El espíritu navideño ya ha impregnado las calles, los comercios y las actitudes de la gente. Todo el mundo desea la llegada de la Navidad por las buenas sensaciones que suele conllevar, aunque a veces haya que pasar tragos amargos como las comidas familiares complicadas y otras circunstancias similares. Los motivos para estar felices son más la mayoría de las veces y las cosas como los mercados navideños ayudan a infundir ese espíritu alegre de las navidades. Son un ingrediente indispensable en muchas ciudades y algunos de ellos se han convertido en una conditio sine qua non para vivir unas navidades completas. Por ello, queremos recopilar en 2.0 Viajes los que a nuestro juicio son los mejores mercados de Navidad de Europa, incluida España. Son los siguientes:
El mercado de Navidad de Dresde: se conoce como Striezelmarkt y es uno de los más importantes de Alemania. Es famoso por sus dulces tradicionales, como el «christstollen» o el «pfefferkuchen». También se puede encontrar en él el famoso vino caliente alemán con especias: «glühwein».
El mercado de Navidad de Núremberg: unos dos millones de personas visitan anualmente el mercado de Núremberg, que se establece en la plaza de «Hauptmarkt». Todos los productos típicos de los mercadillos de Navidad europeos pueden encontrarse en él: artículos y adornos navideños, galletas de jengibre, «glühwein», y salchichas típicas alemanas. Por algo Núremberg se considera la «Ciudad Número 1 de la Navidad en Alemania» y su mercadillo navideño tiene mucho que ver en ello.
El mercado de Navidad de Estrasburgo: una ciudad francesa con nombre alemán como Estrasburgo no podía carecer de un importante mercadillo navideño. El vino caliente con especias –«vin chaud»–, los «bretzels» y otros productos típicos de la cultura alemana se pueden encontrar aquí.
Foto: Michal Osmenda, Wikimedia Commons (CC BY-SA 2.0).
El mercado de Navidad de Praga: en los últimos tiempos, Praga cree tanto en su potencial turístico quiere colocar casi cualquier cosa. En la temporada de invierno hace propaganda de un gran espíritu navideño, aunque realmente ese aspecto no le diferencia de otras muchas ciudades de Centroeuropa. El «grog» a la checa –té con ron– es el único producto, digamos, «original». No obstante, este mercado ofrece un cierto valor añadido en una visita invernal a la preciosa capital checa.
El mercado de Navidad de Madrid: emblemático en una ciudad como Madrid, donde las luces por las calles calientan ligeramente las noches invernales. Todo tipo de artículos navideños, de bromas, belenes, instrumentos como zambombas… Todo en uno de los lugares que mejor definen el Madrid de los Austrias: la Plaza Mayor.
Foto: Barcex, Wikimedia Commons (CC SA-BY 3.0).
El mercado de Navidad de Barcelona: en plena plaza de la Catedral, en el barrio Gótico, se instalan los puestos del mercadillo navideño de Barcelona. Dulces, artesanías, adornos de Navidad son los artículos que se venden en sus puestos. En catalán, a este mercado se le conoce como Fira de Santa Llúcia.
El mercado de Navidad de Copenhague: el entorno en el que se encuentra el mercadillo navideño de Copenhague es de ensueño: los jardines Tívoli. Además de ofrecer los productos típicos de otros mercados navideños, el de Copenhague tiene una actividad que lo diferencia del resto: los increíbles fuegos artificiales que tienen lugar todas las noches del 26 al 30 de diciembre.
El mercado de Navidad de Viena: la plaza del Ayuntamiento de Viena, Rathausplatz, acoge todos los años el famoso mercadillo navideño. Lo colorido de sus luces y la gran afluencia de gente son los símbolos distintivos de este mercado. Las salchichas y el «glühwein» nos esperan…
El mercado de Navidad de Tallin: lo asombroso del mercadillo navideño de Tallin, la capital de Estonia, es que se encuentra en el impresionante casco histórico medieval de la ciudad, que fue incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Artículos navideños, bebidas espirituosas típicas y productos curiosos como la morcilla local, llamada «verivorst», son las principales particularidades.
Foto: Ari Helminen, Flikr (CC BY 2.0).
Se puede decir que los mercados navideños europeos son como las opiniones: todo el mundo tiene uno. Es cuestión de cada cual disfrutar de unos u otros, en función de los itinerarios que haya preparado el viajero, aunque, como hemos visto, prácticamente todos ofrecen las mismas atracciones y posibilidades. Pero… ¡Qué carajo! ¡Disfrutemos de los entrañables mercados navideños!
En lo que a imaginación se refiere, el ser humano siempre ha presumido de ser sumamente prolífico y de carácter fundamentalmente fantasioso. Esa enriquecedora virtud ha creado una infinidad de meandros de cada uno de los mitos relacionados con el ámbito religioso de la humanidad, como demuestra la existencia de incontables cultos y derivaciones de cultos que había antes del proceso de globalización iniciado en el siglo XV por España y Portugal, o como demuestra también la gran variedad de narraciones mitológicas de las culturas antiguas, como Grecia o Egipto. Como no podía ser de otra manera, con la expansión y asentamiento del cristianismo en Europa, las sectas, cultos, variantes heterodoxas del canon oficial, herejías y otras formas de interpretación de la religión separadas de la doctrina oficial de la Iglesia, proliferaron como setas y hubieron de combatirse una a una, teológica o militarmente. De todas aquellas variantes, la herejía cátara o herejía albigense fue una de las que gozaron de mayor difusión, sobre todo en la Occitania francesa (sur de Francia), durante dos siglos (ss. XI-XIII). Esta permanencia en el tiempo y su extensión geográfica propiciaron la creación de un modus vivendi y unas expresiones artísticas y arquitectónicas específicas que aún hoy son palpables.
