El pasado 28 de junio la Unesco decidió incorporar 25 nuevos lugares al Patrimonio de la Humanidad: tres en América, cinco en África, siete en Europa, nueve en Asia y uno en Oceanía. De esta forma en 2011 el número de incorporaciones ha superado ligeramente a la media anual desde que se creara la Convención del Patrimonio Mundial (1972), media que asciende a 24 nuevos lugares por año. Todos los meses de junio y julio, este organismo decide qué sitios agrega a la lista, cuáles se eliminan a consecuencia de su grave deterioro o cuáles se consideran amenazados. Lo hace a través del Comité del Patrimonio de la Humanidad, que este año ha celebrado su 35ª reunión, en la cual también se ha decidido retirar de la lista de lugares en peligro al Santuario de Fauna de Manas –al norte de la India–. Estos son los nuevos lugares Patrimonio de la Humanidad:
Categoría de bienes naturales:
La costa de Ningaloo, en Australia:
La costa de Ningaloo, en el desconocido oeste autraliano, alberga un arrecife coralino que se extiende a lo largo de 250 km de costa. Es un lugar idóneo para practicar el submarinismo y «snorkeling» porque, además del coral, en la región viven especies marinas como el tiburón ballena, rayas, delfines, yubartas y tortugas bobas. Incluso es posible acercarse a muchas de estas especies para darles alimento. Foto de mjwinoz - Flickr.
Las islas de Ogasawara, en Japón:
Las más de 30 islas Ogasawara son de origen volcánico. Fueron descubiertas por Bernardo de la Torre en 1543 y España reclamó su soberanía hacia finales del siglo XIX, pero fueron ocupadas finalmente por Japón. Forman un peculiar paisaje en el que habitan extrañas especies, como el lobo volador, un tipo de murciélago en peligro de extinción. En este archipiélago se encuentra Iwo Jima, escenario de una feroz batalla entre Japón y EE.UU. en la II Guerra Mundial. Foto de *yasuhiro - Flickr.
El sistema de lagos del Gran Valle del Rift (Great Rift Valley), en Kenia:
El Gran Valle del Rift no es otra cosa que una enorme fractura geológica que se extiende desde Yibuti a Mozambique en el continente africano. Este valle se forma por el empuje divergente entre dos placas tectónicas y se calcula que en 10 millones de años la porción de tierra al este se habrá desgajado totalmente del resto de África al quedar inundado el valle por el océano. En estos lagos existe una enorme colonia de flamencos, además de rinocerontes negros, jirafas y pelícanos blancos. En la foto: el lago Nakuru. Foto de Wikimedia.
Categoría de bienes culturales:
Ciudad Histórica de Bridgetown y su área histórica de la guarnición (Garrison), en la isla de Barbados:
Escogida por su típica arquitectura colonial británica, Bridgetown alberga edificios de los siglos XVII, XVIII y XIX. La Unesco señala que una de las peculiaridades de la configuración urbanística de la localidad es que las calles no están dispuestas en cuadrículas, a diferencia de las colonias españolas y holandesas que jalonan estas latitudes. Arriba, el parlamento de Barbados. Foto de randystoreyphotography - Flickr.
El lago del Oeste de Hanzhu (ing.> Hangzhou), en China:
El lago de Hanzhu está situado junto al delta del río Yangtsé, el tercero más largo del mundo detrás del Amazonas y del Nilo. Este lago tiene un aire místico que ha contribuido a que exista a sus orillas multitud de templos, pagodas, jardines y algunas islas artificiales. En la foto: lago de Hanzhu, tomada por Vairoj Arunyaangkul - Flickr.
El Paisaje Cultural del Café, en Colombia:
Esta denominación hace referencia a 18 poblaciones colombianas situadas a los pies de la cordillera de los Andes, al oeste del país. Para la Unesco, constituyen «un excepcional ejemplo de paisaje cultural sostenible y productivo que es único y representativo de una tradición que se ha erigido como un fuerte símbolo de todas las plantaciones de café del mundo». Foto de U. S. Fish and Wildlife Service - Northeast Region - Flickr.
El Jardín Persa, en Irán:
Los jardines persas simbolizan dos cosas: el Edén y los cuatro elementos del zoroastrismo, que son el cielo, la tierra, el agua y las plantas. La denominación de «El Jardín Persa» de la Unesco engloba nueve jardines que se encuentran repartidos en otras tantas provincias de Irán. La influencia del jardín persa se ha extendido desde la India a Europa y la Unesco ha querido hacer un homenaje a esta milenaria concepción de la naturaleza y a la belleza de los tradicionales jardines persas.
El paisaje cultural de Konso, en Etiopía:
Con sólo 55 km² de superficie, el paisaje cultural del Konso está compuesto de terrazas delimitadas con muros de piedra y de diversos asentamientos fortificados. Esta denominación también incluye diversas estatuas antropomorfas de madera que se usaban para ritos funerarios locales.
El paisaje agrícola y cultural de Causses y Cévennes, en Francia:
El paisaje cultural mediterráneo de Causses y Cévennes es la denomación de mayor extensión entre los nuevos bienes culturales, con una superficie total de 302.319 hectáreas. La configuración comarcal de la región delata su gestación medieval mediante la creación de grandes abadías surgidas en torno al siglo XI. En Mont Lozère, por cierto, aún se practica la trashumancia. Foto de un castillo de Cévennes, de PhillipC - Flickr.
La fábrica de Fagus de Alfeld, Alemania:
Se trata de complejo industrial compuesto por 10 edificios diseñados por el arquitecto Walter Gropius. Tienen el mérito de haber establecido las directrices de la arquitectura y el diseño industrial modernos. El complejo, ubicado en la Baja Sajonia, data de 1910 y adelantó muchos de los elementos que incorporaría la escuela de la Bauhaus en su concepción del diseño vanguardista.
Los centros de poder de los lombardos en Italia (568-774):
Este templete de Clitunno es uno de los siete grupos de edificios que atestiguan el paso cultural protagonizado por el pueblo lombardo desde la era Antigua hasta la Edad Media, un momento de transición todavía bastante oscuro. El pueblo lombardo rigió Italia durante dos siglos en los que hizo de bisagra entre las influencias de la antigua Roma, la renaciente Bizancio, la espiritualidad cristiana occidental y la corriente cultural nórdica.
Hiraizumi: templos, jardines y lugares arqueológicos representativos de la Tierra Budista Pura, en Japón:
La denominación «Hiraizumi: templos, jardines y sitios arqueológicos representativos de la Tierra Budista Pura» comprende cinco lugares que datan de los siglos XI y XII, como el monte de Kinkeisan. Este conjunto de lugares representa la esencia del budismo japonés en el momento en que alcanzó un mayor desarrollo. La foto es del templo de Motsuji, Hiraizumi, tomada por chaojikazu - Flickr.
El Fuerte Jesús de Mombasa, en Kenia:
El arquitecto renacentista italiano Giovanni Battista diseñó este impresionante fuerte, que se construyó entre los años 1593 y 1596. Por entonces, Portugal se encontraba bajo la corona de Felipe II y se pretendió reforzar la ruta hacia las indias orientales haciendo más seguro el puerto de Mombasa, una de las escalas fundamentales en el viaje a la India. Según la Unesco se trata de «uno de los más impresionantes y mejor conservados ejemplos de las construcciones militares portuguesas del siglo XVI».
