos. Muchos otros edificios y estructuras alberga esta milenaria población, pero, en cualquier caso, los placeres más elocuentes de ella consisten en cosas tan sencillas como caminar por sus callejuelas, sentirse transportado hasta la época de Alejandro Magno y dejarse llevar por el magnífico entorno junto al río Éufrates. Soldados británicos redescubrieron la Pompeya del Desierto allá por el año 1919.
El lector puede ahondar en la historia, las relaciones comerciales, la relevancia estratégica y los periodos culturales que vivió la población en esta monografía sobre Dura Europos elaborada por el catedrático José María Blázquez.
2 respuestas hasta ahora ↓
1 Alquiler apartamentos Andorra // 5 de agosto de 2011 a las 14:29
Pompeya es impresionante ! y este lugar es muy similar, no lo conocia. Genial el video.
2 Paco Almádena // 5 de agosto de 2011 a las 18:04
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En primer lugar, quiero darte la bienvenida a esta bitácora. Gracias por leer nuestra entrada, lo cierto es que se trata de uno de esos lugares recónditos del planeta que no son muy conocidos.
Saludos
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