Cátaros
Declarados herejes en 1209, los cátaros fueron intensamente combatidos hasta su completo exterminio por la Inquisición francesa, la más cruel que ha conocido la historia, con la autorización, respaldo y connivencia del Papado. En la actualidad, los remanentes de la cultura albigense se han convertido en un nexo de unión para diferentes iniciativas turísticas con una identidad propia, que van desde rutas de los castillos cátaros, hasta ciudades de interés turístico motivado por las particularidades de la cultura cátara que aún perviven. En 2.0 Viajes realizamos hace casi un año una colección de cinco reportajes sobre enclaves, ciudades y rutas relacionadas con los cátaros, en la región de Occitania, o Mediodía francés. Hoy los recuperamos para el disfrute de todos nuestros lectores, y en especial de aquellos que la historia despierte una intensa pasión.
Las guerras que desató la Cruzada Albigense al mando de Simón de Montfort contra las tierras de la Occitania donde vivían los cátaros propició la construcción de castillos inexpugnables que sirvieron de refugio y defensa. Uno de los enclaves con mayor importancia estratégica fue el de los tres inaccesibles castillos de Lastours –más tarde se construiría un cuarto–, todos de factura cátara. Jamás pudieron ser conquistados por la fuerza de las armas, sino por la de las negociaciones.
Considerada la capital de los cátaros, Albi fue escenario de los momentos más duros contra los cátaros. Centenares de ellos acabaron en la hoguera por obra de la despiadada y salvaje inquisición francesa. Hoy es una preciosa ciudad a orillas del Tarn con un impresionante patrimonio histórico y la mayor iglesia gótica de ladrillo del mundo. Desde 2010, Albi pertenece al Patrimonio de la Humanidad de la Unesco con la denominación «Ciudad episcopal de Albi».
El río Aude baña la impresionante ciudadela histórica de Carcasona, la cual forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1997, con el nombre de «Ciudad histórica fortificada de Carcasona». Durante el tiempo de los cátaros se convirtió en otro de los objetivos principales del cruzado Simón de Montfort, que la conquistó tras dos semanas de asedio. Debido a la pérdida de relevancia en frentes bélicos, su patrimonio se ha conservado perfectamente.
La historia de heroísmo y épica de los cátaros se debió a su excelente estrategia defensiva, que, no obstante, no bastó para frenar el avance los cruzados de Simón de Montfort. En cualquier caso, esta circunstancia ha convertido a los castillos cátaros en un tema de interés turístico, por lo que se establecieron una serie de rutas que los recorren en itinerarios de unas dos horas de duración. En este reportaje se tratan las rutas de Carcasona, País de Foix y Montaña Negra.
Las numerosas rutas de los castillos cátaros exigió a 2.0 Viajes la elaboración de dos reportajes consecutivos en los que se abordaban las diferentes rutas. Estas son un interesante modo de descubrir el Mediodía francés pues en unas dos horas de recorrido se conocen los suficientes lugares para llevarse una completa impresión. En esta entrega, se trataron las rutas de los castillos cátaros del Albigeres, Lauragais y Touluse. Con esto finaliza nuestra visión del mundo de los cátaros.
Con esta colección pretendimos rendir un tributo al imaginario y la atracción misteriosa de los cátaros, que terminaron sus días bajo las obras de la sangrienta inquisición francesa. Fue una cultura que caló hondo, que gozó de una gran relevancia y que dejó una fuerte impronta patrimonial en el sur de Francia. Esperemos haber rendido el homenaje que se merecen.
Mapa de los países donde más se liga y donde menos se liga. Haz clic para verlo con todo lujo de detalles.
Cuando uno viaja estando soltero, siempre le ronda en la cabeza la pregunta de cómo de difíciles serán las chicas del país de destino. Queramos o no, en la cuestión de los ligues la información cultural que se recibe desde pequeño actúa o bien como barrera o bien como catalizador. Por citar el primer ejemplo que a un servidor se le viene a la cabeza, en India existe una enorme presión social para que las mujeres se casen como muy tarde a los 20 años. Esa norma social favorece las «ganas» de ligar de las chicas que están próximas a esa edad y, por tanto, puede ser más sencillo tener éxito. Haz clic en el mapa para verlo con todo detalle.
Como en todo, existen países para todos los gustos, desde aquellos cuyas chicas se consideran «muy fáciles», hasta aquellos en que se consideran más «muy difíciles». Las chicas de los países que figuran en verde serían las que más opciones de éxito brindan, las que figuran en amarillo presentan una dificultad «normal», las que viven en los países marrones se consideran «difíciles» y las que viven en países coloreados de rojo resultan realmente duras de roer, «muy difíciles». ¡Diablos! ¡Cuánto hubieran dado los amigos del que escribe por saber cuán difíciles eran las chicas de los países adonde viajaban! Al menos hubieran calibrado sus expectativas o escogido otro destino. Por saldar esa deuda autoimpuesta con ellos, traemos hoy en 2.0 Viajes el mapa de los países donde más se liga y los países donde menos se liga del mundo, elaborado por TARGETMAP.
Las españolas, entre las «difíciles»
Como dato curioso, las españolas integran la categoría «difíciles», al mismo nivel que las mujeres de Argentina, Italia, Argelia, Libia, Sáhara Occidental, Senegal, Líbano, Turquía, Armenia, Azerbayán, Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán, Kirguizistán, Afganistán, Pakistán, Birmania, Bengala, Timor Oriental y Corea del Norte. No sé en qué lugar les deja a ellas en función de la lista o si consideran que no pertenecen a esa categoría, pero no es a un servidor a quien le corresponde opinar. Nuestras lectoras, que las hay, tanto españolas como hispanoamericanas, están por supuesto invitadas a participar en el debate: ¿Estáis de acuerdo con el grupo en que se os cataloga? ¿Dónde os incluiríais? Haz clic en el mapa superior para comprobar en qué categoría os encontráis.