Los conjuntos de petroglifos de las montañas Altai, en Mongolia:
El argumento de la Unesco para incluir los tres lugares que engloba esta denominación en el Patrimonio de la Humanidad es que ilustran «el desarrollo de la cultura en Mongolia a lo largo de un periodo de 12.000 años. Las primeras imágenes reflejan un momento de la historia (11.000-6.000 a.C.) en el que el área estaba parcialmente poblada de árboles».
La catedral de León, en Nicaragua:
El arquitecto nicaragüense José de Porres Esquivel diseñó la catedral de León, que fue erigida entre el año 1747 y principios del siglo XIX. El templo representa la transición entre el arte barroco y los preceptos artísticos de la Ilustración, que estaban por entonces entrando muy lentamente en España y sus colonias.
El delta del Salum, en Senegal:
El delta del Salum comprende diversos canales de agua salada y unas 200 islas e islotes, así como tupidos manglares. Además existen más de 200 túmulos funerarios en los que se han encontrado ajuares de mucho valor arqueológico que ayudan a comprender la evolución de las culturas subsaharianas en el África atlántica.
El paisaje cultural de la sierra de Tramontana, en Mallorca (España):
El único lugar de España que se ha incluido en 2011 dentro del Patrimonio de la Humanidad es el paisaje cultural de la sierra de Tramontana, que se encuentra en la isla de Mallorca. La escasez de agua en las islas obligó a los habitantes a desarrollar diversos sistemas que han moldeado el paisaje, como por ejemplo la construcción de terrazas de cultivo.
Los lugares arqueológicos de la Isla de Meroe, en Sudán:
En la recóndita isla de Meroe, un paisaje semidesértico flanqueado por el Nilo y los ríos Atbara, se desarrolló el enigmático reino de Kush. Entre los siglos VIII y IV a.C. crearon un vasto imperio que comprendía tierras entre el Mediterráneo y el interior de África. El sitio arqueológico de la isla de Meroe engloba la ciudad real, de la que se conservan numerosos vestigios. Este lugar pertenece geográficamente a la tierra de Nubia.
Los palafitos prehistóricos alrededor de los Alpes, en Suiza, Austria, Francia, Alemania, Italia y Eslovenia:
Entre el 5.000 y el 500 a.C. en los alrededores de los Alpes existió una serie de asentamientos que preferían vivir en palafitos sobre el agua. Esta denominación engloba un total de 111 pequeños lugares, de los cuales 65 se encuentran en Suiza. Para la Unesco, estos asentamientos proporcionan interesantes datos sobre cómo funcionaban las sociedades agrarias primitivas.
Los antiguos pueblos del norte de Siria, en Siria:
Alrededor de 40 pueblos situados en el noroeste de Siria conforman esta nueva denominación. Se trata de un conjunto de localidades surgido en torno al siglo I y abandonado en el X, y constituyen un interesante grupo de muestras arquitectónicas tanto de templos paganos como de iglesias, baños públicos y en general del urbanismo que se practicaba en el Imperio Bizantino. Así mismo, representa la difícil transición entre una Roma pagana y una Roma cristiana en un territorio fronterizo del Imperio. Foto de la Unesco.
La mezquita de Selim II en Adrianópolis, en Turquía:
La mezquita de Selim II fue ordenada construir por el sultán turco Selim II y fue proyectada por el mejor arquitecto otomano del siglo XVI: Sinan. Se trata de una mezquita que en realidad constituye un complejo de diversas instalaciones, como madrazas (escuelas coránicas), un mercado, una biblioteca... Es una verdadera maravilla, también el interior, decorado con peculiares azulejos turco-arábigos.
Los lugares culturales de Al Ain, en Emiratos Árabes Unidos:
Se trata de un conjunto de sitios en los que queda patente la evolución cultural y civilizacional de los habitantes de estas tierras, que pasaron de ser meros nómadas en el desierto a ciudadanos organizados en complejas sociedades. Entre los restos más destacados se encuentran las tumbas de piedra circulares (que datan de 2.500 a.C.) y las diversas construcciones hechas de adobe, como casas, palacios, edificios públicos, complejos defensivos...
La residencia metropolitana de Bukovina y Dalmacia, en Ucrania:
Se trata de un complejo de edificios proyectado por el checo Josef Hlavka. Entre las instalaciones existe un monasterio, una iglesia de planta de cruz latina. La monumentalidad del complejo es realmente sobrecogedora.
La ciudadela de la dinastía Ho, en Vietnam:
Explica la Unesco que esta ciudadela se construyó siguiendo los principios del por entonces incipiente feng shui (siglo XIV), los cuales derivaron en la práctica en la proyección de unas armónicas y refinadas proporciones. Las construcciones que integran la ciudadela anunciaban en realidad «el nacimiento de un nuevo estilo asiático de ciudad imperial».
Categoría mixta de bienes naturales y culturales:
El Área Protegia de Wadi Rum, en Jordania:
Las 74.000 hectáreas que componen el área protegida de Wadi Rum son la única de las incorporaciones de 2011 que se cataloga como bien cultural y natural al mismo tiempo. Se trata de un peculiar paisaje desértico en el cual existen arcos naturales de piedra, algunos restos arqueológicos y petroglifos que atestiguan una presencia humana continua a lo largo de 12.000 años.
Con estas 25 nuevas incorporaciones, ya son 936 los bienes que el ser humano tiene repartidos por el mundo en concepto de Patrimonio de la Humanidad. Una cifra nada despreciable, sobre todo si entendemos que la Convención del Patrimonio Mundial, la institución de la que depende el Comité del Patrimonio de la Humanidad, todavía no ha cumplido 40 años.
Se puede consultar las directrices para elección de lugares de la Unesco en este documento en inglés. En esta otra página del servicio de prensa de la Unesco se pueden visualizar vídeos sobre varios de los nuevos bienes patrimonio del ser humano. Aquellas fotos en que no se indica su origen pertenecen a la Unesco y han sido tomadas de la página de la Unesco sobre el Patrimonio de la Humanidad y del servicio de prensa de la Unesco.
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La Puebla de Sanabria se encuentra a en los confines de la provincia de Zamora –a 110 km desde la capital de provincia–, pegada a las lindes de Portugal, León y Orense. Este cruce de caminos le ha dado a la localidad una agitada historia, pues fue escenario de enfrentamientos durante la Guerra de Separación de Portugal en el siglo XVII y durante la invasión de tropas portuguesas en el contexto de la Guerra de Sucesión (1700-1713). Al cobrar relevancia tan pronto, Puebla de Sanabria se caracteriza por su aspecto medieval –el cual incluye interesantes edificios erigidos entre el medievo y el barroco– y por una exuberante naturaleza que parece no haber perdido un ápice de su esencia. No en vano, el casco urbano ha sido declarado conjunto histórico-artístico, un casco urbano inmerso en pleno Parque Natural del Lago de Sanabria. Esta suma de factores ofrece al viajero peculiares y emocionantes estímulos visuales.
