Una vez expuestas algunas de las fortalezas que España construyó, restauró o modificó en Europa, África y Oceanía, ahora llega el turno de recoger algunas de las fortalezas edificadas en América. Se pueden contar docenas de fuertes españoles que salpican América haciendo geográficamente forma de V desde San Agustín (Florida) hasta Colonia Sacramento (Uruguay) por el lado Atlántico, y desde el complejo defensivo Valdivia (Chile) hasta el Fuerte de San Miguel o Fuerte Nootka (Vancouver, Canadá) por la costa del Pacífico. Tan ingente cantidad de fuertes y castillos construidos por las autoridades españolas en América pasa muchísimas veces desapercibida debido al silencio que hay en torno al tema de las viejas colonias, a pesar incluso de que a menudo se encuentran estas obras españolas de fortificación entre la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y que países como Estados Unidos las aprecian por la entidad que confieren a su propia historia. En otros lugares, como Valdivia o Puerto Rico, estos sistemas defensivos proporcionan una gran cantidad de dinero procedente del turismo.
Precisamente, esa enorme cantidad de estructuras defensivas obliga a seleccionar una pequeña muestra –hemos elegido 12– lo bastante ilustrativa para tener consciencia de los recursos y el trabajo empleados por España en la defensa de su población y territorios en América, algo que denota la importancia que siempre había tenido el continente en la organización del Estado. El propósito de abarcar un mayor número de fuertes resultaría demasiado ambicioso para un espacio modesto como 2.0 Viajes.
Fortalezas españolas en América (I):
Los criterios de selección que hemos escogido se basan en la importancia histórica del fuerte, el reconocimiento internacional en cuanto a su valor geoestratégico y comercial y la presencia en selectas listas del patrimonio histórico de los países donde se ubican. De las 12 fortalezas seleccionadas para ilustrar las obras de fortificación de España en el Nuevo Mundo, en esta entrada abarcaremos seis de ellas, que se encuentran en la costa atlántica y que recorren el continente desde Estados Unidos (San Agustín), hasta Nicaragua, pasando por las islas del Caribe:
Castillo de San Marcos, en San Agustín, Florida:
La planta en estrella es similar a la del Fuerte de L’Aquila, del que ya hablamos en la entrada sobre castillos españoles en Europa, aunque la construcción de la traza de piedra de este fuerte es posterior: 1672. La región era muy codiciada por los británicos, que montaron diversos asedios e intentaron tomar al asalto la ciudad de San Agustín en 1702 y 1740, aunque sin éxito. San Agustín, último puerto en que recalaba la Flota de Indias con el cargamento de metales preciosos y manufacturas de Nuevo Mundo, tenía una importancia estratégica enorme, al igual que Cartagena de Indias, que también fue asaltada por los británicos en la guerra de 1739-1748. Los estadounidenses, que tienen un gran apego por su historia y por las cosas que otorgan antigüedad a su país, no dudaron en incluir este fuerte español en el U.S. National Register of Historic Places (1966); es además uno de los más antiguos Monumentos Nacionales de Estados Unidos (fue designado Monumento Nacional muy temprano, en 1922). Por otro lado, las autoridades aún izan la bandera española de los territorios de ultramar, de campo en blanco con el aspa roja de San Andrés (la bandera de Florida, por cierto, tiene los mismos elementos heráldicos). Foto de National Park Service, Wikimedia Commons.
Fortaleza Ozama, en Santo Domingo, República Dominicana:
La fortaleza Ozama se encuentra en Santo Domingo, la capital de República Dominicana. Forma parte del conjunto patrimonial que integra la ciudad colonial, la cual pertenece al Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1990. Construida entre 1502 y 1508 por los primeros colonos españoles en La Española —antiguo nombre de la isla que hoy comparten Haití y República Dominicana—, tanto el aspecto como las proporciones medievales de la construcción hacen que la fotografía parezca ilustrar más algún lugar de la Europa medieval que de América. El castillo de Ozama tiene el reconocimiento de ser el edificio colonial más antiguo de América. Foto de EdwinCasadoBaez, Wikimedia Commons.
Castillo de los Tres Reyes de El Morro, en La Habana, Cuba:
Otro de los Patrimonios de la Humanidad de la Unesco de factura española, aunque propiedad de otros países, es el Castillo de los Tres Reyes del Morro. Este se incluye dentro de la denominación «Ciudad vieja de La Habana y su sistema de fortificaciones», en la que también consta el castillo de San Salvador de la Punta (justo enfrente en la boca de la bahía) y el Fuerte de San Carlos de La Cabaña, que es la mayor construcción militar levantada por los españoles en América. A lo largo de los cuatro siglos de presencia española en Cuba, el Fuerte de los Tres Reyes de El Morro sirvió para combatir a piratas, corsarios, bucaneros y a poderosos enemigos que insistían en conquistar la isla, como por ejemplo Gran Bretaña. Nunca falló en su propósito. Foto de Anthony R. Picciolo, Wikimedia Commons.
