Cuando la naturaleza se venga del ser humano golpea su patrimonio histórico-artístico

22 de mayo de 2012 por Paco Almádena · Sin comentarios · Europa, Italia, Noticias, Patrimonio de la Humanidad, Turismo

Un terremoto sacudió la noche del 20 de mayo el centro-norte de Italia con una intensidad sísmica de 6,1, según Richter. Las placas tectónicas se volvieron a revolver, esta vez bajo la provincia italiana de Emilia–Romaña con la consecuencia de siete personas muertas y unas 3.000 evacuadas. Durante esa tempestad terrestre, el patrimonio histórico de la localidad de Ferrara, de factura renacentista y de un enorme valor histórico–cultural, ha quedado en algunos casos tan triturado que no hay ninguna posibilidad de restaurarlo.

Precisamente la noche del 20 de mayo se cumplía un año y once días del terremoto que estremeció la localidad murciana de Lorca, también una relevante joya patrimonial que fue severamente dañada por los temblores: su casco antiguo y el recinto de su castillo, declarados conjunto histórico–artístico en 1964, sufrieron graves daños y se llegó a temer por la restauración de los edificios más deteriorados…

Dos seísmos, dos golpes críticos a brillantes muestras de la capacidad del ser humano para crear belleza. Dos seísmos, el de Ferrara y el de Lorca.

Zarpazo al Patrimonio de la Humanidad de Ferrara

Desde 1995, el casco antiguo de Ferrara forma parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco con la denominación de «Ferrara, Ciudad del Renacimiento, y su delta del Po». Ferrara ostenta esta anhelada distinción en reconocimiento, por un lado, de su relevancia histórica en el campo de las artes y el pensamiento y, por otro lado, del logro que supone la materialización del ideal de ciudad renacentista, y gracias a la labor de arquitectos y artistas como Biagio Rossetti, Jacopo Bellini y Piero della Francesca.

La lista de daños al patrimonio de la ciudad italiana es prácticamente infinita. Los matacanes del castillo de la familia Este, que se levantó en 1385, se han perdido por completo; un palacio del siglo XVIII, situado en las proximidades del famoso jardín de los Finzi Contini, se ha deshecho como un castillo de naipes. La arquitectura religiosa ha sido uno de los blancos más castigados por la saña del seísmo: hay un gran número de iglesias severamente afectadas, como la iglesia de Calto, que ha perdido el techo, o la iglesia de San Carlo, donde la imaginería religiosa se ha hecho añicos al caerse al suelo.

Por el momento, la Unesco no se ha pronunciado con respecto a la posibilidad de excluir a Ferrara de la lista del Patrimonio de la Humanidad, o de situarla al menos en la lista de lugares en peligro. Posiblemente, la institución cultural de la ONU se encuentre a la espera de una evaluación completa del impacto sobre los edificios que integran el Patrimonio de la Humanidad. Mientras los viajeros de todo el mundo esperamos una decisión al respecto, solamente nos queda ser testigos de la resquebrajada magnificencia de Ferrara, una ciudad antaño orgullosa y preponderante que hoy se lame las heridas de un fatal combate.

Resulta innegable que el ser humano, con su ubicua presencia y su intuitiva dispersión, va deteriorando y engullendo el patrimonio natural de la Tierra. Parece que la naturaleza calla ante ello, sumisa, y se consagra a sufrir las embestidas como a quien le remuneran por aguantar cualquier cosa, un puñetazo, horas de tedio, la inclemente intemperie… No. De cuando en cuando, la naturaleza reacciona y su reacción consiste en sacudirse el peso de las ciudades y aldeas con que la va cargando el hombre en su infinito proceso de crecimiento y multiplicación geométrica. Como quien se rasca el hombro para empujar el polvo, los mantos tectónicos tiemblan y alivian la carga que los oprimen, esa carga que más aprecia el ser humano.

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