En la cuarta entrega de la serie que estamos elaborando acerca de Túnez vamos a hablar de ciudades o lugares púnicos y romanos que pertenecen al Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Estos lugares, antaño populosos y deslumbrantes, son apenas un pálido reflejo de lo que fueron, pero sin embargo conservan bastante bien la esencia de los pueblos que los habitaron plasmada en su arquitectura, su urbanismo y sus vidas cotidianas. «¡Tempus fugit!» dirían los romanos
Estos lugares de los que hablamos hoy se encuentran en Túnez y son los siguientes: Dougga, Kerkoune y el anfiteatro del El Djem. El anfiteatro, por ejemplo, ha aparecido en diversas películas, no sólo por su espléndido estado de conservación, sino también porque los permisos de rodaje son más sencillos de conseguir que en el romano Coliseo.
Dougga
Más de 70 hectáreas ocupa la zona arqueológica de Dougga, una antigua ciudad que se cree pudo ser la capital del antiguo reino de Numidia, pero que, no obstante, a la llegada de los romanos ya tenía unos seis siglos de historia. Lo curioso de Dougga es que refleja la conjunción de elementos indígenas, helénicos, púnicos y romanos, de forma que estas ruinas en realidad son un libro abierto a los más avezados arqueólogos e historiadores. Además, nos ofrece una perspectiva acerca del sincretismo y el cosmopolitismo del Imperio Romano, unas actitudes que le reportaron una hegemonía secular.
Aunque en la antigüedad Dougga no era una de las ciudades más importantes del África Romana, sí es cierto que su relativa importancia provincial permitió el asentamiento de importantes edificios administrativos romanos. Ejemplo de ello es el foro o el capitolio. En cualquier caso, sí cabe presuponer que la ciudad y las poblaciones circunvecinas albergaban una importante población (solo en Dougga se calculan 5.000 personas), ya que existen grandes edificios dedicados al ocio y al entretenimiento del pueblo, como un teatro, un circo y unos baños públicos. Varios templos denotan la adscripción de los pobladores al culto de la Tríada Capitolina: uno dedicado a Júpiter, otro a Juno y otro a Minerva. Otro de los edificios más representativos es el mausoleo líbico-púnico de Dougga, que se encuentra al sur del asentamiento. La Unesco informa además que, recientemente, se ha realizado una serie de excavaciones al norte del asentamiento que han permitido descubrir la necrópolis de la ciudad. Dougga fue incluida en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1997.
Kerkoune
En la punta del famoso cabo Bon y sobre unos acantilados se asientan las ruinas de la ciudad púnica de Kerkoune. La planificación y urbanismo de la ciudad mantiene los parámetros fenicios ya que no fue repoblada por los romanos –la ciudad quedó abandonada en el siglo III a. C. en el contexto de las Guerras Púnicas. También se conserva una importante necrópolis –Necrópolis de Arg el Ghazouani– que prácticamente constituye el único vestigio de la arquitectura funeraria de los fenicios de esa época. Es importante conjunto arqueológico fue incluido en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1986.
Así mismo, esta ciudad conserva muchos detalles también sobre cómo gestionaban los fenicios el espacio urbano y también qué técnicas y qué materiales de construcción empleaban. Así mismo, Kerkoune es un tesoro arqueológico en cuanto a la variedad de edificios: religiosos, domésticos, defensivos y de talleres y tiendas. Los arqueólogos han descubierto una planificación urbana muy compleja que en el caso de los domicilios particulares hacía hincapié en la higiene y los accesos al agua. Por otro lado, también se sabe que los colonos de Kerkoune no se dedicaban a labores rústicas de labranza o pastoreo, sino principalmente a manufacturar productos elaborados que tenían demanda en otros mercados del Mediterráneo, como la púrpura, la cerámica o la sillería. Por tanto, la economía de Kerkoune no estaba basada en la subsistencia, sino que era movida por un afán de lucro comercial, a través del cual obtenían pingües beneficios.
Anfiteatro de El Djem
Muy famoso por su aparición en el film de Ridley Scott El gladiador, el anfiteatro de El Djem se convirtió en Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1979. Es, por tanto, el patrimonio más antiguo de los que traemos hoy a colación, y, desde luego, no fue incluido en lista por motivos baladíes. Para que el lector se haga una idea de su tamaño, el anfiteatro de El Djem tiene capacidad para 35.000 espectadores –casi la población de la ciudad de Soria. Este anfiteatro, que se encuentra al sur de la ciudad de Susa, es el mayor anfiteatro romano del norte de África. Este anfitreato era para la próspera de Thysdrus, y fue ordenado construir por el emperador Adriano. La región era importante económicamente para el imperio al convertirse en un centro de producción de aceite de primer nivel.
El lector puede encontrar más información sobre estos tres lugares en los siguientes enlaces: Dougga, Kerkuane y anfiteatro de El Djem. También puede encontrar más información sobre estas ciudades y sobre Túnez, en la guía de viajes Mundicolor.
Más sobre Túnez:
→ Túnez (I): la medina de Túnez.
→ Túnez (II): el Sitio Arqueológico de Cartago.
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