Nadie a quien la Historia le haga temblar de emoción podrá permanecer sin turbación ni mostrarse indolente ante el Sitio Arqueológico de Cartago, en Túnez, desde 1979 Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Fundada por comerciantes y colonos fenicios (procedentes de Tiro) en el siglo IX a.C., la ciudad fue cobrando una enorme relevancia comercial, política y militar hasta el punto de que, mientras la metrópoli fenicia había sido absorbida por los distintos poderes imperiales que se expandieron en Oriente Medio, la colonia africana consiguió convertirse en una importante potencia del Mediterráneo Occidental que pondría en jaque la existencia y el futuro de Roma durante más de un siglo (del año 264 a. C. al 146 a. C.), el tiempo que duraron las devastadoras Guerras Púnicas. Qart Hadašt, pues así se llamaba en fenicio, albergaba en su momento de mayor esplendor unos 400.000 habitantes, había levantado edificios de hasta siete pisos, había construido un complejo sistema de alcantarillado y tenía a disposición de sus ciudadanos numerosos baños públicos. Sin embargo, en el Sitio Arqueológico de Cartago no hay ningún resto púnico. Todo lo que allí yace es de factura romana, pero tanto el buen grado de conservación de las ruinas como la claridad de la planificación urbanística de la ciudad romana palian la pérdida fenicia.
Cartago también entregó al mundo hombres geniales e ilustres. Aníbal Barca, uno de los mejores estrategas y tácticos de la historia, aniquiló a los romanos tantas veces como se le interpusieron en la expedición de castigo a Roma que cruzó los Alpes. Sólo hubo una excepción: la contienda de Zama (202 a.C.), donde Publio Cornelio Escipión aplastó a las entonces bisoñas tropas del general cartaginés. A la larga, aquella derrota le costaría la existencia a Cartago y múltiples sufrimientos a sus pobladores.
El eximio escritor hispanoamericano Jorge Luis Borges resumió con suma precisión el fatal destino de Qart Hadašt:
¿Y el incesante Ródano y el lago,
todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino?
Tan perdido estará como Cartago,
que con fuego y con sal borró el latino.
Fragmento del poema «Límites».
Después de todo, la ciudad se encontraba en una ubicación excelente sobre el golfo de Túnez y, por ello, tras destruirla, los romanos la volvieron a erigir y de aquella refundación hoy solamente podemos disfrutar la ruinas. Aunque ruinas, esconden un gran valor histórico y patrimonial y reflejan con precisión cómo era una ciudad romana y qué grado de desarrollo alcanzaron los romanos: termas, anfiteatros, circos, villas romanas, barrios populares, basílicas paleocristianas y otros muchos edificios.
Lugares destacados del sitio:
Cerca del complejo arqueológico de Cartago se encuentra el Museo Nacional de Cartago, donde se conservan numerosos objetos de la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad, bustos y maquetas de los lugares más representativos. Por otro lado, es común visitar la actual ciudad de Cartago, lo que permite observar el contraste de los tiempos. En concreto, nos permitimos recomendar la visita a la preciosa catedral de San Luis, en las proximidades del sitio arqueológico.
Quienes deseen obtener más información de los motivos por los que la Unesco declaró este sitio arqueológico como Patrimonio de la Humanidad, en este enlace (en inglés).
Más sobre Túnez:
→ Túnez (I): la medina de Túnez.
→ Túnez (III): el Parque Nacional de Ichkeul.
→ Túnez (IV): restos de ciudades púnicas y romanas que son Patrimonio de la Humanidad
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