Después de haber hablado un poco en la anterior entrega de 2.0 Viajes acerca de los vikingos, una de las civilizaciones más piráticas de la historia, por detrás de los británicos, y del alucinante festival de Up Helly Aa de las islas Shetland, en esta ocasión nos hacemos eco del único cementerio pirata de todos los tiempos: el cementerio pirata de la isla de Santa María, isla que los pobladores locales también llaman Nosy Boraha. En la actualidad, este lugar se ha convertido en una de las atracciones turísticas más visitadas de la isla. Esto no es de extrañar porque, a pesar de la canallesca vida de estos desaprensivos delincuentes, la propaganda anglosajona actual ha logrado transmitir acerca de ellos una imagen de libertad, romanticismo, simpática ilegalidad y el derecho legítimo a tomarse la justicia por su mano, si presuntamente es por un propósito justo. Con todo, el lugar en sí, por lo remoto y escondido de su ubicación, y por esa indudable atracción que despierta hoy en día la imagen de los piratas, realmente lo convierten en un lugar curioso de ver.
Île Sainte-Marie, o isla de Santa Maria (Google maps). Clic para ir al mapa.
La playa de La Crique es una metáfora de las costas de estas islas. Parece que los piratas no elegían mal sus refugios.
El cementerio de piratas de Île de Sainte-Marie es un pequeño espacio donde se concentran varias sepulturas de aspecto occidental entre palmeras tropicales. Aunque la mayoría de ellas tienen inscripciones, por lo que parece, ninguna de ellas alberga los restos de los cabecillas que realizaron en esta zona del mundo cuantas tropelías quisieron. No hay rastro de personajes de la última década del siglo XVII –los más activos y crueles–, de la calaña William Kidd, Robert Culliford, Henry Every, Abraham Samuel o Thomas Tew, ni tampoco de otro de los crueles personajes que mortificó las rutas de comercio que atravesaban la zona: el francés Olivier Levasseur. A pesar de todo ello, hay que reconocer que el lugar conserva un encanto único y que la atmósfera de misterio que lo rodea es inequívocamente atractiva. Cualquiera de las personas que lo han visitado siempre recomienda acercarse hasta allí. ¡Encontrar un cementerio de corte occidental en un lugar tan remoto es verdaderamente increíble! Además, en la isla también se puede disfrutar de sus paradisíacas playas, del avistamiento de ballenas jorobadas y del submarinismo alrededor de sus ricos corales.
Foto: JialiangGao (www.peace-on-earth.org, CC BY-SA 3.0).
Foto: Antony, Wikimedia Commons (CC BY-SA 2.0).
Y es que los piratas, a pesar de llevar una vida perra y cruel, gustaban de asentarse en lugares que hoy en día son considerados, sobre todo, paradisíacos. Todos unos sibaritas, aunque sus modales les delataban rápidamente. Pero, ¿por qué este rincón del mundo se convirtió en un nido de los peores piratas de finales del siglo XVII? Como siempre, hay que indagar en los motivos económicos para entender los porqués: las naciones europeas que tenían factorías en Oriente y el Índico, sobre todo Portugal, Holanda, Gran Bretaña y Francia –España realizaba la ruta de Manila, en Filipinas, a Acapulco, en México– debían atravesar el canal de Mozambique –entre Madagascar y Mozambique– y doblar África por el cabo de Buena Esperanza para realizar el viaje de vuelta hasta Europa, y viceversa, cargados con mercancías y riquezas. De esta forma, la isla de Santa María se convertía en una base de operaciones estupenda para asaltar cualquier barco. Y no solo esto: la isla no sólo proveía de una interesante ventaja estratégica para los rápidos navíos de los piratas, sino también de bahías y ensenadas muy protegidas contra temporales, una gran cantidad de frutas y un clima benévolo. ¡Arrr!
Aunque durante la Edad Media, y en adelante, se consideraba a los vikingos una especie de terribles piratas que se dedicaban a saquear, violar y aniquilar poblaciones costeras –y no tan costeras–, lo cierto es que su impronta cultural en el ideario occidental es más que palpable. Sus supuestas costumbres primitivas y misteriosas resultan en general muy atractivas para el occidental medio. A ello ha contribuido una efectiva propaganda de factura anglosajona –y, en general, del norte de Europa– principalmente en formato audiovisual, que distribuye sus modelos ideológicos enlatados bajo la etiqueta de los antiguos escandinavos. La reciente serie de televisión Vikingos –que congrega a una manada de wasps con modales de niggas en una indescriptible catarata de oprobios contra el principio de verosimilitud literaria–, o las películas de El señor de los anillos y Thor –y otras más añejas como Los vikingos de Kirk Douglas o El guerrero número 13 de Antonio Banderas– son claros ejemplos de ello. En España este encanto ficticio de los vikingos ya ha calado. Por ejemplo, en regiones como Galicia, donde cada primer domingo de agosto se celebra la Romería Vikinga de Catoira. Esta bitácora, seducida también por el encanto de los oscuros y misteriosos rituales vikingos, pretende hablar hoy del festival vikingo de Up Helly Aa, que tiene lugar en las frías islas Shetland, a unos 170 km al noreste de la costa de Escocia, y a unos escasos 350 al oeste de la costa de Noruega.
Ubicación de las Islas Shetland (Google maps). Clic para ir al mapa.
