La ciudad medieval de Kotor, conocida en la lengua italiana como Cattaro (pues esconde una oscura relación con los famosos cátaros), se ubica en las accidentadas Bocas de Kotor, en Montenegro. Kotor se asienta al fondo de una preciosa bahía de origen volcánico muy resguardada del mar Adriático que guarda muchas similitudes con los fiordos noruegos; de hecho, se la conoce popularmente como el fiordo más meridional de Europa. La región, la Albania veneciana, resulta excepcionalmente bella por su naturaleza espléndida, que se ha conservado prácticamente intacta gracias a un impacto muy limitado de la presencia humana. El buen estado de conservación tanto de la ciudad como de los alrededores llevó a la Unesco a incluirla en su Patrimonio de la Humanidad en 1979 bajo la denominación de Región Natural e Histórico-Cultural de Kotor. Tampoco se encuentra en un lugar de extraordinariamente difícil comunicación, pues se sitúa a apenas 95 km de la ciudad croata de Dubrovnik, que tiene un aeropuerto internacional.
Este asentamiento se fundó en el siglo II a.C. bajo la dominación romana y el topónimo de Acruvium. Está enclavada en una región que durante los siglos pasados fue muy convulsa y disputada por los diversos reinos e imperios medievales y modernos, de forma que si un tiempo fue bizantina y serbia, luego formó parte del imperio veneciano en el Adriático por su importante actividad comercial. En el siglo XVIII, fue dominio francés hasta la caída de Napoleón Bonaparte y, por último, austrohúngara, hasta la aparición de Yugoslavia y de Montenegro. Con semejantes avatares, se considera natural que la ciudad desarrollara unos imponentes sistemas defensivos que, afortunadamente, se conservan bastante bien. Destaca así la impresionante muralla de 4,5 km de circunferencia, con su puerta de entrada a la ciudad, en la que está grabada esta inscripción: «No queremos lo de los demás, jamás entregaremos lo que es nuestro». Este espíritu bélico de sus habitantes se materializó en otra de las maravillas de la ciudad: la fortaleza de Sveti Ivan (San Juan), que aguarda con sus 1.500 escalones de trámite la visita de los numerosos viajeros que actualmente visitan la ciudad. Tras Sveti Ivan se halla la melancólica ermita de Sveti Đorđe.
Aunque quizá lo más espectacular de Kotor sean sus baluartes defensivos, la localidad es extraordinaria por el excepcional entorno medieval de sus estrechas e intrincadas calles flanqueadas por sólidas casas de piedra gris y coloradas techumbres. Entre los edificios religiosos de la ciudad destacan la catedral de San Trifón, la iglesia ortodoxa serbia de San Nicolás, la iglesia de San Lucas o la iglesia de Nuestra Señora de la Salud. En el interior de San Trifón hay frescos y objetos de decoración originarios del siglo XIV; algunos de ellos son de oro.
Separan Kotor del Parque Nacional de Lovćen unos 50 km en carretera, pero merece la pena acercarse si uno visita a la región. El monumento más relevante del Parque es el Mausoleo de Njegoš’s, a quien corresponde el mérito de secularizar Montenegro en el siglo XIX. No obstante, este parque nacional es un lugar que parece entregado por la naturaleza al hombre para disfrutarlo con todos sus sentidos.
El lector puede obtener más información de Kotor y del país en la Página Oficial de Turismo de Montenegro.
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