El aspecto medieval de Puebla de Sanabria se aprecia en cada rincón. Foto de chicadelatele - Flickr
El castillo de los condes de Benavente se terminó en el siglo XVI. Foto tomada de Wikimedia Commons
Entre el patrimonio artístico-cultural de Puebla de Sanabria se encuentran el castillo de los condes de Benavente, el ayuntamiento, la iglesia de Nuestra Señora del Azogue, el convento de San Francisco y la ermita de San Cayetano. Por lo que se refiere al castillo de los condes de Benavente, fue construido en el siglo XV; su torre del homenaje –conocida entre el vulgo como «macho»– está unida al recinto amurallado a través de un puente voladizo, lo cual rescata para el viajero las difíciles condiciones de vida de finales de la Edad Media. En la actualidad, este castillo sirve como sala de exposiciones y biblioteca. Por otro lado, existen cerca de la localidad las ruinas del fuerte de San Carlos, un antiguo fortín artillero cuya planta casi no es reconocible por el deterioro que le han infligido las guerras y los siglos. En cuanto a la arquitectura civil, cabe destacar especialmente el edificio del ayuntamiento, que disponde de una fachada de los tiempos de los Reyes Católicos y un par de puertas porticadas flanqueadas por esbeltos torreones. La importancia de la localidad en épocas pasadas llevó a los habitantes a levantar una muralla para protegerse de los múltiples enemigos. Todavía se conservan bastantes fragmentos de ella y, también, el sólido puente de San Francisco.
Fachada de la iglesia de Santa Maria de Azogue, de factura románica. Foto de FreeCat - Flickr
Puente de San Fancisco. Foto de http://fotosyotrasperegrinascuriosidades. blogspot.com
Respecto de la arquitectura religiosa, el ejemplo más emblemático de Puebla de Sanabria es la iglesia de Nuestra Señora del Azogue, la cual se ubica frente al ayuntamiento. Esta iglesia comenzó a erigirse a finales del siglo XII, periodo de estilo románico del que solo perviven el hastial de la portada y varios muros de la nave central. No obstante, su construcción se prolongó a lo largo del siglo XIII, tiempo de estilo gótico del que permanecen el crucero, la bóveda y la cabecera. La ermita de San Cayetano, junto a la iglesia de Nuestra Señora del Azogue, posee una fachada de una abigarrada ornamentación que contrasta con la sobriedad general de la arquitectura de Puebla de Sanabria. Por otro lado, también es remarcable el convento de San Francisco, cuyo claustro rodeado de arcadas es realmente bello.
El lago de Sanabria y su isla tienen detrás una misteriosa leyenda. Foto de pasotraspaso - Flickr
Ambientación del mercado medieval en la plaza mayor de Puebla de Sanabria. Foto de http://turismosanabria.com
Cerca de Puebla de Sanabria se concita una preciosa naturaleza, comenzando por el lago de Sanabria, de cuyo origen existe una interesante leyenda: cierto día de la Edad Media se presentó Cristo en el pueblo de Valverde de Lucerna pidiendo caridad con aspecto de mendigo; sólo las panaderas se apiadaron de su desventura con algo de pan y, a modo de castigo divino, el mendigo clavó su bastón en la tierra mientras profería estas palabras:
Aquí clavo mi bastón / aquí salga un gargallón
aquí clavo mi ferrete / que salga un gargallete
Y entonces se inundaron las tierras de forma que sólo se salvó la panadería, surgiendo así la pequeña isla que hay en el lago. Bien, pues el caso es que el dichoso mendigo creó el sistema de lagos más grande de España, el cual se convirtió en Parque Natural en 1978. Tiene una superficie de más de 22.000 hectáreas y constituye también una rica reserva biológica de la Península Ibérica con especies animales como el corzo, el lobo o el águila real, o especies vegetales como el tejo, el roble o el acebo.
Durante los días 13, 14 y 15 de Agosto se recrea en Puebla de Sanabria un mercado medieval, en el que se hay de todo: «Zancudos, trovadores, malabaristas, rodadores, saltimbanquis y equilibristas, torneos, caballos, música tradicional y malabares de fuego, además de juegos populares y actividades infantiles constituyen la programación del mercado medieval», explica la página oficial de Turismo de Sanabria. El lector puede encontrar más información sobre la localidad y los alrededores en la página del ayuntamento de Puebla de Sanabria.
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Una de las consecuencias de las guerras es que el vacío informativo que generan se prolonga más allá de la firma del tratado de paz. Si sumamos este hecho al de que desaparece la sensación de seguridad y a que la faceta turística queda severamente dañada, nos encontramos con que un país con maravillosos tesoros puede ser perfectamente desconocido para el gran público; o, al menos, inconscientemente olvidado en el rastreo que hacemos antes de escoger destino. La ciudad croata de Split es una de esas poblaciones que la Guerra de los Balcanes enterró en la mente de muchos viajeros. Quizá por eso su encanto y su ingente patrimonio histórico y cultural se conservan no sólo como antes de la guerra, sino como antes de las guerras mundiales, napoleónicas, turco-venecianas y, en contados casos, como antes de la baja Edad Media…
Para entender la especial monumentalidad de Split se precisa conocer su historia. Los griegos, que la fundaron como puerto de intercambio comercial con las tribus ilirias, le dieron el nombre en algún momento del siglo VI a.C.: Aspálathos (Aσπάλαθος). Corrieron los siglos y el famoso emperador Diocleciano (244 – 311), que había nacido en la cercana Dioclea –actual Duklja–, decidió retirarse a sus tierras natales cuando cesó su actividad política. Para su retiro erigió un palacio fortificado en la ciudad de Split, el cual fue generando un incremento de población gracias a la necesidad de mano de obra. Antes de ser desocupado en el siglo VII a consecuencia de las invasiones eslavas, el complejo ofercía cobijo a unas 9.000 personas. Después de la Edad Media Split caería bajo control veneciano, luego austríaco, francés, y de nuevo austríaco, hasta que en 1918 Yugoslavia proclama su independencia. Del dominio veneciano procede la forma italianizada de Split, Spalato, bastante extendida.
La catedral de San Domnio conserva la planta octogonal del mausoleo de Diocleciano. Foto de barrio dude - Flickr
Busto laureado de Diocleciano. El emperador instauró la tetrarquía y acometió reformas fiscales. Wikipedia.
Rodea al palacio de Diocleciano una imponente muralla que presenta sólidas torres y puertas en todos sus lados, a excepción del que da al mar. Cada puerta tiene nombre propio: Porta Aurea, Porta Argenta, Porta Ferrea y Porta Aenea. Concebido el lugar como centro de retiro hasta su muerte, Diocleciano construyó también su propio mausoleo, donde fue sepultado en el año 311. Aquel sepulcro pagano es hoy la catedral de Split, dedicada a San Domnio, que, ironías de la Historia, fue asesinado por las tropas del emperador en su pertinaz persecución y exterminio de la comunidad paleocristiana. A pesar de la ironía, resulta especialmente llamativo cómo se combinan en San Domnio los ingredientes de los cultos cristiano y pagano, que manifiestan una complementariedad y una armonía notorias. Dentro del palacio-fortaleza también se encuentran la plaza del peristilo y las dos calles principales que articulaban cualquier ciudad romana –cardo y decumanus–. Esta plaza aún guarda una de las esfinges que hizo traer Diocleciano de Egipto para decorar su palacio. Hay que añadir a la lista de visitas obligadas el templo de Júpiter, hoy iglesia de San Juan.
Junto con el núcleo histórico de Split, el palacio de Diocleciano forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1979. En este núcleo histórico podemos encontrar el palacio Agubio y el palacio Papalic, del siglo XV, que se considera el mejor exponente del gótico de Split. En la plaza de Narodni aún se conserva una logia y diversos edificios de estilo gótico. De siglos posteriores merece destacarse el interesante Palacio Cindro, de estilo barroco (siglo XVII), ubicado junto a la Porta Ferrea. Por otra parte, los museos de la ciudad exhiben relevantes objetos históricos, como el museo Arqueológico, el museo de la Ciudad de Split o el museo de los Monumentos Arqueológicos Croatas. Por cierto, es tradicional que la gente que visite Split toque el dedo gordo del pie de la estatua de Grgur Ninski mientras pide un deseo: teóricamente, este se cumplirá. Por otro lado, el plato típico de la gastronomía de Split es el Soparnik, una masa cocida al fuego, rellena de verduras y coronada de cebolla y aceite de oliva.
