Ormuz: «La joya engastada en el anillo de oro del mundo»

15 de noviembre de 2013 por Paco Almádena · 1 Comentario · Asia, Aventura, Curiosidades, Historia, Irán, Portugal, Viajes

Hace tiempo que un servidor, aficionado a la historia por los cuatro costados, tenía ganas de hablar de uno de los enclaves del Imperio portugués más lejanos y curiosos de todos: la isla de Ormuz, perteneciente hoy a Irán. Esta isla se encuentra en el estrecho de Ormuz, a la entrada del golfo Pérsico, justo entre Irán y la península arábiga. Si se echa un ojo al mapa para analizar su situación, en seguida comprenderemos por qué antaño llegó a ser de vital importancia en las rutas comerciales entre la India y Oriente Medio, y por qué hoy en día la zona es geoestratégicamente crucial en el avispero de Oriente Medio. En los albores de su expansión hacia oriente, los portugueses fueron inmediatamente conscientes del valor estratégico de esta pequeña porción de tierra, aunque en la actualidad el peso de esa responsabilidad ha recaído sobre la vecina Bandar Abbás, ubicada en el continente. En cualquier caso, fue en la Edad Media cuando Ormuz gozó sus mayores esplendores: hasta se supone que Marco Polo visitó la isla a finales del siglo XIII.

Ubicación de Ormuz, estrecho de Ormuz, Irán

Ubicación de Hormuz (A) y de Bandar Abbas (B) (Google maps). Clic para ir al mapa.

Mapa ruta portuguesa a India

Puertos portugueses en su ruta hacia la India. Mapa: Uxbona, Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0).

Aunque los griegos ya conocían la isla y le dieron el nombre de Organa, e incluso hay noticias de que el almirante chino Zheng He llegó a la isla hacia 1414, la importancia estratégica de Ormuz nace, como otros muchos casos en la historia, por razones comerciales. Hacia el siglo X, los árabes fundaron la ciudad-estado de Ormuz para afianzar un control real sobre el tráfico marítimo a ambos lados del estrecho en las rutas hacia el mar Rojo y hacia la India. Tal fue su importancia que en seguida se convirtió en uno de los puestos más importantes en las rutas de comercio de esclavos negros hacia Arabia y hacia el Imperio Persa. Tras la circunnavegación de África en la Era de los Descubrimientos y su llegada a la India por motivos comerciales, los portugueses se convirtieron en un nuevo jugador en el tablero internacional de la región. En seguida se marcaron dos importantes objetivos estratégicos en su ruta hacia la India: bloquear el comercio entre el Imperio Otomano y la India, y establecer enclaves seguros para realizar el larguísimo y azaroso viaje de puerto amigo en puerto amigo.

Playa de Khezr, en Ormuz, Irán

Playa de Khezr. Foto: Hamed Saber, Wikimedia Commons (CC BY-SA 2.0).

Costa sur de la isla de Ormuz, golfo Pérsico, Irán

Costa con acantilados del sur de Ormuz. Foto: FAZEL77, Wikimedia Commons (GFDL, CC SA-BY 3.0).

Fue el rey Manuel I de Portugal quien tomó en 1505 la decisión de bloquear el estrecho para el comercio entre los turcos y la India, ocho años después de que Vasco de Gama descubriera la ruta hacia la India –desde 1453, los turcos habían bloqueado todas las rutas por tierra, o gravaban los productos del Lejano Oriente descomunalmente como intermediarios–. Para lograr su objetivo, el rey envió al extraordinario Alfonso de Albuquerque, que, durante sus viajes a Arabia, concibió entre otras la increíble idea de desviar el Nilo para que desembocara en Etiopía y eliminar así la competencia de Suez en el comercio con la India. El 25 de septiembre de 1507, Albuquerque llega a Ormuz y convence a rey de la isla para hacerse vasallo del rey de Portugal y consigue su autorización para construir un imponente castillo: el fuerte de Nossa Senhora da Conceição de Ormuz. No pudo concluirlo por la deserción de varios de sus hombres y diversas dificultades añadidas, pero volvería en el año 1515, ya algo enfermo, para reconquistar la isla y concluir los trabajos del fuerte. Moriría al año siguiente, mientras regresaba a Portugal. El fuerte soportaría diversos asedios turcos entre 1550 y 1560, y luego una vez más en 1581. En el año 1622, una flota aliada anglo-persa tomaría definitivamente el enclave, que pasaría definitivamente al dominio persa.

La torre de artilleria del fuerte de Ormuz, Irán

La torre de artillería del fuerte de Nuestra Señora de la Concepción. Foto: Hamed Saber, Wikimedia Commons (CC BY-SA 2.0).

Plata baja del puerte de Ormuz, Irán

Foto: ninara, Wikimedia Commons (CC BY-SA 2.0).

Los árabes, admirados por la riqueza existente en la isla a consecuencia del comercio de esclavos y de perlas –en la vecina Baréin, también en su día bajo el control portugués, se explotaban unas perlas submarinas de una calidad excepcional–, describían Ormuz como «si todo el mundo fuese un anillo de oro, Ormuz sería la joya engastada en él». Pero la extraordinaria riqueza de la isla no es el único aspecto que sorprendió a los foráneos. Los portugueses, por ejemplo, dejaron narraciones de la licenciosidad y laxitud moral de sus habitantes, y de sus «abominables» prácticas sexuales con jovencitos y entre varones. El misionero español San Francisco Javier, que viajó a India, Borneo y Japón para difundir el catolicismo en el primer tercio del siglo XVI, describió a los pobladores de Ormuz de la siguiente forma: «Su estado moral es pecador e infame. Era la casa de la sensualidad más repugnante, y de todas las más corruptas formas de religión en Oriente. Los cristianos eran tan pecadores como el resto en cuanto a la extrema licenciosidad de sus vidas». Así de increíble debía de ser Ormuz cuando Alfonso de Albuquerque llegó a ese remoto punto del mundo.

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