Miembros de la banda del «jarl» asisten a la quema del «drakkar». Foto de http://geograph.org.uk/, realizada por Mike Pennington y tomada de Wikimedia Commons (CC BY-SA 2.0).
Cuando uno empieza a investigar un poco acerca del Up Helly Aa lo primero que ve es que se trata de lo que se conoce como «un festival del fuego», rasgo muy típico en las celebraciones de las islas Shetland. Es tan definitorio que se considera como parte identitaria de la Cultura de Escocia –denominación que pretende recoger y proteger aquellos elementos que se consideran típicos de los escoceses–, aunque la esencia del Up Helly Aa tiene que ver sobre todo con viejas tradiciones vikingas, más que estrictamente escocesas. De hecho, los ritos con fuego durante la noche eran típicos de las culturas nórdicas, y en general de cualquier cultura pagana –de ahí lo tomaron los nazis para sus famosos desfiles nocturnos–. El festival de fuego de Up Helly Aa se celebra en diez localidades diferentes de las Shetland, aunque el más divertido y multitudinario es el que tiene lugar en Lerwick, la capital. Las celebraciones se realizan todos los años en enero (en 2014 será el 28 de enero) y son todo un ritual, con diferentes fases que tienen un encanto y un significado propios.
Hacia las 10 de la mañana, el Jarl y su banda suben a bordo del «drakkar» en la terminal de ferris de Bressay y se fotografían en uno de los momentos más vikingos del día. Foto: Anne Burgess, para http://geograph.org.uk/, tomada de Wikimedia Commons (CC BY-SA 2.0).
Guerreros vikingos y un «drakkar»
El meollo del festival de Lerwick lo compone una serie de personas disfrazadas de guerreros vikingos: los llamados guizers, que son guiados por el Jarl (título equivalente a conde), su líder y a la vez protagonista principal del festival. Se reúnen a las 8:30 de la mañana y comienzan una marcha que les lleva hasta la plaza de Market Cross, pasando por el antiguo fuerte Charlotte; durante todo el recorrido transportan otro de los ingredientes esenciales del festival: una réplica de un drakkar vikingo, el bajel a bordo del cual atravesaban estos guerreros los mares para emprender exploraciones, realizar incursiones y perpetrar matanzas y saqueos. Hacia las 19:15 comienza el momento culminante del festival. La banda de guizers del Jarl encabeza una procesión compuesta por unas mil personas con antorchas que, escoltando el drakkar, se dirigen hasta la costa, una imagen que parece una marcha imparable hacia el infierno. Cuando finalizan el recorrido se produce uno de los momentos culminantes del festival: todo el mundo rodea el navío y comienza a cantar el ‘Up Helly Aa‘:
A continuación se arrojan las antorchas al drakkar para que arda y comienzan a entonar el ‘The Norseman’s Home‘:
Cuando concluyen, el barco ya se ha convertido en una enorme bola de fuego. Lo arrastran al mar y dejan a la olas que se lo lleve hacia océano, donde, deshecho por las llamas, termina apagándose, y sus restos, hundiéndose. Esta escena es idéntica a los funerales vikingos, que consistían en depositar el cadáver en un barco, se prendía el conjunto y se lanzaba hacia el mar. En el Up Helly Aa se entona una canción –quién sabe si una versión de antiguas canciones vikingas– dirigida al drakkar que, en llamas, va adentrándose en el océano:
Cuando termina la sobrecogedora procesión de antorchas y el conmovedor ritual de quemar el drakkar y enviarlo al mar en llamas, comienza una gran cantidad de fiestas organizadas en la localidad, en edificios públicos o en espacios privados: los halls. Allí la gente se reúne para presenciar espectáculos, bailar, beber y alternar con otras personas, mientras esperan al Jarl y su banda de guizers, que van de fiesta en fiesta realizando los bailes tradicionales del Up Helly Aa y confiriendo ese cariz vikingo al famoso Up Hella Aa de las remotas islas Shetland. ¡Larga vida al Jarl!
Hace tiempo que un servidor, aficionado a la historia por los cuatro costados, tenía ganas de hablar de uno de los enclaves del Imperio portugués más lejanos y curiosos de todos: la isla de Ormuz, perteneciente hoy a Irán. Esta isla se encuentra en el estrecho de Ormuz, a la entrada del golfo Pérsico, justo entre Irán y la península arábiga. Si se echa un ojo al mapa para analizar su situación, en seguida comprenderemos por qué antaño llegó a ser de vital importancia en las rutas comerciales entre la India y Oriente Medio, y por qué hoy en día la zona es geoestratégicamente crucial en el avispero de Oriente Medio. En los albores de su expansión hacia oriente, los portugueses fueron inmediatamente conscientes del valor estratégico de esta pequeña porción de tierra, aunque en la actualidad el peso de esa responsabilidad ha recaído sobre la vecina Bandar Abbás, ubicada en el continente. En cualquier caso, fue en la Edad Media cuando Ormuz gozó sus mayores esplendores: hasta se supone que Marco Polo visitó la isla a finales del siglo XIII.
Ubicación de Hormuz (A) y de Bandar Abbas (B) (Google maps). Clic para ir al mapa.
Puertos portugueses en su ruta hacia la India. Mapa: Uxbona, Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0).