Peristilo del palacio de Diocleciano. Clique en la foto para ampliarla. Foto de Ai@ce - Flickr
Cimientos del palacio de Diocleciano. Hay que pagar para entrar. Foto de Wikipedia
Mientras que el palacio de Diocleciano constituyó el germen de la que hoy es la segunda mayor población de Croacia, las zonas de la ciudad que se desarrollaron más tarde también esconden diversos lugares de interés. Por ejemplo, la colina de Marjan ofrece unas espectaculares vistas de la ciudad y dos iglesias: la iglesia de San Jerónimo y la iglesia de San Nicolás. Por otro lado, el barrio de Varos es también una de las visitas más recomendadas, pues impresionan al viajero sus tradicionales casitas de pescadores. Además de estas opciones, también se puede visitar algunas de las islas más bellas del Adriático, a las cuales se accede a través de barcos regulares que parten desde Split; destacan Hvar, Brač, Korčula, Šolta, Vis o Lastovo, especialmente las dos primeras.
Plaza de la Logia gótica en la plaza de Narodni. Foto de Penningtron - Flickr
Cada rincón de Split reserva agradables sorpresas. Foto de David Locke - Flickr
Cerca de la ciudad se pueden realizar distintas actividades. Por un lado, es recomendable visitar la antigua capital de la provincia romana de Dalmacia, Salona; se conserva un anfiteatro, un teatro, una basílica y otros edificios en relativamente buen estado de salud. Salona está a diez minutos en autobús desde Split. Por otro lado, la zona es especialmente interesante en cuanto a las playas, entre las que cabe destacar Bacvice y las que rodean la colina de Marja.
Vista general de Split desde la colina de Marjan. Foto tomada de Wikimedia Commons.
Llegar a Split no es difícil. Su aeropuerto es el segundo con más tráfico de Croacia, después del de Zagreb, la capital. En apenas 10 años, el número de pasajeros que recibió el aeródromo se duplicó hasta alcanzar en 2010 la cifra de 1.219.741, según consta en las estadísticas del mismo. Este dato sugiere que Split es cada día menos desconocido, pero también que todavía nos encontramos en un momento idóneo para disfrutar del verdadero sabor de la ciudad, antes de que dramáticamente termine de masificarse. Los billetes de avión no son especialmente caros, salvo en la temporada alta de agosto –rondan los 500 euros y más para la primera quincena, pero en la primera de septiembre se reducen 200 euros. Una vez en Croacia, los gastos se atenúan gracias al cambio favorable del euro contra el kuna: en estos momentos un kuna equivale a 0,13 euros o, lo que es lo mismo, un euro equivale a 7,3 kunas –se puede consultar el tipo de cambio entre ambas divisas en esta página. El lector puede encontrar más información sobre Split en la página de información de la ciudad.
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Queda muy poco tiempo para que se declare el estío y el sol amenaza con elevar la temperatura por encima de los 30 grados… Con este panorama que se presenta parece que apetece visitar lugares frescos y, para qué negarlo, que no tengan una afluencia excesiva de personas. Aunque, por supuesto, existen muchas opciones, queremos recomendar aquí la Ruta de los Pueblos Negros, o Ruta de la Arquitectura Negra –las denominaciones más frecuentes. Es una opción perfecta para un fin de semana.
Las chorreras de despeñalagua. Foto de Wikipedia
Casa en La Vereda. Foto de http://hijosdelavereda.blogspot.com
Comenzaremos diciendo que la ruta de los Pueblos Negros, que se desarrolla por el noroeste de la provincia de Guadalajara, descubre al viajero una serie de pequeñas localidades que tienen una peculiaridad común: su arquitectura está realizada íntegramente en piedra de pizarra. Todas las paredes, tejados, chimeneas, cercas, muretes, iglesias se han construido con este material, lo que otorga a la región una personalidad única. Los pueblos negros se localizan a las faldas del pico Ocejón –de 2.049 metros altitud, en el sur de la sierra de Ayllón–, en una región comprendida entre el embalse del Vado, al sur, las piscinas naturales del Aljibe, al noroeste, y el Parque Natural Hayedo de Tejera Negra, al noreste. Por cierto, la pizarra se usa con frecuencia en las tierras nórdicas y en Alemania y, gracias a este tópico visual, el viajero tiene la sensación de que se encuentra en un frío país del norte, en una época pasada, en la que las comunicaciones se reducían a serpenteantes caminos de tierra.
Palacio de los duques de Medinaceli. Foto de Wikipedia.
Castillo de Cogolludo. Foto de mundochurrillo - Flickr.
Desde Madrid a Tamajón –el primero de los pueblos negros, que ofrece acceso al resto–, hay algo más de 100 kilómetros por la carretera A-2. Desde Guadalajara la distancia es de unos 60 km. Se toma como referencia Tamajón porque en él la ruta se bifurca y, por un lado, se puede emprender el recorrido de La Vereda –especialmente encantador, situado en el borde de un precipicio con excelentes vistas–, Matallana, Roblelacasa, El Espinar, Campillejo, Campillo de Ranas, Robleluengo y Majaelrayo. O, por otro lado, se puede seguir la ruta de los pueblos más orientales: Almiruete, Palancares, Zarzuela de Galve, Umbralejo y Valverde de los Arroyos, localidad esta última desde la que parte un agradable sendero que lleva hasta las hermosas chorreras de despeñalagua. Aparte de los pueblos ya citados, que pertenecen estrictamente a la arquitectura negra, en la comarca existen dos localidades que ofrecen interesantes lugares al viajero, a saber: Retiendas –donde se encuentran las ruinas del monasterio de Bonaval– y Cogolludo –en el que están las ruinas de un castillo de la Reconquista, uno de los palacios de los duques de Medinaceli y también la iglesia de Santa María, del siglo XVI.
Recientemente Campillo de Rana, centro geográfico de la ruta, ha saltado a los diarios españoles porque su alcalde ha oficiado 78 bodas civiles, 26 de ellas entre personas homosexuales. Años antes, Campillo de Rana cobró una gran celebridad gracias a aquel anuncio de TV en el que un entrañable anciano que parecía vivir los inviernos en un absoluto aislamiento le preguntaba en los años 90 a un viajero aquello de: «Y el Madrid, ¿qué? Otra vez campeón de Europa, ¿no?». Existe información complementaria sobre esta ruta en la página de la ruta de la Arquitectura Negra.
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El arquitecto Juan de Castillo (1470-1552) es uno de esos hombres geniales, eclipsados completamente por la excelencia de las obras que concibió. Pocos detalles se saben de su vida, pero quizá el que más determinó su provenir fue el haber nacido en Trasmiera, comarca cántabra en la que existía una gran tradición arquitectónica y cuyos habitantes se empleaban en oficios relacionados con ella: canteros, escultores, campaneros… El caso es que Juan de Castillo, como otros muchos españoles geniales (léase la entrada sobre Blas de Lezo y Cartagena de Indias), cayó en la sima del olvido a pesar de sus incontestables logros: es el único arquitecto del mundo que ha intervenido en la construcción de cinco edificios Patrimonio de la Humanidad. Todos ellos son portugueses, porque De Castillo trabajó para Portugal desde 1507, cuando el arzobispo de Braga lo contrató para dirigir la construcción de la capilla mayor de la catedral de Braga.
