Tras partir el día 11 de abril de Queenstown, el puerto de Cork, el RMS Titanic avanzó por la costa de Irlanda para, a la altura de Fastnet Rock, tomar rumbo directo a Nueva York. Durante los días 12, 13 y 14 recorrió 3.346 kilómetros (km), hasta que se hundió dejando 1.514 vidas en las frías aguas del Atlántico Norte. El día 13 comenzaron a verse los primeros icebergs en el horizonte y de alguna manera el Titanic estaba empezando a jugar a la ruleta contra la intemperie sin advertirlo. Hacia las 23:40 del día 14, en una noche despejada y álgida, el titán de las olas afronta su propio destino, colisiona mortalmente con un gran iceberg al que apenas deja mellado, pierde su apuesta en la ruleta y pulsa el botón de la cuenta atrás. Todo en segundos. El lugar en el que el Titanic sellaría el destino de su efímera vida se encontraba a unos 600 km al sur de la isla de Terranova. La Gran Manzana, a algo menos de 1.000 km… un millar de km que eran ya insuperables para el Titanic.
Cerca —dentro de lo que puede entenderse por «cerca» en un océano— del mortalmente herido titán de los océanos se encontraban varios barcos. El SS Californian, a unos 20 km, se negó a prestar ayuda, supuestamente por el mal trato que recibieron de parte del telegrafista del buque siniestrado. El Carpathia, que finalmente fue el primero en llegar, se hallaba a unos 110 km de distancia, lo que le supuso cuatro horas de travesía, demasiado para que los náufragos resistieran las bajas temperaturas del agua. En ese espacio de tiempo solamente habían logrado embarcar en los botes 711 personas, aunque una de ellas moriría más tarde de hipotermia. Al día siguiente, el Carpathia condujo a los 710 supervivientes a la ciudad de Nueva York, el destino fantasma que 1.514 personas jamás alcanzarían después de que un iceberg se interpusiera en su destino…
La profundidad del impacto emocional que debió de causar a los supervivientes es insondable. Basta con ponerse, lejanamente, en la piel de un arrogante ricachón de principios del XX, que, con tanta petulancia como impotencia, ve ante sí cómo la máquina insumergible, la proclamación de la superioridad humana sobre la naturaleza queda postrada en menos de 3 horas. Ninguna arista de su poder económico pudo cambiar las cosas. Las imágenes de los supervivientes que llegan a Nueva York —conservamos algunas— son el trasunto de esa tenebrosa sensación, de esa lección de humildad inolvidable que marcó la vida de muchos.
Epílogo de «Réplica del viaje del Titanic»
En 2.0 Viajes queremos cerrar esta colección de artículos titulada «Réplica el viaje del Titanic» con cinco fotografías que resumen el sueño truncado de centenares de individuos que murieron como colectivo de tercera clase, que perdieron la apuesta en un juego de ruleta en el que participaron sin quererlo, y que desde el principio estaba viciado. Vayan a modo de humilde cenotafio estas cinco fotografías de la ciudad que alimentaba los sueños de mejor vida de quienes iban a bordo:
←| EL PUERTO |→
←| ESTATUA DE LA LIBERTAD |→
←| El «SKYLINE» |→
←| TIMES SQUARE |→
←| CENTRAL PARK |→
De algún modo, al igual que Aquiles, el de los pies ligeros, el titán de los océanos tomó la decisión de vivir una vida corta y gloriosa, memorable. Y así es: en la memoria del hombre se resume la gallardía del Titanic, el mayor buque transatlántico de su era. No erramos si afirmamos que Aquiles y el Titanic vivieron vidas paralelas.
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1 respuesta hasta ahora ↓
1 Viajes en Familia – 5 actividades con niños en Nueva York // 10 de abril de 2015 a las 16:06
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