Aunque los griegos ya conocían la isla y le dieron el nombre de Organa, e incluso hay noticias de que el almirante chino Zheng He llegó a la isla hacia 1414, la importancia estratégica de Ormuz nace, como otros muchos casos en la historia, por razones comerciales. Hacia el siglo X, los árabes fundaron la ciudad-estado de Ormuz para afianzar un control real sobre el tráfico marítimo a ambos lados del estrecho en las rutas hacia el mar Rojo y hacia la India. Tal fue su importancia que en seguida se convirtió en uno de los puestos más importantes en las rutas de comercio de esclavos negros hacia Arabia y hacia el Imperio Persa. Tras la circunnavegación de África en la Era de los Descubrimientos y su llegada a la India por motivos comerciales, los portugueses se convirtieron en un nuevo jugador en el tablero internacional de la región. En seguida se marcaron dos importantes objetivos estratégicos en su ruta hacia la India: bloquear el comercio entre el Imperio Otomano y la India, y establecer enclaves seguros para realizar el larguísimo y azaroso viaje de puerto amigo en puerto amigo.
Costa con acantilados del sur de Ormuz. Foto: FAZEL77, Wikimedia Commons (GFDL, CC SA-BY 3.0).
Fue el rey Manuel I de Portugal quien tomó en 1505 la decisión de bloquear el estrecho para el comercio entre los turcos y la India, ocho años después de que Vasco de Gama descubriera la ruta hacia la India –desde 1453, los turcos habían bloqueado todas las rutas por tierra, o gravaban los productos del Lejano Oriente descomunalmente como intermediarios–. Para lograr su objetivo, el rey envió al extraordinario Alfonso de Albuquerque, que, durante sus viajes a Arabia, concibió entre otras la increíble idea de desviar el Nilo para que desembocara en Etiopía y eliminar así la competencia de Suez en el comercio con la India. El 25 de septiembre de 1507, Albuquerque llega a Ormuz y convence a rey de la isla para hacerse vasallo del rey de Portugal y consigue su autorización para construir un imponente castillo: el fuerte de Nossa Senhora da Conceição de Ormuz. No pudo concluirlo por la deserción de varios de sus hombres y diversas dificultades añadidas, pero volvería en el año 1515, ya algo enfermo, para reconquistar la isla y concluir los trabajos del fuerte. Moriría al año siguiente, mientras regresaba a Portugal. El fuerte soportaría diversos asedios turcos entre 1550 y 1560, y luego una vez más en 1581. En el año 1622, una flota aliada anglo-persa tomaría definitivamente el enclave, que pasaría definitivamente al dominio persa.
La torre de artillería del fuerte de Nuestra Señora de la Concepción. Foto: Hamed Saber, Wikimedia Commons (CC BY-SA 2.0).
Foto: ninara, Wikimedia Commons (CC BY-SA 2.0).
Los árabes, admirados por la riqueza existente en la isla a consecuencia del comercio de esclavos y de perlas –en la vecina Baréin, también en su día bajo el control portugués, se explotaban unas perlas submarinas de una calidad excepcional–, describían Ormuz como «si todo el mundo fuese un anillo de oro, Ormuz sería la joya engastada en él». Pero la extraordinaria riqueza de la isla no es el único aspecto que sorprendió a los foráneos. Los portugueses, por ejemplo, dejaron narraciones de la licenciosidad y laxitud moral de sus habitantes, y de sus «abominables» prácticas sexuales con jovencitos y entre varones. El misionero español San Francisco Javier, que viajó a India, Borneo y Japón para difundir el catolicismo en el primer tercio del siglo XVI, describió a los pobladores de Ormuz de la siguiente forma: «Su estado moral es pecador e infame. Era la casa de la sensualidad más repugnante, y de todas las más corruptas formas de religión en Oriente. Los cristianos eran tan pecadores como el resto en cuanto a la extrema licenciosidad de sus vidas». Así de increíble debía de ser Ormuz cuando Alfonso de Albuquerque llegó a ese remoto punto del mundo.
Surfeando por las olas infinitas de Internet en la última semana descubrimos en 2.0 Viajes una serie de localidades que se caracterizan principalmente por una cosa: poseer el nombre más largo o más corto del mundo. En general, son destinos que solamente tienen eso, un nombre muy corto o muy largo, pero hay algunas sorpresas en la lista que hemos realizado. Veamos hasta qué punto los conocíais.
Los destinos con los nombres más largos…
Krungthepmahanakhon Amonrattanakosin Mahintharayutthaya Mahadilokphop Noppharatratchathaniburirom Udomratchaniwetmahasathan Amonphimanawatansathit Sakkathattiyawitsanukamprasit, o como se conoce habitualmente entre los tailandeses, Krung Thep Mahanakhon. Se trata de la clásica Bangkok, una de las ciudades del sureste asiático más visitadas por occidentales. El nombre en tai quiere decir «Ciudad de Ángeles, la Gran Ciudad, la Ciudad de Joya Eterna, la Ciudad Impenetrable del Dios Indra, la Magnífica Capital del Mundo Dotada con Nueve Gemas Preciosas, la Ciudad Feliz, que Abunda en un Colosal Palacio Real que se Asemeja al Domicilio Divino donde Reinan los Dioses Reencarnados, una Ciudad Brindada por Indra y Construida por Vishnukam». Una vez allí, la cosa es más mundana de lo que la pintan, pero su encanto es irresistible.
Lumphini Park Bangkok. Foto: Terence Ong, Wikimedia Commons (GLDF, CC BY-SA 3.0).