Efigie de Juan de Castillo.
Los portugueses consideran a este arquitecto español como una figura enteramente portuguesa, puesto que realizó sus obras más importantes al servicio de Portugal. Tanto es así que le lusitanizaron el nombre con la forma de João de Castilho. Los lugares donde trabajó constituyen un hilo conductor para todos aquellos viajeros que quieran conocer la espina dorsal de Portugal y admirar sus joyas más preciadas. Enumeramos los cinco edificios Patrimonio de la Humanidad en cuya construcción participó Juan de Castillo:
Convento de Cristo, en Tomar (a 138 km al noreste de Lisboa): Patrimonio de la Humanidad desde 1983, para la Unesco simboliza «la apertura de Portugal hacia otras civilizaciones». Se trata de un complejo edificio que comenzó a construir la Orden del Temple con fines defensivos en el siglo XII, sobre el trasfondo de la Reconquista. Más adelante, fue ampliado por Enrique el Navegante y por Juan III, el cual encomendó a De Castillo la dirección de las obras. El convento tiene siete preciosos claustros, entre los cuales destaca el claustro Grande, proyectado íntegramente por el genio español. De Castillo también ideó la bóveda de combados de la nave y otras partes que se pueden ver en este artículo.
Portal sur de Tomar, proyectado por Juan de Castillo.
Claustro del convento de Cristo, en Tomar, ideado por De Castillo.
Monasterio de los Jéronimos de Belém, en Lisboa: el rey Manuel I de Portugal encargó a Juan de Castillo erigir un monasterio a la entrada del puerto de Lisboa para conmemorar el exitoso regreso de Vasco de Gama desde la India. Este monasterio es el máximo exponente del peculiar estilo manuelino, que combina rasgos del gótico y del arte renacentista. El claustro y el interior del monasterio son de una factura especialmente brillante.
Interior de los Jerónimos.
Claustro de los Jerónimos.
Monasterio de Batalha (en Batalha, a 153 km al norte de Lisboa): los reyes de Portugal quisieron perpetuar la victoria de Aljubarrota en 1385 –que garantizó su independencia definitiva respecto de Castilla– y para ello ordenaron erigir el monasterio de Batalha. Portugal invirtió en su construcción dos siglos y al menos quince maestros participaron en la obra. Juan de Castillo es el responsable de la tribuna renacentista de 1532. Según la Unesco, este monasterio dominico es «una de las grandes obras maestras del Gótico […] No puede sorprender que las directrices de su arte nacional hayan sido definidas aquí, durante los periodos gótico y renacentista».
Fachada del monasterio de Batalha, gótico cisterciense.
Interior del monasterio de Batalha. Foto tomada de http://santillan3.blogspot.com
Monasterio de Alcobaça (125 km al norte de Lisboa): su iglesia y el monasterio tienen el mérito de haber sido las primeras construcciones góticas de Portugal. «Por la virtud de sus magníficas dimensiones, la claridad de su estilo arquitectónico, la belleza del material empleado y el celo con el que se construyó, el monasterio cisterciense de Santa María de Alcobaça es una obra maestra del arte gótico cisterciense», argumenta la Unesco. Esta institución menciona especialmente el trabajo de Juan de Castillo en el claustro superior del monasterio de Alcobaça. Los sarcófagos reales que aún yacen en el monasterio son considerados como las mejores muestras de escultura gótica de Portugal.
Monasterio de Alcobaça.
Tumba del rey Pedro I en Alcobaça.
Fortaleza de Mazagán, en Marruecos: esta impresionante fortaleza se ubica en la ciudad marroquí de Mazagán o El Jadida, a poco más de un centenar de kilómetros de Casablanca (Google Maps). De la fortaleza quedan las estructuras renacentistas, en cuya construcción participó Juan de Castillo. De la colonia han quedado la cisterna y la iglesia de la Asunción, ambas de estilo manuelino. La Unesco, siempre tan entusiasmada por la hibridación y el mestizaje, celebra que Mazagán «sea un excepcional ejemplo del intercambio de influencias entre las culturas europea y marroquí, bien reflejado en la arquitectura, la tecnología y la planificación urbanística de la ciudad».
Fortaleza de Mazagán. Foto de http://pinheiromario.wordpress.com
Cisterna de Mazagán. Foto de Blanco Valente – Flickr
Ruta de Juan de Castillo
Hemos dado en llamar a un hipotético recorrido turístico que discurra por estos lugares la «Ruta de Juan de Castillo». Bajo este nombre, el viajero recorrería las localidades en las que se ubican los monumentos Patrimonio de la Humanidad en que participó este insigne arquitecto. Se recomienda seguir el siguiente orden en el caso de que se viaje en coche desde España –en caso contrario, la mejor base de operaciones sería Lisboa–: el convento de Cristo, en Tomar; el monasterio de Batalha (a unos 50 km al oeste de Tomar); el monasterio de Alcobaça (a 20 km al suroeste de Batalha, ya en dirección a Lisboa); y, por último, el monasterio de los Jerónimos, en Lisboa.
En 2009, Alberto Luna publicó El arquitecto Juan de Castillo. El constructor del mundo, en el que se homenajea a este genial personaje, injustamente olvidado a pesar de haberse convertido en uno de los mejores profesionales de su tiempo. Se puede encontrar más información sobre estos edificios en la lista de la Unesco de monumentos del Patrimonio de la Humanidad. También se recomienda visitar el site dedicado al V centenario de Juan de Castillo.
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–La expansión del Imperio Romano fue tan grande que los vestigios de su cultura y presencia se reparten por muchos lugares Europa y del mar Mediterráneo. En la antigua Dalmacia, que geográficamente venía a equivaler a la antigua Yugoslavia, los romanos dejaron muchas pruebas de su presencia, e incluso fue lugar de retiro de emperadores, como, por ejemplo, el gran Diocleciano. Si este terminó sus días en la ciudad croata de Split –Spalatum, que dirían los romanos–, su hijo adoptivo Galerio, que gobernó del año 305 al 311, nació en las cercanías del pueblo serbio de Gamzigrad. Junto a esta localidad, Galerio ordenó construir un complejo residencial fortificado que, en honor a su madre Rómula, nombró como Felix Romuliana (algo así como Romuliana la Dichosa). Hasta aquí podría parecer una historia como otra cualquiera, pero «Gamzigrad – Romuliana, Palacio de Galerio» es desde 2007 Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Los baños de Felix Romuliana. Foto de isawnyu - Flickr
Estancia del palacio. Foto de isawnyu - Flickr
Según explica esta organización de Naciones Unidas en su descripción del sitio, «el lugar se compone de fortificaciones, un palacio al noroeste del conjunto, basílicas, templos, termas, espacios conmemorativos y un tetrápilo. El grupo de construcciones es único en cuanto a la imbricación de funciones ceremoniales y conmemorativas»*. Se trata de uno de los yacimientos tardorromanos más importantes de Europa en el que se han encontrado valiosos mosaicos que representan dioses y héroes clásicos, multitud de monedas de oro y diversas efigies de emperadores romanos hechas con pórfido, un tipo de piedra que simbolizaba distinción y que se traía de Egipto. Promediado el siglo V, el sitio fue destruido y abrasado por los terribles hunos y, desde entonces, fue perdiendo habitantes hasta quedar totalmente abandonado en el siglo VII. Por cierto, el palacio de Galerio en Gamzigrad y el palacio de Diocleciano en Split guardan muchas similitudes estructurales. Tenemos en el tintero un post que hablará sobre la magnífica ciudad de Split, cuyo núcleo histórico es también Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Fragmento de muralla. Foto de isawnyu - Flickr
Busto de Galerio hecho de pórfido. Foto de Wikipedia.
