Southampton, a unos 130 km al suroeste de Londres y a 20 de la localidad de Winchester, lleva siendo un importante puerto comercial desde la dominación romana, cuando el asentamiento llevaba el nombre de Clausentum. Incontables navíos han trasegado por sus muelles desde entonces, pero solamente el RMS Titanic ha sido capaz de catapultarla a la fama eterna, con la honrosa excepción —es justo admitirlo— del Mayflower de los Padres Peregrinos. No es para menos si sabemos que un 10 de abril de 1912 el invencible titán de las olas inició en el puerto de Southampton la trágica singladura que lo llevaría a pique, casi 300 años después de la partida del Mayflower… Al contrario de lo que muchos creen, la ciudad inglesa ha sabido saldar su deuda en celebridad con ambos navíos mediante la construcción de sendos monumentos memoriales: el memorial del Titanic y el memorial del Mayflower. Los dos monumentos revelan una sensibilidad especial y portan orgullosamente la esencia de una ciudad como Southampton, de condición marítima hasta la médula.
El viajero que recala hoy en Southampton pateará una ciudad completamente distinta a la que admiraron los viajeros del Titanic en 1912. No sólo por los cambios que trae el correr de los tiempos, sino también porque durante la Segunda Guerra Mundial los alemanes bombardearon la ciudad estragando con ello buena parte del rico patrimonio histórico que albergaba. Con todo, uno de los puntos emblemáticos de la ciudad sigue siendo la puerta norte de la ciudad, la Bargate, levantada hacia 1180, en tiempos de los normandos. También de la Edad Media se conserva la Casa de Comerciantes medieval (Medieval Merchant’s House), en el 58 de French Street: su interior sigue siendo tal y como lo ordenó construir en 1290 el adinerado comerciante John Fortin. Por otro lado, aún existe la Conduit House, una casa de canalización de agua que abastecía la ciudad y que estaba instalada en un monasterio franciscano hoy desaparecido.
Las murallas medievales de Southampton son otro de los atractivos históricos de la ciudad. Fueron machacadas en la guerra de tal forma que hoy solamente se puede pasar junto a uno de sus lienzos, así como la famosa Torre de la Casa de Dios (God’s House Tower), un magnífico baluarte del principios del siglo XV muy bien conservado y que hasta septiembre de 2011 albergaba el Museo de Arqueología de Southampton. Ahora se encuentra en el SeaCity Museum, donde se puede admirar una de las mejores colecciones del mundo de objetos romanos, sajones y medievales. Ya de finales de la Edad Media (1495) es la Tudor House Museum and Garden, todavía de idéntico aspecto que las casas de la época. Entre las iglesias de Southampton, vamos a destacar las impresionantes ruinas de la iglesia de Holyrood y la decimonónica iglesia de Saint James, que ofrece el aspecto del típico templo anglicano. Para completar un poco más las posibilidades turísticas de Southampton es aconsejable visitar el Servicio de Información al Visitante de Southampton, en el Civic Centre, la sede del Ayuntamiento.
La Ciudad Marítima Internacional de Southampton —ostenta este pomposo título— es también una importante ciudad universitaria británica en la que se disfruta un animado ocio nocturno, aunque existen zonas para todos los tipos de público. La zona más universitaria es la de Portswood, mientras que la más adulta se localiza en torno al Polygon y a la zona de Marina —aunque esta se está poniendo «peligrosamente» cara en los últimos años. Del mismo modo, Southampton ofrece múltiples opciones para ir de compras, como el gran centro comercial WestQuay Shopping Centre, o las calles y alrededores de la Bargate. Por último, también se recomienda montar en el ferri que une Town Quay y el puerto de la crecana localidad de Hythe, para contemplar tanto la inmensa bahía de Southampton, por la que el Titanic entraría en la senda de su destino, como las magníficas obras de ingeniería que la jalonan, por ejemplo el Itchen Bridge.
http://www.youtube.com/watch?v=6RnUisUpiJY
El Titanic hizo escala en Southampton para recoger a 922 de sus pasajeros y zarparía de sus muelles hacia las 10:25 de la mañana del 10 de abril de 1912… con rumbo al puerto francés de Cherburgo… Su destino había empezado a impacientarse.
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→ (III) Cherburgo, el punto de no retorno
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