Aunque no es una localidad, en este artículo debemos consignar el segundo topónimo más largo del mundo: Taumatawhakatangihangakoauauotamateaturipukakapiki-maungahoronukupokaiwhenuakitanatahu. Es una pequeña elevación de Nueva Zelanda que quiere decir «La Cumbre de la Colina, donde Tamatea, el Hombre con las Rodillas Grandes, Conocido como El Devorador de Tierra, Bajó, Subió y Engulló las Montañas, Mientras le Tocaba la Flauta a su Amada». Hay que reconocer que la historieta del tal Tamatea es muy de El señor de los anillos, muy propia de Nueva Zelanda…
Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch es una pequeña localidad de Gales ubicada en la isla Anglesey. Los angloparlantes, que son muy de contraer las palabras, se refieren habitualmente a ella como Llanfair PG, que es una contracción de la ya forma contraída Llanfairpwllgwyngyll. Casi se podría continuar así hasta el infinito, trasladando así la paradoja de Aquiles y la tortuga a una dimensión toponímica. En castellano, el nombre significa «Iglesia de Santa María en el Hueco del Avellano Blanco Cerca de un Torbellino Rápido y la Iglesia de San Tisilo Cerca de la Gruta Roja».
Estación de tren de Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch, o Llanfair PG.
… Y los destinos con los nombres más cortos
Existe al menos una docena de localidades en el mundo cuyo nombre consta únicamente de una sola letra. La mayoría de esos pueblos se concentran en Noruega y se llaman «Å», palabra monosilábica que significa «arroyo». En total existen siete Å en Noruega:
Å, en Andøy: una pequeña localidad con un problema recurrente muy curioso: mucha gente roba la señal de la carretera que indica el nombre del pueblo porque resulta muy curioso a la gente.
Localidad de Å, al sur de las islas Lofoten. Foto: Petr Šmerkl, Wikipedia (CC BY-SA 3.0).
Å, en Meldal: a diferencia de las anteriores, esta Å se encuentra en el interior de Noruega. Sus habitantes viven principalmente de la agricultura.
El resto de Å en Noruega se encuentra en Åfjord, Ibestad, Lavangen y Tranøy. Los habitantes de ellos se sitúa entre 70 y 250, excepto la de Åfjord, pero en general son localidades casi tan pequeñas como su nombre. En Suecia hay solo un pequeño municipio con el nombre Å, en la zona de Norrköping. Otras localidades con nombres breves son B, en Ohio; Ö, en Suecia; U, en las Islas Carolinas; e Y, en Alaska.
Existe además más de un centenar de localidades en todo el mundo cuyo nombre consta de solo dos letras, también
En España…
Se pueden encontrar al menos cinco localidades que tienen un nombre de dos letras. Además de Bo, en Asturias, Pi y Ur en Cataluña, Ru en Galicia, y Ye en Tenerife, una de las más importantes es Ea, en el País Vasco. Aunque no llega a los mil habitantes, la mayoría dedicados a la pesca, en los meses estivales acuden bastantes personas a disfrutar de sus playas. A diferencia de las localidades de otros países, de los pueblos españoles aquí recogidos solamente uno tiene un significado en castellano: Pi, que en catalán significa «pino».
El puente romano de Ea.
¿En cuántos de ellos habéis estado? ¿Salisteis de ellos en menos de lo que se dice su nombre? ¿Cuáles os han llamado más la atención: los de los nombres cortos, o los de los nombres largos? Casi que desde aquí podríamos crear un dicho: «Tardaste menos que pintar las señales de Å», o «lo bueno, si Å, dos veces bueno»
Al norte de los Alpes franceses, a orillas de uno de los lagos característicos de la geografía alpina, el lago Annecy, se encuentra la ciudad francesa de Annecy, conocida turísticamente como la «Venecia de Saboya». Un paseo por el casco viejo nos hará comprender inmediatamente por qué tiene, y merece, ese sobrenombre: Annecy está surcada por varios canales y cursos de agua que desembocan en el lago. Afortunadamente, este se encuentra en unas condiciones de limpieza excepcionales y tiene un refrescante color azul. Aparte de por carretera en coche, se puede llegar a la ciudad en autobús (por unos 35 francos suizos) desde la cercana Ginebra (Suiza), o bien en tren desde París o Lyon. Estas tres ciudades tienen importantes aeropuertos internacionales, por lo que lo más fácil es acceder directamente desde ellas. Annecy es uno de esos pequeños pueblos franceses típicos que conservan un interesante casco histórico y que tienen una vida tranquila y apacible y a solo 50 km al sur de Ginebra.
Ubicación Annecy (Google maps). Clic para ir al mapa.
Annecy desde el monte Veyrier. Foto: Myrabella, Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0).
Aunque se sabe que la zona era habitada por tribus prehistóricas, los primeros vestigios reales de presencia humana data del 3.000 a.C. junto a las orillas de los lagos. No sería hasta la época romana que surgiría el germen de Annecy: era un vicus de la ciudad de Boutae, es decir, un barrio. En la Edad Media, las masacres de los ejércitos bárbaros producen una aguda despoblación de la región, que volvería a ganar importancia hacia el siglo XI, cuando se erige el Palacio de la Isla (Palais d’Isle de Annecy), residencia de los señores de Monthouz, vasallos de la ciudad de Ginebra. Históricamente, Ginebra y Annecy tuvieron una estrecha conexión y esta última solió estar sometida a la órbita de influencia de la primera. No en vano, tras la reforma protestante, Annecy se convierte en uno de los bastiones avanzados del catolicismo apostólico romano en la región y el obispo de Ginebra traslada su residencia a la ciudad.
Foto: Mick7402, Wikimedia Commons (CC SA-BY 3.0).
Uno de los canales de-Annecy es el que pasa bajo el Pont sur le Thiou. Foto: Nono vlf, Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0).
Las autoridades de Annecy vigilan por la conservación del casco viejo. Foto: Maksim, Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0).