Añadimos que en esta zona de Serbia nacieron otros dos emperadores a principios del siglo IV: Maximino Daya y Licinio, ambos acérrimos enemigos del emperador Constantino –muy famoso por promulgar en 313 el edicto de Milán, que despenalizó el Cristianismo, y por rebautizar Bizancio como Constantinopla–. De hecho, tanta es la presencia de emperadores romanos en Dalmacia entre los siglos III y IV –nacieron 16 en total– que existe una ruta turística en organizada por las autoridades serbias conocida como «Ruta de los Emperadores Romanos», la cual discurre por Felix Romuliana, Sirmium, Singidunum, Viminacium, las fortalezas de Diana y Pontes, Naissus y Iustiniana Prima. Aparte de la «Ruta de los Emperadores Romanos», en Serbia existen otras dos interesantes rutas culturales –la Ruta Transrománica y la Ruta por las Fortalezas del Danubio– que el lector puede ojear en este folleto bien aderezado de fotos.
Si el lector desea obtener más información sobre Serbia como destino turístico, se le recomienda visitar la página oficial de turismo de Serbia, que está disponible en inglés. Así mismo, antes de viajar al país se anima al lector a leer las recomendaciones de seguridad sobre Serbia del Ministerio de Asuntos Exteriores de España.
* Traducción libre.
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Hoy concluimos la serie de posts sobre los pueblos medievales de la Toscana y, en esta ocasión, se propone al lector visitar Volterra. A diferencia de lo que sucede con San Gimignano y Monteriggioni, visitar esta población exige desviarse un tanto de la ruta entre Siena y Florecia –dirección noroeste–, pues se encuentra 30 km al suroeste de San Gimignano, localidad más o menos a medio camino entre esas dos ciudades. En concreto, Volterra se encuentra a 57 km de Siena, mientras que la distancia que la separa de Florencia es de 82 km, cifra que empieza a ser considerable, pero que no debe disuadir al viajero de visitar este precioso pueblo de la Toscana, el más famoso y admirado de los tres. Y merecidamente admirado, pues mantiene en relativamente buen estado varios ejemplos de todos los estilos arquitectónicos y de todas las etapas culturales bajo las que ha vivido la región: etruscos, romanos, el periodo medieval y el abrumador Renacimiento italiano.
De la presencia etrusca no quedan vestigios como las puertas del Arco y de Diana, en el recinto amurallado etrusco. Este era muy poderoso hacia los siglos VIII y VII a.C., al tratarse de uno de los asentamientos más importantes de la Liga Etrusca. De esta etapa histórica también se conservan una acrópolis con excelentes vistas de la localidad, y una necrópolis. De la época romana perviven las ruinas de un teatro construido en el siglo I a.C. sobre las faldas de una elevación que permite imaginar cómo debía de ser cuando aún se encontraba en uso. Todavía permanecen en pie bastantes columnas y algunos elementos de la scaenae. Por otro lado, se conservan ruinas de lo que fueron unos baños romanos, los cuales fueron desenterrados por Mario Guarnacci en el siglo XVIII y que aún dejan apreciar las distintas partes de que disponía este tipo de construcciones (ipocaustum, frigidarium, tepidarium, calidarium y sudatorium).
Teatro romano de Volterra. Foto de Copetan - Flickr
Puerta de Diana. Foto de Marco Ferrara Jokrah - Flickr
Mientras que Volterra conserva relativamente pocas cosas de la Era Antigua, de la época medieval sí pervive un mayor número de construcciones relevantes. Si comenzamos por los edificios religiosos, cabe destacar la catedral de Santa Maria Assunta, de los siglos XII y XIII y de estilo románico, el baptisterio de San Giovanni y las iglesias de San Francesco, Sant’Agostino y San Michelo Arcangelo –en esta entrada de wikipedia se enumeran más iglesias–. Es especialmente bello el interior de la catedral de Santa Maria Assunta, con su decoración bicolor típicamente románica y su techo minuciosamente decorado con cruces y otros símbolos de matices dorados. La importancia histórica de la Volterra medieval se ve muy bien reflejada en los portentosos trazos de muralla y las distintas puertas que franqueaban el paso al pueblo, como la puerta de San Francesco, la puerta de Selci, que está junto a la imponente fortaleza renacentista de los Médici –la fortezza Medicea–, la puerta de Marcoli o la puerta Fiorentina. Los más insignes ejemplos de la arquitectura medieval de Volterra son el palacio dei Priori y el palacio dei Pretorio, que se ubica en la céntrica plaza dei Priori, la torre de Podestá y la fuente de Docciola. Contribuyen a conferir un aire medieval a la localidad sus estrechos callejones, como el vicolo Vecchi Ammazzatoi y el vicolo del Bastione. Con todo, no le hace falta al viajero más que caminar entre lugares como la plazoleta de los Fornelli, la plaza de los Mártires de la Libertad o la plazoleta dell’Ortino, para que se sienta sumergido de lleno en la Edad Media.
Plaza dei Priori, en el centro de Volterra. Los etruscos llamaron al pueblo Velathri y los romanos Volaterra. Foto de Martha Bakerjian
La fortaleza Medicea, vista desde el precioso parque Enrico Fiumi. Fue erigida por la famiila Médici en 1475. Foto de Copetan - Flickr
Respecto de los edificios renacentistas, resultan interesantes las casas-torres (case-torri), que eran construidas por los ciudadanos más adinerados. Algunas de ellas son la de los Allegretti, la de los Buonparenti –especialmente bonita, ya que las torres de ambos lados de la calle se unen en la parte superior mediante un precioso arco renacentista– y la de los Sbarba. También en el estilo renacentista se engloban ciertos palacios, como el palacio de los Inghirami, el palacio de los Maffei, el palacio de los Lisci (hoy de los Marchi) o el palacio de los Minuci (hoy de los Solaini). Otro de los lugares que no conviene perderse en las cercanías de Volterra es el Balze di Volerra, un acantilado que cae a pico sobre el valle colindante y sobre la cual se encuentra la abadía de Camaldolese. Para cerrar la visita a Volterra se recomienda visitar sus sugerentes y valiosos museos: el Museo Etrusco Guarnacci, el Museo Cívico –en el que se conservan unas magníficas obras de arte– y el Museo di Arte Sacra.
Casa torre de los Buenparenti y el curioso arco que las une. Foto tomada de la web del comune de Volterra.
El Balze di Volterra está compuesto de tierra arcillosa. Lo corona la abadia de Camaldolese.
Como se puede apreciar, el pueblo de Volterra se parece a una tira de celuloide que en cada fotograma encierra un pedazo de historia. Pero Volterra no es cinematográfica sólo por eso, sino también porque ha sido muy retratada en el séptimo arte –al igual que Monteriggiani–. La última película que ha puesto de moda Volterra ha sido la aclamada Luna nueva, de la saga de Crepúsculo, en la que Volterra se convierte en el bastión de los Volturi, una malvada familia de vampiros que reina sobre su especie con mano de hierro. Otras películas en las que aparece Volterra son Vaghe stelle dell’Orsa (1965), de Luchino Visconti, Cammina cammina, de Ermanno Olmi (1981), Prima la musica, poi le parole (1998) de Fulvio Wetzl o Milonga, de Emidio Greco (1999).
