Réplica del viaje del Titanic (III): Cherburgo, el punto de no retorno

30 de mayo de 2012 por Paco Almádena · 2 Comentarios · Europa, Francia, Historia, Titanic, Turismo, Viajes

Tras partir de Southampton el 10 de abril de 1912 y surcar en unas cuatro horas el Canal de la Mancha, el RMS Titanic atracaba hacia las dos de la tarde en los muelles de la ciudad francesa de Cherburgo (Cherbourg). Cherburgo era otro puerto del Canal de la Mancha que, al igual que Southampton, disfrutaba de gran afluencia de pasajeros que ponían rumbo al Nuevo Mundo; se encuentra en el norte de la península de Cotentin, en Normandía, a una distancia de París de 360 km. Contra lo que pueda parecer a primera vista, Cherburgo no era un puerto idóneo para un barco de las características del Titanic. Requirió el uso de dos barcos de apoyo, el SS Traffic y el SS Nomadic, para subir a bordo a los 274 pasajeros que se sumaron al viaje en esta ciudad. Pero eso no suponía un problema económico. Al ser el puerto importante más cercano a Inglaterra con proyección atlántica y al brindar un fácil acceso a la siguiente parada del viaje, Queenstown —la actual ciudad irlandesa de Cork—, estos pequeños impedimentos quedaban totalmente justificados. En apenas hora y media embarcaron todas las personas que tenían cita con el titán de las olas; otras 24 separarían su camino del que seguía el Titanic desembarcando en Cherburgo.

El Titanic abandona Cherburgo el 10 de abril de 1912 en dirección a Queenstown. Photo taken from http://everhart-museum.org/. I'd like to Thank Everhart Museum for his courtesy allowing 2.0 Viajes to use this photo.

Cuando el viajero recala tal día como hoy en Cherburgo, y al igual que sucede con Southampton, se da cuenta enseguida de que la ciudad que tiene enfrente es claramente distinta a la de 1912. Una de las batallas más duras del desembarco de Normandía tuvo lugar en Cherburgo y la ciudad quedó severamente dañada tanto por las voladuras llevadas a cabo por los alemanes como por los avatares de los combates, que finalizaron el 30 de junio de 1944. Se hendía así Cherburgo en dos vidas diferentes, irreversiblemente, la de después de la guerra y la de antes… Porque Cherburgo había sido desde el siglo XVII un puerto militar de elevada trascendencia estratégica para Francia, pues encaraba la costa sur de la isla de Gran Bretaña. Napoleón tenía una gran obsesión por convertir Cherburgo en un puerto que diera algo de jaque a los británicos y hasta quería convertirla en una gran ciudad. En cierta ocasión confesó que quería «repetir en Cherburgo las maravillas de Egipto», por lo que la ciudad, ruborizada por el cumplido, le dedicó en el centro de la ciudad la plaza Napoleón (Place Napoléon) donde se yergue una estatua ecuestre del gran estadista y militar corso.

La estatua ecuestre de Napoleón preside la Place Napoléon. Foto de Sarah777, Wikimedia Commons.

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Napoleón y María Luisa en Cherburgo, contemplando la formación de la armada. Foto de Wikimedia Commons

Puerto de Cherburgo desde el Fuerte de Roule. Foto de Denis BLAIZOT, W. Commons.

Tanto ha cambiado Cherburgo desde 1912 que hace 13 años se fusionó con la localidad vecina de Octeville, dando lugar al nuevo nombre de la ciudad: Cherburgo-Octeville. Este hecho la ha favorecido en parte en su faceta turística, ya que Octeville suma cierto patrimonio histórico, como la iglesia de Saint-Martin (del siglo XII), en el viejo camposanto, o la abadía de Notre-Dame du Vœu, en ruinas por la guerra, pero que conserva todavía muchas cosas. Como quiera que sea, el corazón que forma el puerto no debió de ser muy diferente al de hoy en día, que aún alberga una nutrida y coloreada fila de casas del siglo XIX y toda la red de fuertes que protegía la entrada a los muelles. Estos fuertes son el fuerte de Chavagnac, el fuerte del Este, el fuerte del Oeste y el fuerte Central. Si nos acercamos hasta estos fuertes pasaremos junto a las dársenas de los ferris desde la que partió el Titanic el 10 de abril de 1912. Otra de las opciones más interesantes en Cherburgo es recorrer en ferri la ensenada de Cherburgo desde la antigua lonja de Épi, pasando por la pirámide de Napoleón y el fuerte central, hasta el puerto militar lac Moeris.

El agua del puerto resplandece de azul. Foto de HaguardDuNord, Wikimedia Commons.

Las casas del puerto conservan el sabor decimonónico. Foto de Andreas F. Borchert, W. Commons.

El fuerte central conjuga estructuras antiguas con otras de la IIGM. Foto de User:Thbz, W. Commons.

Aún son visibles los estragos de la IIGM en el fuerte del Este. Foto de User:Thbz, W. Commons.

Pero Cherburgo también es casco viejo, no solamente puerto, aunque la mayoría de los circuitos turísticos que abarcan la ciudad son cruceros que hacen escala en él. Quedan algunos edificios de siglos pasados en el centro realizados con la sillería típica que se empleaban en la arquitectura normanda. Además, la basílica de la Santa Trinidad de Cherburgo (Basilique Sainte-Trinité de Cherbourg). Por otro lado, el aspecto más involucrado con la naturaleza de Cherburgo se refleja en tres lugares de elevado interés turístico para quien visite la ciudad: el museo y acuario Le Cité de la Mer (La Ciudad del Mar), que conserva el primer submarino nuclear francés llamado Redoutable y que realiza exposiciones sobre el Titanic; el Jardín Botánico de Roche Fauconnièr; y sobre todo el exuberante jardín público, ubicado a los pies del fuerte de Roula. Capítulo aparte merece el rico Museo de Bellas Artes Thomas-Henry, que exhibe colecciones de pinturas de entre los siglos XV y XIX dedicadas a la ciudad y su relación con el mar con grandes maestros como Fra Angelico, Murillo o Rigaud.

Interior de la basílica de Cherburgo. Foto de Andreas F. Borchert, W. Commons.

Jardín público, al pie del fuerte de Roula. Foto de Clément PILLOT. W. Commons.

El jardín público. Foto de HaguardDuNord, Wikimedia Commons.

Fachada de la basílica de Cherburgo. Foto de Ikmo-ned, W. Commons.

Sólo siete de los tripulantes que ocupaban el Titanic en Cherburgo desembarcarían en Queenstown, hoy conocida como Cork, la última parada antes de saltar el charco. Ya no había vuelta atrás, afrontaban una especie de punto de no retorno dramático, aunque nadie lo sabría a ciencia cierta hasta cinco días más tarde…

Más sobre «Réplica del viaje del Titanic»:

(I): las fraguas de Belfast

(II) Southampton y zarpamos

(IV) Cork, la cita con Caronte

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