La ciudad de Annecy posee el sello oficial francés Villes et pays d’art et d’histoire, que el gobierno francés otorga a aquellas localidades con interesantes conjuntos histórico-artísticos que además son potenciados y preservados desde las autoridades locales. El rico patrimonio de la ciudad no solamente incluye el casco histórico, que está surcado por canales al estilo veneciano, y sus antiguas calles, sino algunos edificios de especial relevancia histórica. Uno de ellos es el Palacio de la Isla, que se encuentra en una isla en mitad de uno de los canales. Sin embargo, no es la única fortaleza de Annecy; también se puede visitar el castillo de Annecy, del siglo XII, que se ubica en la cima de la montaña de Semnoz. Otras fortalezas de la ciudad son el castillo de Novel y el castillo de Trésum. Entre las construcciones religiosas más importantes están la iglesia de San Mauricio, gótica del siglo XV, la catedral de Saint-Pierre-aux-Liens, del siglo XVI, o la basílica de la Visitación, del siglo XX.
El Palacio d’Isle de Annecy. Foto: Semnoz, Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0).
Château de Annecy. Foto: Torsade de Pointes, Wikimedia Commons (CC0-1.0-UPDD).
Alrededor de la ciudad existen numerosas rutas y senderos para realizar senderismo o descubrir la naturales de los pre-alpes saboyanos en bicicleta. También se pueden realizar recorridos en barco a a través del lago, o dedicar una mañana a patear el casco viejo en busca de boulangeries donde encontraremos dulces deliciosos. Aunque Annecy es otra de esas Venecias que no son Venecia, la humedad reinante se encargará de recordarnos en todo momento que nos encontramos en una ciudad surcadas por canales y ríos, ubicada a orillas de un gran lago alpino. Añadimos, para concluir, que en las cercanías existen estaciones de esquí interesantes para practicar el deporte rey del invierno.
Al pie de las últimas estribaciones del sur del Alto Atlas, a 37 kilómetros al noroeste de Ouarzazate –es la última gran ciudad antes de adentrarse en el desierto del Sahara– se encuentra uno de los enclaves más emblemáticos de Marruecos para el ideario occidental: el alcázar de Ait Ben Hadu o Ksar de Ait Ben Haddou. Porque, aunque en la órbita árabe se ve a Marruecos como el lejano Occidente, entre los occidentales se percibe oriente tal y como es Ait Ben Hadu: un antiguo asentamiento de altos edificios de adobe rodeados por una muralla y coronado por un alcázar. No en vano, Ait Ben Hadu es el arquetipo de arquitectura tradicional del sur de Marruecos y el mejor exponente de los alcázares (ksar en árabe) del valle del río Ounila y de la Ruta de las 1.000 kasbah, uno de los recorridos off–road en Marruecos preferidos por los amantes de los todoterreno. Para la Unesco, el conjunto de Ait Ben Hadu tiene un extraordinario valor universal por ser la plasmación exacta aún viva de la cultura cisahariana del sur de Marruecos. Por eso, desde 1987, el Ksar de Ait Ben Hadu se incluye en la lista del Patrimonio de la Humanidad.
Recorrido de Ouarzazate al ksar de Ait Ben Haddou (Google maps). Clic para ir al mapa.
Las zonas de cultivo se encuentran extramuros. A pesar del entorno desértico, el río Oumila permite el cultivo de cereales y algunos frutales. Foto: Kazuhisa OTSUBO, Wikimedia Commons (CC BY 2.0).
Mientras que las zonas de cultivo se encuentran extramuros, aprovechando las aguas que dispensa el curso del río Ounila, intramuros todavía se puede contemplar una radiografía exacta de la organización social tradicional de las sociedades cisaharianas. Se conservan kasbahs, casas fortificadas de familias ricas con un patio para practicar agricultura de subsistencia, una parte superior que sirve de alojamiento y unas casas adyacentes donde vivían los criados y trabajadores de la kasbah. Por otro lado, también se conservan varias ksar, que se pueden considerar como viviendas colectivas semifortificadas habitadas por varias familias. Aparte de las edificaciones privadas, existen diferentes edificios públicos: hay una plaza pública, con la mezquita, y también un caravasar –área de descanso para mercaderes–, un cementerio judío y otro islámico y el santuario de Sidi. En la acrópolis se encuentra la fortaleza y un almacén pensado para resistir asedios durante largo tiempo. Extramuros se encuentran las áreas colectivas de trillo de cereales. Actualmente, la mayoría de los habitantes viven en la parte nueva de la ciudad, al otro lado del río, pero algunas familias todavía habitan el ksar de Ait Ben Hadu.
Si a cualquiera de nosotros nos invitaran a dibujar un escenario oriental, ¿cuántos no trazarían una escena similar a esta? Foto: Annabel Symington, Wikimedia Commons, (CC BY 2.0).
La kasbah típica de Ait Ben Hadu refleja el carácter defensivo de estas casas. Foto: Donar Reiskoffer, Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0).
No están permitidas las reparaciones con materiales que sean distintos del adobe. Foto: Jerzy Strzelecki, Wikimedia Commons (CC BY 3.0).
Un escenario de cine
El alcázar de Ait Ben Hadu ha sido escenario de numerosas películas ambientadas en una atmósfera oriental o desértica y la mayoría de ellas de género histórico. Como dijimos anteriormente, el sitio, y en general Sous-Masa-Draa, es una estampa que responde a los principales estereotipos occidentales sobre el oriente antiguo. Alguno de los títulos más sonados que contienen escenas rodadas en Ait Ben Haddou son Lawrence de Arabia (1962), 007: alta tensión (1972), El hombre que pudo reinar (1975), Jesús de Nazaret (1977), La joya del Nilo (1985), Soldado de fortuna (1998), La momia (1999), Gladiator (2000), Alejandro Magno (2004), El reino de los cielos (2005), Babel (2006), Prince of Persia: las arenas del tiempo (2010), entre otras muchas. Precisamente en la cercana localidad de Ouarzazate se encuentran los estudios cinematográficos más importantes de Marruecos: los Atlas Estudios, que además son de mayor extensión del mundo. Por ejemplo, La guerra de las galaxias (1977) se rodó, entre otras localizaciones del Magreb, en los alrededores de la ciudad.