Volterra se encuentra entre dos reservas naturales italianas de elevado interés ecológico: la Reserva Natural de Montevecchio –de la que hablamos con motivo del post de San Gimignano– y la Reserva Natural Bosque de Berignone. Esta última se extiende por una superficie de 2.166 hectáreas muy boscosa, surcada por tres ríos –Sellate, Fosci y Cecina– y en la cual se concentra una valiosa biodiversidad –lobos, osos, etc.–.
Se puede encontrar más información en la página oficial de Volterra (en inglés).
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Decíamos en la anterior entrega de esta serie que la Toscana tiene fama por sus grandes ciudades turísticas (Siena, Florencia, Pisa…) y , sin embargo, en sus zonas rurales se esconden también sugerentes tesoros. Si el martes estuvimos descubriendo San Gimignano, hoy corresponde hablar de otro pueblo medieval de la Toscana que siempre ha sido célebre por sus torres y sus murallas: Monteriggioni. Ya Dante Alighieri hacía alusión a la fortaleza en su Divina comedia: «De la misma manera que Montereggioni [sic] corona de torres su recinto amurallado» (canto XXXI, del ‘Infierno’). Al igual que San Gimignano, Monteriggioni también se ubica en la provincia de Siena, a unos 15 km de su capital, y a poco más de 60 km de Florencia. Por tanto, supone un acierto visitar ambos pueblos –a 27 km uno de otro– cuando se viaja de Siena a Florencia porque se trata de una opción diferente que le quita a la Toscana su velo de masa turística y porque permite apreciar en profundidad los paisajes, el paisanaje y la intrahistoria de la región, como le gustaba decir a Miguel de Unamuno.
Adelantábamos un poco más arriba que Monteriggioni era famoso por su ciudadela. Esta se compone de unas imponentes murallas cuya circunferencia mide más de medio kilómetro y que tiene un total de 14 torres repartidas a intervalos iguales. La muralla consta de dos puertas situadas en extremos opuestos: una conduce hacia Roma (porta Franca o porta Romea); la otra, a Florencia (porta di Sotto). Desde lejos, la vista de estas murallas recuerda el arquetipo de corona que portaban los reyes medievales, una imagen con la que juegan quienes trabajan por fomentar el turismo de la zona. En cualquier caso, la denominación exacta para este tipo de construcción sería en realidad la de «castillo», como de hecho se conoce a la población en italiano: castello di Monteriggioni. Cabe anotar que el cine ha contribuido generosamente a reforzar esa imagen medieval del pueblo, como si se tratase de una estampa del pasado atrapada entre los inmutables campos verdes de la Toscana. Entre otros muchos films, Monteriggioni ha aparecido en El príncipe de los zorros, de Henry King (1949), la Belleza robada, de B. Bertolucci (1996), El paciente inglés, de A. Minghella (1996), Té con Mussolini, de Franco Zeffirelli (1999) y El gladiador, de Ridley Scott (2000).
Vista aérea del castillo-ciudadela de Monteriggioni. La muralla se construyó entre los años de 1214 y 1219.
La muralla disponía de dos puertas unidas por una calle prácticamente recta. Aquí, la porta Romea.
Además, por si no bastase con el fuerte aroma a Edad Media que desprende el pueblo por sí mismo, la sensación de viajar al pasado se acrecienta al máximo cuando se celebra el festival medieval de Monteriggioni, que este año será del 8 al 10 y del 15 al 17 de julio. Este festival se llama «Monteriggioni di Torri se pone la corona» –«Monteriggioni di Torri si Corona»– y en él, actores y profesionales se ponen en la piel de sus antepasados al representar sus antiguos oficios, celebrarse justas de caballeros, hacer juegos de bufones y funambuleros… En Monteriggioni, en fin, se sirve caliente la Edad Media.
Representación de justa medieval. Foto tomada de: http://bit.ly/msWUZ2
Bailes medievales. Foto de Valerio Perini (http://bit.ly/iY1YiL).
Espectáculo nocturno medieval. Foto de Valerio Perini (http://bit.ly/iY1YiL)
La plaza Roma, en la que se encuentra la iglesia de Santa María Assunta.
Patrimonio cultural. La iglesia más importante e interesante de Monteriggioni es la de Santa Maria Assunta, del siglo XIII y estilo románico. En su interior son apreciables el tabernáculo del siglo XV y la pintura de la virgen trazada por el artista medieval Lippo Vanni. Por otro lado, también se pueden visitar la iglesia de Santa María del Castillo, del siglo X, y la ermita de San Leonardo. Cada rincón, cada casa, cada detalle de Monteriggioni remiten a un tiempo pasado, por lo que recorrer sus calles y tomar algo en la plaza Roma constituyen los principales placeres del viajero. Por otro lado, al hallarse a medio camino entre Siena y San Gimignano, Monteriggioni es un lugar ideal para detenerse a comer y ver el pueblo durante la sobremesa: además tiene unos interesantes vinos locales y también un par de buenos restaurantes.
Si el lector desea obtener más información sobre Monteriggioni y la región en que se ubica, puede acudir al sitio oficial de Monteriggioni. También hay información interesante en la web Holiday Apartment Tuscany.
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En la Toscana hay muchos lugares de excepcional interés turístico, pero generalmente el viajero se queda con lo más representativo o principal. Entre otros motivos de peso, esto ocurre por la falta de tiempo o de dinero, pero la fatal consecuencia es perderse maravillosos lugares que transmiten la auténtica esencia de los países, sin la distorsión de las masas turísticas. Para explicarnos mejor, ponemos este ejemplo: quien va a la Toscana… visita Florencia, visita Siena, visita Pisa, Livorno… Pero pocas personas se adentran en los entresijos de la Toscana, siquiera un poquito. A fin de animar a los viajeros a que lo hagan más a menudo, proponemos un destino de la Toscana un tanto escondido: el pequeño pueblo medieval de San Gimignano, de apenas 4.000 habitantes.
San Gimignano se encuentra en el centro de la Toscana, a tan solo 60 km al suroeste de Florencia y a 45 al noroeste de Siena (fuente: Google Maps). Su belleza y atractivo turísticos se deben a la perfecta conservación del ambiente y el aspecto medieval de la localidad. Su nombre completo es San Gimignano delle Belle Torri –San Gimignano de las Hermosas Torres– porque durante la Edad Media los patricios de la localidad hacían pompa y gala de su riqueza y poder elevando casas-torres muy altas, algunas de más de 50 metros de altura. Aunque se calcula que llegó a haber 72 torres, en la actualidad permanecen en pie solo 14, pero su skyline continúa impactando al viajero –sin duda con cierto aire al del neoyorquino Manhattan–. Al tratarse de una ciudad de cierta importancia económica y política, estaba rodeada de una muralla que todavía se conserva, junto con cuatro puertas y el bastión de San Francisco; por otro lado, los restos de la fortaleza de rocca di Montestaffoli permiten hacerse una idea más o menos precisa de la relevancia estratégica de la localidad. Por cierto, en épocas pasadas San Gimignano servía de refugio a los peregrinos que iban o venían de Roma por la célebre Via Francígena.
San Gimignano también se vio escindida por las luchas entre partidarios güelfos (familia Ardinghelli) y gibelinos (familia Salvucci) en los siglos XII y XIII.
