Al este de la península del Yucatán, en el estado mexicano de Quintana Roo, se encuentra la zona arqueológica de Tulum, un interesantísimo destino turístico en plena Riviera Maya. La antigua ciudad de Tulum, hoy en ruinas—que en maya viene a significar algo así como «cerco», «muralla» o «empalizada»—, fue el único asentamiento de esta civilización precolombina que se levantó a orillas del mar Caribe, y una de las pocas ciudades indígenas que fue amurallada por sus habitantes para protegerla de posibles ataques. Parece que fue un importante centro religioso dedicado al «dios descendente» (que se refiere a lo que en castellano llamamos «lucero del alba», es decir, el brillo de Venus al amanecer) y su importancia ha pervivido hasta nuestros días de tal forma que ciertos practicantes de las religiones precolombinas aún peregrinan hasta Tulum, costumbre que se ha ido perdiendo a causa de la creciente afluencia turística. No en vano, la ciudad era conocida antiguamente como Zamá, voz maya que quiere decir «amanecer» o «mañana», lo que aclara su relación con los cultos paganos del sol.
Tulum se asienta sobre unos acantilados de no más de 15 metros de altura sobre el mar Caribe, en una costa que resplandece por el impecable azul de sus aguas y la suave arena blanca de sus playas. Cinco puertas y las imponentes murallas, de entre tres y cinco metros de altura por unos ocho metros de ancho, protegían el resto del recinto mientras en los puntos noroeste y suroeste, dos torres vigías completaban el dispositivo defensivo de la ciudad —además, un pequeño cenote al norte del recinto proveía de agua dulce al asentamiento. Todas estas medidas defensivas sólo se justifican si en el interior había una considerable cantidad de riquezas y productos de valor, y de algún modo evidencian la importancia comercial del enclave, puesto que se trataba de una escala obligada para las rutas marítimas mayas y, por tanto, también un interesante punto de distribución hacia el interior a través de las diferentes rutas terrestres.
Entre las ruinas de la ciudad maya de Tulum, el edificio del que más se ha especulado es el que se conoce como el Castillo de Tulum. Se trata del edificio más alto del asentamiento, sobre un promontorio de 20 metros de alto, que fue construido en distintas etapas y cuya entrada tiene una imponente imagen de Ah Muken Kab, el dios descendente maya. Se cree que el Castillo pudo servir como faro a los navegantes: durante el anochecer gracias al sol de poniente, que pasaba a través de dos pequeñas ventanas, y de noche, a través de diversas antorchas. En ambos casos se pretendía señalar la ubicación exacta de los arrecifes de coral de la zona, tan abundantes que conforman la segunda barrera más larga del mundo.
Aunque se supone que el asentamiento pudo ser fundado en torno al año 500, lo que los arqueólogos tienen bastante claro es que los edificios que quedan más o menos en pie fueron erigidos en tres siglos, entre el 1.200 y el 1.500, aunque en algunos, como el Castillo, se encuentren partes que pertenezcan a periodos anteriores. Todos los edificios tienen también en común que dan la espalda al mar. Por otro lado, los edificios que se conservan son templos y también palacios o grandes casas. Por ejemplo, el Templo de los Frescos conserva numerosas pinturas murales que reflejan tanto la mitología maya como las costumbres cotidianas de sus individuos, preocupados siempre por la agricultura. Otro templo importante es el Templo de las series iniciales, que es la construcción independiente más antigua de Tulum.
Existe una lista clara de estructuras religiosas, pero también una interesante lista de casas y palacios que pertenecerían a la elite de la ciudad o que serían edificios colectivos destinados a cumplir funciones concretas. Así, por ejemplo, podemos hablar de la Casa de las Columnas, interesante muestra palaciega que recuerda remotamente los palacios de Cnossos, o el Palacio de Jalach Winik. Por último, también hay que reseñar la Casa del Cenote, el más antiguo debido precisamente a la necesidad básica de disponer de agua dulce.
Los primeros europeos en divisar la ciudad de Tulum fueron los hombres de Juan de Grijalva en su expedición a Tierra Firme de 1518; fue el capellán de la misma, Juan Díaz, el que nos ha dejado los primeros testimonios de su existencia en su libro Itinerario de la armada. Ese mismo año, Hernán Cortés pasaría muy, muy cerca del enclave al recalar en la famosa isla de Cozumel, donde el conquistador juntaría su destino con el de la esclava maya Malintzin y el del náufrago español Jerónimo de Aguilar. Por cierto, cerca de Tulum se encuentra en Gran Cenote de Dos Ojos, del que ya hablamos en una ocasión. Casi como que el mundo es un pañuelo…
2 respuestas hasta ahora ↓
1 Giovanna // 7 de julio de 2014 a las 10:44
Excelente Blog
Muy informativo !
2 De paseo por las bibliotecas más bellas del mundo | 2.0Viajes // 20 de abril de 2015 a las 13:08
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