Foto: Kazuhisa OTSUBO, Wikimedia Commons (CC BY 2.0).
Torres con motivos decorativos. Foto: Wonker, Wikimedia Commons (CC BY 2.0).
La región que rodea a Ait Ben Hadu tiene una orografía complicada y curiosa y, por ello, muy atractiva para la grabación de películas ambientadas en el desierto, así como propicia para la práctica del off–road entre los aficionados a los todoterreno. Por ejemplo las gargantas del Todra, las gargantas de Dades y los valles del Draa y del Mgouna presentan unos paisajes realmente espectaculares para ambos fines. De lo que no cabe duda es de que esta es una de las zonas más interesantes para viajar a Marruecos, al menos desde el punto de vista del turista tipo occidental.
A medio camino de Jaca y Pamplona hay uno de los cascos históricos medievales más interesantes y encantadores de España: Sos del Rey Católico, en la comarca de las Cinco Villas (Zaragoza). Se encuentra a tres cuartos de hora de carretera al suroeste de Pamplona y una hora y media de trayecto desde Jaca, por lo que Sos del Rey Católico no solamente tiene el aliciente de su propio patrimonio, sino que la proximidad de ambas localidades incrementan significativamente su interés turístico. No vamos a dar rodeos inútiles: es un destino pequeño, un pueblo con encanto ideal para una escapada entre amigos, pero sobre todo para disfrutar en pareja algunos días de descanso. Además, en Sos del Rey Católico no solamente se puede disfrutar de la historia, también existe la posibilidad de disfrutar de la naturaleza del entorno: hacia el sur de la villa hay una sierra de ligeros repechos y discretas elevaciones por las que disfrutar de una agradable jornada de senderismo, mientras al norte una planicie destinada a los cultivos de secano nos invitará a examinar profundamente el horizonte.
Ubicacion de Sos del Rey Catolico (Google maps). Clic para ir al mapa.
Foto: Ecelan, Wikimedia Commons (GFDL y CC BY-SA 3.0).
Aunque es un lugar algo escondido –al noroeste de a provincia de Zaragoza, a los pies de una sierra montañosa cercana a los Pirineos–, a lo largo de la historia diferentes sucesos han hecho famosa a la villa: en 1452 Fernando el Católico nació en la entonces llamada Sos, del cual adoptaría su sobrenombre actual; en 1968 fue declarada Conjunto Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural; y, finalmente, en 1985, Luis Berlanga rodó en ella su célebre filme La vaquilla. Si en la actualidad se puede decir que ha perdido importancia económica, en el pasado jugó un importante papel durante la Reconquista y en las guerras entre Navarra y Aragón. Esta relevancia estratégica que desempeñó en la Edad Media motivó la construcción de un castillo, del que queda la torre del homenaje. Más adelante, en el siglo XVIII, fue nombrada capital de las Cinco Villas.
Lonja. Foto: Zarateman, Wikimedia Commons (CC).
Foto: Ecelan, Wikimedia Commons, (GFDL CC BY-SA 3.0).
Callejuela en la que se rodó una escena de «La vaquilla».
Patrimonio y alojamiento
En la actualidad se conservan al menos diez edificios de gran relevancia histórica, incluido el ya mencionado castillo, y también siete puertas de la vieja muralla y la interesante judería de Sos del Rey Católico, que hoy se conoce como «barrio alto». Las dos iglesias que se conservan son la iglesia de San Esteban, junto al castillo, y la iglesia de Santa María del Perdón, cuya cripta, del siglo XIV, conserva impresionantes pinturas góticas de un extraordinario valor histórico. La plaza consistorial es un interesante mosaico de edificios medievales: allí encontramos la lonja medieval, donde se mercadeaba toda clase de mercancías y se reunía el concejo de la villa, la Casa de la Villa (ayuntamiento), un palacio del siglo XVI, y el palacio de Isidoro Gil de Jaz, edificado en el XVIII y hoy colegio de la orden de los escolapios. Fuera de la plaza, nos encontramos con el Palacio Español de Niño, del siglo XVI, y el célebre Palacio de los Sada, donde Juana Enríquez dio a luz a Fernando el Católico, y que se erigió en el siglo XV: hoy este palacio es sede la oficina de turismo de la localidad y centro audiovisual permanente sobre la época del citado monarca.
Foto: Zarateman, Wikimedia Commons (CC).
Parador nacional de Sos del Rey Católico. Foto: Zarateman, W.C. (CC).
La judería. Foto: Jsanchezes, Wikimedia Commons (GFDL y CC-SA-BY 3.0).
Una localidad con semejante patrimonio, bien aderezado entre sus empinadas y serpenteantes callejuelas, no podía carecer de un alojamiento de excepcional calidad en sus servicios y con instalaciones acordes al estilo general de Sos del Rey Católico. El Parador de Sos del Rey Católico presenta unas espectaculares vistas del entorno que acompañan a la factura tradicional de los alojamientos estatales, con interiores de excepcional calidad, habitaciones amplias y luminosas y una calidad en el servicio gastronómico de primer nivel. Como decíamos al comienzo del reportaje, Sos del Rey Católico es un excelente de destino para escapar en pareja y disfrutar no sólo del patrimonio histórico y del estupendo entorno natural, sino también un alojamiento de primer nivel con opciones gastronómicas que se definen con una sola palabra: calidad.