La Vía Francígena conducía a los peregrinos desde Canterbury (Inglaterra) hasta Roma. Equivale al Camino de Santiago. Foto de G. Sparacino – Flickr
El famoso Bastión de San Francisco fue construido a principios del siglo XVI.
Restos de la rocca de Montestaffoli. Foto de MarkusMark – Panoramio
Respecto del conjunto patrimonial, el pueblo abunda en hermosas construcciones medievales. Así, resultan encantadoras e ineludibles la iglesia Collegiata di Santa Maria Assunta, la iglesia de San Agustín, la iglesia de San Bartolo, la iglesia de San Jacobo y la abadía del Santo Sepulcro y de Santa María de Elmi. Por otro lado, resultan admirables la plaza del Duomo, la plaza de la Cisterna y la plaza Pecori, que constituyen tres de los puntos neurálgicos de la localidad. Entre las torres de la ciudad, destacamos aquí la torre de los Becci, la torre de los Cugnanesi (ambas en la via San Giovanni), la torre Grossa y la torre de los Salvucci (ambas en la plaza del Duomo). Aledaño a la torre Grossa se encuentra el palacio del Popolo o palacio vecchio del Podestá. Otros palacios de la población son el palacio Cortesi, el palacio Razzi y el palacio Tortoli. Por otro lado, hay también varios museos interesantes, como el Museo della Tortura y el Museo Cívico –llamativo contraste de temas–, en el que se encuentran algunas obras maestras del arte italiano.
La plaza de la Cisterna es el lugar más emblemático del pueblo. Allí se levantan las torres del Diablo, del palacio Pelari y las del clan de los Ardinghelli.
La Colegiata se terminó de hacer en 1148. Ejemplo cumbre del románico toscano, guarda obras maestras de Ghirlandaio y de Gozzoli.
El palacio Vecchio del Podestá o palacio Comunale, junto a la iglesia Colegiata. Data de 1288. Actaulmente, es la sede del Museo Cívico de San Gimignano.
La via de San Giovanni conduce a través de la bella arquitectura que hay entre la plaza de la Cisterna y la puerta de San Giovanni. Foto: Willem Nabuurs – Flickr
Para finalizar hacemos constar que en 1990 la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad al centro urbano de esta localidad con el nombre de Centro Histórico de San Gimignano. A este incentivo turístico hay que añadir que San Gimignano es uno de los centros más importantes de enoturismo de Italia gracias al Vernaccia di San Gimignano, un caldo blanco con denominación de origen y famoso desde la antigüedad por las vides típicas que se cultivan en los alrededores –el Vernaccia de San Gimignano se combina con carne de aves o con pescado–. Para completar la visita a esta interesante localidad y tierras colindantes, se aconseja acercarse hasta la Reserva Natural de Castelvecchio, que abarca una extensión de 734 hectáreas y que se ubica a apenas 10 km de San Gimignano.
En la página del comune de San Gimignano (en italiano) se puede hallar más información sobre el pueblo. También es recomendable visitar la excelente entrada sobre San Gimignano en la Wikipedia italiana, así como la correspondiente reseña de la Unesco.
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Más de uno recordará con morriña que en el colegio los chavales aprendían listas de cosas como los ríos y afluentes más importantes de España. Por supuesto, para sacar mejor nota también era importante saber dónde nacían los cursos más importantes, que era uno de esos datos que se creían inamovibles y eternos. En esa creencia, hoy muchos defenderían a capa y espada que el Guadiana siempre había nacido en las Lagunas de Ruidera, pero resulta que en esto estábamos todos equivocados desde Plinio el Viejo (que es más que desde Plinio el Joven, cosa nada baladí). Los más modernos geógrafos le han quitado a estas lagunas la custodia del nacimiento del río que aparece y desaparece y ahora el Guadiana Alto brota de Fuentes del Ojuelo, en los albaceteños Campos de Montiel, que es como decir que nace donde Cristo perdió la sandalia…
Sea como sea, lo que sí resulta irrebatible es que una parte del lecho del Guadiana Alto discurre por el maravilloso y mágico Parque Natural Lagunas de Ruidera –calificación que se ganó en 1979–, el cual tiene una extensión de 3.772 hectáreas repartidas entre las provincias de Ciudad Real y Albacete. Se trata de un hermoso lugar donde la naturaleza todavía reina por encima del hombre y que está compuesto por quince lagunas unidas de manera consecutiva a través de pequeños saltos de agua, algunos de los cuales forman suaves cascadas. La página www.lagunasderuidera.net subraya que «el desnivel existente entre la primera laguna, denominada La Blanca, y la última, La Cenagosa, es de 120 metros», lo que ayuda a entender la peculiar confirguración orográfica de las lagunas. La fauna y la flora del parque, por otro lado, son bastante ricas en variedad: entre las especies vegetales que se dan en estos bellos parajes se encuentran la encina, matorrales como los coscojares, y árboles de ribera como chopos, álamos y olmos. Con respecto a la fauna, son las aves acuáticas las protagonistas, especialmente el aguilucho lagunero, el somormujo lavanco o el ánade real; entre las especies terrestres el zorro y el conejo son dos de las más buscadas por los visitantes. Otro de los atractivos del parque es que se pueden practicar deportes de aventura y actividades como la espeleología, el piragüismo, montar a caballo, emprender rutas off road en 4×4 y practicar submarinismo, entre otras.
El escalonamiento vegetal del parque en función de la humedad es notorio.
Ejemplar de somormujo lavanco, una de las aves típicas del parque.
Abundan los rincones mágicos entre las distintas lagunas.
El desnivel entre las lagunas genera la aparición de cascadas.
Lugares próximos a Ruidera. La situación geográfica del Parque Natural Lagunas de Ruidera hace de fácil acceso diversos lugares dignos de conocerse, bien por razones históricas o literarias, o bien por el interesante casco urbano de ciertas localidades. En Ossa de Montiel, cerca de las lagunas, se encuentra el castillo de Rochafrida –construido por los bereberes y tomado por los caballeros de Santiago hacia finales del siglo XII– y la cueva de Montesinos, otro de los lugares más frecuentados, principalmente porque fue hecha célebre por Cervantes en su Quijote, pues allí pernoctó tal día Alonso Quijano. En cuanto a las localidades de interés cultural de la región cabe mencionar a Alcaraz (provincia de Albacete) y a Almagro (provincia de Ciudad Real), pues ambos ostentan la calificación de Conjunto Histórico Monumental. Si lo que se pretende, en cambio, es escapar por completo de la civilización, quien visite Ruidera puede antes o después acercarse o bien al Parque Nacional de Cabañeros –a unos 215 km de distancia de Ruidera–, o bien al Parque Nacional de Tablas de Daimiel –a menos de 100 km–. Ambos se encuentran en la provincia de Ciudad Real, y Cabañeros también tiene parte de su superficie en Toledo.
La plaza Mayor de Alcaraz forma un conjunto arquitectónico renacentista.
Plaza Mayor de Almagro. Es Conjunto Histórico Artístico desde 1972.
La cueva de Montesinos permite hacer espeleología, siempre con prudencia.
Restos del Castillo de Rochafrida, cerca de Ossa de Montiel.
Situación. El parque está situado a unos 250 km de Madrid, lo que supone unas tres horas de viaje gracias a que tiene un buen acceso por carretera. En este enlace se pueden ver las distancias que hay desde diversos puntos geográficos relevantes. Si se desea obtener más información, el lector puede acudir a la web del Parque Natural de Lagunas de Ruidera.
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