Hacia 1790, el explorador español Salvador Fidalgo emprendió una expedición ordenada por el entonces virrey de Nueva España, Juan Vicente de Güemes, con destino a los mares de Alaska para comprobar la veracidad de los rumores de afirmaban que ciertos comerciantes rusos se habían instalado en la región. Las costas occidentales de América del Norte se encontraban nominalmente bajo soberanía española, por lo que la entrada de los rusos sin negociaciones previas podría constituir un acto hostil. Los rumores resultaron ser ciertos: Fidalgo descubrió dos asentamientos rusos, uno en la península de Kenai y otro en la isla de Kodiak. Sin embargo, se trataba de asentamientos de tan poca importancia que el explorador se limitó a realizar varias ceremonias de afirmación de la soberanía española en diferentes puntos de la costa, entre ellos en la península de Kenai y en la isla de Kodiak. Los rusos asistieron entre indiferentes y confusos a las ceremonias, pero España consiguió frenar las ambiciones de los zares durante tres décadas.
Resultado de aquel viaje, que comenzó en San Lorenzo de Nootka, en la actual isla de Vancouver, fue el bautizo de dos lugares que todavía conservan sus nombres en castellano y que ostentan el honor de ser los dos topónimos en español más septentrionales del mundo: Valdez y Cordova. El 3 de junio de 1790, los hombres de Salvador Fidalgo desembarcaron en una ensenada que se bautizó como Puerto Córdova —hoy Orca Inlet— y, en una rimbombante ceremonia instalaron una gran cruz. El 15 de junio, la expedición descubrió otro puerto natural hacia el noroeste que fue bautizado como Puerto Valdez, en honor al entonces secretario de marina español, Antonio Valdés. Así se establecieron ambos puertos comerciales y se localizaron en los mapas, de forma que las poblaciones de carácter minero que surgirían un siglo después adoptaron el mismo nombre que les dio el Salvador Fidalgo.
Las principales industrias de ambas localidades se engloban en el sector de la minería, aunque sobre todo la de Valdez. Por ejemplo, uno de los extremos del oleoducto Trans-Alaska Pipeline System (TAPS) se encuentra en Valdez, aunque en los comienzos los habitantes vivían de las pepitas de oro que encontraban en los ríos de la región. Por su parte, Cordova nació de la minería del cobre, pero más adelante se dedicó a las obras públicas con la construcción de la Copper River Highway, que une el puerto de Cordova con el puente del Millón de Dólares (Million Dollar Bridge), también conocido como Miles Glacier Bridge, en el espectacular glaciar de Miles. Así mismo, los habitantes de Cordova también viven de la pesca, especialmente del salmón.
La arrolladora naturaleza de la región es lo más reseñable turísticamente de ambas localidades. Por un lado, Valdez se encuentra en la desembocadura de un enorme fiordo, rodeada de enormes montañas que la convierten en una localidad bastante incomunicada con el resto de Alaska. Son famosas las montañas Chugach (Chugach Mountains) para la práctica del esquí, así como diversos deportes de invierno como el heliskiing. Por otro lado, Cordova también disfruta de un entorno natural privilegiado, donde las montañas y los paisajes verdes campan a sus anchas; la diferencia está en que Cordova sí dispone de varias líneas de comunicación, como la línea de ferris que parten de su puerto y la Copper River Highway. En definitiva, Cordova y Valdez son la pura esencia de Alaska, con una naturaleza abrumadora e inmensa que a veces hace muy difícil el desarrollo de la vida moderna del hombre.
Salvador Fidalgo, un completo aventurero
Salvador Fidalgo nació un 6 de agosto de 1756 en Seo d’Urgell (Lérida), hijo de nobles vasconavarros. Con 19 años se graduaría en el Real Colegio de Guardiamarinas de Cádiz y seguiría su carrera en la Armada española participando con éxito en diversos combates navales contra las armadas británica y portuguesa. En el año 1778 —el joven Fidalgo contaba entonces 22 años—, se le concedió el cargo de teniente de navío y se le asignó como destino el puerto de San Blas, en la costa del Pacífico de México. Fidalgo trascendería a la Historia por su expedición a Alaska de 1790, la quinta que realizaba el Reino a la región con la intención de confirmar la soberanía española en aquellos mares. En 1792, estableció el asentamiento de bahía Neah, en el estrecho de Juan de Fuca —actual estado de Washington. Dos años después, fue ascendido a capitán de fragata y realizó diversas misiones en Argentina y California. Moriría a los 47 años en Tacubaya (México), con el reconocimiento de las autoridades españolas. En la actualidad hay una isla en el estado de Washington que lleva su nombre: isla Fidalgo.
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