Cátaros (II): la ciudad de Albi

1 de febrero de 2013 por Paco Almádena · 1 Comentario · Europa, Francia, Historia, Patrimonio de la Humanidad, Turismo, Viajes

El martes pasado comenzábamos una serie de reportajes acerca de diferentes destinos en el Mediodía francés con un nexo en común: su pasado cátaro. Es la ocasión de hablar de una de las principales ciudades de los cátaros en la época de la Cruzada Albigense (1209-1244), una ciudad cuyo nombre sirvió para denominar aquellos herejes cátaros contra los que Inocencio III convocó la cruzada: la ciudad de Albi, situada a orillas del río Tarn, en el departamento francés de Tarn. Esta pequeña ciudad francesa fue escenario de varias de las duras purgas realizadas por la recién creada Inquisición francesa, mucho más cruel y destructiva que la española, que normalmente carga con esa imagen. Se quemó a multitud de cátaros en la hoguera para limpiar la herejía, pero como se trataba de una ciudad episcopal, Albi fue poco a poco recobrándose de la guerra y desarrollando un rico patrimonio histórico que todavía hoy se conserva. No en vano, Albi tiene la denominación Ciudad episcopal de Albi en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, desde 2010.

Localización de Albi (Google maps). Clic para ir al mapa.

La catedral de Santa Cecilia y el palacio del obispo de Albi.

Aunque Albi tuvo su origen en la época romana, los anales de la historia se detienen especialmente en los avatares que sufrió la ciudad y su población de cátaros durante la Edad Media, al calor de los tristes sucesos que se desencadenaron en la Cruzada Albigense. Cuando acabaron las guerras, Albi recobró su pujanza económica y pronto el obispo Bernard de Castanet mandó terminar el palacio del obispo (Palais de la Berbie) y ordenó que comenzaran las obras de la grandiosa catedral de Santa Cecilia, que comenzaron en el año 1282. La ciudad fue creciendo al calor del negocio de los tintes textiles y también gracias a los peajes que se cobraba a los forasteros por pasar por el que hoy se conoce como el Puente Viejo de Albi (Pont-Vieux). De toda aquella pujanza económica, lo más destacado que se conserva, en cuanto a patrimonio histórico-artístico, es lo que se conoce como la Ciudad episcopal de Albi, que, como ya se dijo, pertenece al Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Vista del Puente Viejo y la catedral.

Foto de ICTINOS-B, Wikimedia Commons.

Foto de Xavier Guillot, W. Commons.

Parte del casco antiguo que se conoce como «ciudad episcopal» todavía es factura medieval, y no solamente los edificios más monumentales. El arrabal de Saint-Salvi, que esconde una colegiata de los siglos X y XI entre sus callejuelas es uno de los mejores ejemplos de gótico meridional, entre cuyas peculiaridades se encuentra la de construirse en ladrillo rojo que se fabricó con materiales obtenidos del río Tarn. Por lo que se refiere a la catedral de Santa Cecilia, está considerada como la joya del gótico meridional francés, no solamente por la calidad de los acabados en ladrillo rojo, sino porque su estructura es una combinación de arquitectura religiosa y arquitectura militar: es decir, se trata de una especie de castillo-iglesia. La catedral de Santa Cecilia es una de las iglesias más visitadas de Francia. Por otro lado, junto a la catedral se encuentra el famoso palacio del obispo, el palacio de la Berbie, que es un castillo formidable y en la actualidad alberga el museo Toulouse-Lautrec, con más de mil obras del famoso pintor postimpresionista, que nacería en Albi allá por 1864.

Foto de Sebastien.b, Wikimedia Commons (CC-BY-3.0.).

Arrabal de Saint-Salvi. Foto de G.Lanting, Wikimedia Commons.

Museo Toulouse Lautrec. Foto de Yeza, Wikimedia Commons.

Paseando por Albi, a muchos se les ha ocurrido el tópico de que aquel momento en que la historia se fija en ti es el momento en el que, de algún modo, te quedas anclado para siempre. ¡Larga vida a Albi!

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