Al pie de las últimas estribaciones del sur del Alto Atlas, a 37 kilómetros al noroeste de Ouarzazate –es la última gran ciudad antes de adentrarse en el desierto del Sahara– se encuentra uno de los enclaves más emblemáticos de Marruecos para el ideario occidental: el alcázar de Ait Ben Hadu o Ksar de Ait Ben Haddou. Porque, aunque en la órbita árabe se ve a Marruecos como el lejano Occidente, entre los occidentales se percibe oriente tal y como es Ait Ben Hadu: un antiguo asentamiento de altos edificios de adobe rodeados por una muralla y coronado por un alcázar. No en vano, Ait Ben Hadu es el arquetipo de arquitectura tradicional del sur de Marruecos y el mejor exponente de los alcázares (ksar en árabe) del valle del río Ounila y de la Ruta de las 1.000 kasbah, uno de los recorridos off–road en Marruecos preferidos por los amantes de los todoterreno. Para la Unesco, el conjunto de Ait Ben Hadu tiene un extraordinario valor universal por ser la plasmación exacta aún viva de la cultura cisahariana del sur de Marruecos. Por eso, desde 1987, el Ksar de Ait Ben Hadu se incluye en la lista del Patrimonio de la Humanidad.
Mientras que las zonas de cultivo se encuentran extramuros, aprovechando las aguas que dispensa el curso del río Ounila, intramuros todavía se puede contemplar una radiografía exacta de la organización social tradicional de las sociedades cisaharianas. Se conservan kasbahs, casas fortificadas de familias ricas con un patio para practicar agricultura de subsistencia, una parte superior que sirve de alojamiento y unas casas adyacentes donde vivían los criados y trabajadores de la kasbah. Por otro lado, también se conservan varias ksar, que se pueden considerar como viviendas colectivas semifortificadas habitadas por varias familias. Aparte de las edificaciones privadas, existen diferentes edificios públicos: hay una plaza pública, con la mezquita, y también un caravasar –área de descanso para mercaderes–, un cementerio judío y otro islámico y el santuario de Sidi. En la acrópolis se encuentra la fortaleza y un almacén pensado para resistir asedios durante largo tiempo. Extramuros se encuentran las áreas colectivas de trillo de cereales. Actualmente, la mayoría de los habitantes viven en la parte nueva de la ciudad, al otro lado del río, pero algunas familias todavía habitan el ksar de Ait Ben Hadu.
Un escenario de cine
El alcázar de Ait Ben Hadu ha sido escenario de numerosas películas ambientadas en una atmósfera oriental o desértica y la mayoría de ellas de género histórico. Como dijimos anteriormente, el sitio, y en general Sous-Masa-Draa, es una estampa que responde a los principales estereotipos occidentales sobre el oriente antiguo. Alguno de los títulos más sonados que contienen escenas rodadas en Ait Ben Haddou son Lawrence de Arabia (1962), 007: alta tensión (1972), El hombre que pudo reinar (1975), Jesús de Nazaret (1977), La joya del Nilo (1985), Soldado de fortuna (1998), La momia (1999), Gladiator (2000), Alejandro Magno (2004), El reino de los cielos (2005), Babel (2006), Prince of Persia: las arenas del tiempo (2010), entre otras muchas. Precisamente en la cercana localidad de Ouarzazate se encuentran los estudios cinematográficos más importantes de Marruecos: los Atlas Estudios, que además son de mayor extensión del mundo. Por ejemplo, La guerra de las galaxias (1977) se rodó, entre otras localizaciones del Magreb, en los alrededores de la ciudad.
La región que rodea a Ait Ben Hadu tiene una orografía complicada y curiosa y, por ello, muy atractiva para la grabación de películas ambientadas en el desierto, así como propicia para la práctica del off–road entre los aficionados a los todoterreno. Por ejemplo las gargantas del Todra, las gargantas de Dades y los valles del Draa y del Mgouna presentan unos paisajes realmente espectaculares para ambos fines. De lo que no cabe duda es de que esta es una de las zonas más interesantes para viajar a Marruecos, al menos desde el punto de vista del turista tipo occidental.
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