En el post anterior hablamos de viajar a Alguer, una ciudad con un patrimonio histórico excepcional reforzado por una peculiaridad muy cercana a los que vivimos a orillas del Mediterráneo: que en Alguer aún se habla el alguerés, una variedad del catalán que proviene de la repoblación que protagonizó bajo las órdenes del rey Pedro II El Ceremonioso un grupo de catalanes a finales del siglo XIV. Aquellos colonos se referían cariñosamente a Alguer como «la Barceloneta», costumbre que aún se mantiene.
Pero Alghero —como la llaman los italianos— no es solo una ciudad con una historia muy rica y un patrimonio igual de rico que su historia, sino que destaca también por el entorno natural. Los accidentes naturales y geológicos que aparecen diseminados por la región son a menudo espectaculares y poseen un elevado interés turístico, sobre todo para el turismo de aventura. Para hacernos una idea de esto basta con saber que muy próxima a la ciudad se encuentra la «famosa» cueva de Nereo, también conocida como grotta di Nereo, la cueva marina más grande de Europa —es como un Great Blue Hole europeo, aunque no tan grande como él. Pero la zona de Alghero no sólo alberga la gruta de Nereo, sino que está repleta de cuevas y oquedades naturales porque los suelos son de origen kárstico —calizas—, muy fácilmente erosionables por los elementos.
Más allá de Alguer…
Y es que Alguer no termina en la última calle de Alguer, sino que, por así decirlo, continúa kilómetros más allá. En primer lugar, hay que fijarse en las paradisíacas playas que proliferan entorno a esta bella ciudad del Mediterráneo. Se puede contabilizar al menos una treintena de playas, algunas son la playa de Lazzaretto, la playa de Le Bombarde, la playa de Maria Pia, la playa de Lido o la de Burantí. Todas ellas son de arena blanca bañadas por aguas cristalinas y, por fortuna, no están masificadas al estilo del Levante español.
Por otro lado, la zona de Capo Caccia —cabo Caccia, en castellano—, que se encuentra a unos 20 km de Alghero, es otro de los lugares que rebosan de una extraordinaria belleza. Y no solo por las impresionantes vistas al mar, sino también por los imponentes acantilados costeros que caen a pico sobre el Mediterráneo. Desde esa parte de Cerdeña se ve la isla Piana, que, junto con el cabo Caccia, conforman un área natural marina protegida de extraordinaria belleza en la que se puede hacer submarinismo y snorkeling (se llama en italiano Area naturale marina protetta Capo Caccia – Isola Piana). Algunos de los lugares para hacerlo son cala Dragunara, Punta Giglio, la Foradada due Grotte, porto Contela o la cala d’Inferno, en todos se puede nadar entre los corales rojos típicos de la región y hasta capturar los erizos de mar de la región. Dentro de la citada área protegida se encuentra también Porto Conte (Parco naturale regionale di Porto Conte), otro punto emblemático de la costa alguerense. Quien no sea tan amigo de las profundidades del mar podrá hacer senderismo por el área del Arca de Noé, en cuyo interior se encuentra el monte Timidone.
Geológicamente, la parte de cabo Caccia está compuesta de piedra caliza y por tanto existen numerosas cuevas tanto terrestres como marinas. Así, los turistas y lugareños visitan frecuentemente las cuevas de Neptuno, a las que se puede entrar tanto por mar como por tierra. Por tierra, el viandante tendrá que bajar 656 escalones para llegar a la entrada, y subir otros 656 para salir… pero la sensación de bajar entre acantilados es tan intensa que para muchos justifica el esfuerzo.
Además de la gruta de Nereo y la cueva de Neptuno, hay en la región otras muchas cuevas. Las más importantes, las de mayor interés turístico son la gruta de los Ciervos (grotta dei Cervi), en la que se han encontrado restos del Cervo Megacero, de hace 10.000, años y que se puede explorar tanto a pie como buceando. Además, también destaca la cueva de Falco y la cueva de los Fantasmas (Grotta dei Fantasmi) y la cueva de la Madonnina. Se puede encontrar una lista de las grutas de Alguer en la Wikipedia italiania.
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