El Fuerte de San Felipe del Morro, en San Juan, Puerto Rico:
Al norte de la ciudad de San Juan, en la isla de Puerto Rico, se encuentra el impresionante fuerte de San Felipe del Morro. Desde 1993 está declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco bajo la denominación de la «Fortaleza y el Sitio Histórico Nacional de San Juan en Puerto Rico». En 1595, Francis Drake fracasó en su intención de entrar en la Bahía de San Juan; en 1625, una poderosa expedición holandesa formó asedio al Morro, pero finalmente fueron rechazados, no sin antes incendiar y saquear San Juan a fondo. En 1797, 7.000 ingleses al mando de Ralph Abercromby sufrieron en San Juan una dura derrota ante el capitán general Ramón de Castro, que defendió la ciudad a la perfección y que alejó a los británicos para siempre. Este conjunto defensivo aporta una importante fuente de ingresos a Puerto Rico procedentes del turismo. En su interior se realizan exposiciones de objetos y tradiciones coloniales. Foto de Mtmdfan, Wikimedia Commons.
Fuerte de San Juan de Ulúa, en Veracruz, México:
La última resistencia de las tropas españolas en México durante el proceso de Independencia tuvo lugar en el fuerte de San Juan de Ulúa, en Veracruz, que fue el primer asentamiento español —y, por ende, europeo— en la América continental. Veracruz simboliza así el alfa y el omega del dominio español en México (1519-1821), aunque la guarnición española resistió hasta 1825. El fuerte se comenzó a construir en 1535 para 33 años después ser testigo de la batalla naval protagonizada entre Francisco Luján y los piratas Drake y Hawkins, que fueron derrotados. Durante tres largos siglos, este fuerte protegió los intereses comerciales españoles con éxito y sirvió de puerto de escala a la Flota de Indias en su viaje de vuelta anual hasta Sevilla, pasando después por La Habana. Foto de Gengiskanhg, Wikimedia Commons.
Castillo Inmaculada Concepción, en el rio San Juan, Nicaragua:
En la orilla sur del gran río San Juan, en Nicaragua, se alza el magnífico castillo de la Inmaculada Concepción. Se construyó entre 1673 y 1675 con el objetivo de detener las flotas piratas que subían por el río San Juan hasta el gran Lago de Nicaragua, en cuyas orillas se encontraba la próspera ciudad de Granada. En 1762, una importante fuerza combinada de británicos y zambos mosquitos atacaron por tierra el fuerte, que resistió durante 6 días los virulentos asaltos ingleses. El valor y el esfuerzo de Rafaela Herrera, la hija de José de Herrera y Sotomayor —jefe de la guarnición fallecido durante los ataques— quedarían grabados para siempre en la posteridad al conseguir repeler el furibundo ataque. Actualmente, el castillo se encuentra en la lista del patrimonio histórico de Nicaragua y Rafaela Herrera está considerada como una heroína nacional en Nicaragua. Foto de DiverDave, Wikimedia Commons.
La segunda parte sobre las fortalezas españolas en América se publicará el próximo viernes 20 de enero…
Más información de castillos españoles por el mundo:
En esta entrada vamos a recopilar una serie de castillos que se encuentran en diferentes puntos de Oceanía, donde hubo presencia española en lugares que hoy hemos olvidado, a veces incluso lugares tan insospechados como insólitos. Sin embargo, esta es solo la primera parte de las fortalezas españolas en Oceanía, ya que vamos . El ejemplo típico sobre esta cuestión es la presencia española en Taiwán, donde se fundó la colonia de Santísima Trinidad, defendida por el fuerte San Salvador, el cual sería destruido por los nativos. En cualquier caso, es en Filipinas donde se conservan más muestras de aquellas lejanas fortalezas españolas y algunas de ellas realmente quitan el aliento.
Fortalezas españolas en Oceanía (parte I):
Las tres fortalezas españolas que hemos seleccionado en Oceanía para esta primera parte son el fuerte de San Pedro, en Cebú, el Fuerte de Santiago, en Manila –ambos ubicados en Filipinas–, y el fuerte de Nuestra Señora de la Soledad, en la isla de Guam (donde también se encuentra el modesto fuerte de Santa Águeda, una simple batería con tres piezas artillería):
El fuerte de San Pedro, en Cebú, Filipinas: aunque las fechas de construcción del fuerte de San Pedro de Cebú son inciertas, con toda seguridad se puede afirmar que en el siglo XVI ya existía un complejo defensivo, pudiéndose datar la erección de la estructura de piedra entre los años 1630-1631. La puerta principal —en la fotografía— data de 1738: en ella está grabado el escudo de Castilla y León, que aún se puede ver con total claridad. Este fuerte defendió la isla de Cebú de múltiples ataques de piratas de origen islámico –no pecaban si realizaban incursiones de saqueo sobre suelo infiel–.
Foto de Ramirez72, Wikimedia Commons.
Fuerte de Santiago, en Manila, Filipinas: Sin duda se trata de uno de los más impresionantes que construyeran las autoridades españolas en las tierras del Pacífico. El Fuerte de Santiago, en Manila (la capital de Filipinas), fue ordenado construir por el conquistador Miguel López de Legazpi en 1571 en el mismo lugar en el que se encontraban los restos de unas empalizadas defensivas levantadas por un jefe islámico local, a quien consiguió derrotar el conquistador Martín de Goiti —aunque al precio de su propia vida. La estructura de piedra comienza a construirse en 1590, bajo los designios del gobernador gallego de Filipinas Gómez Pérez Dasmariñas. El Fuerte de Santiago, también con el escudo de Castilla y León grabado en su entrada, guardó el puerto de comercio de especias más importante del imperio español durante más de tres siglos, hasta que las Islas Filipinas les fueran transferidas a EE.UU. en 1898. La estructura sufrió terribles daños durante la Segunda Guerra Mundial, pero en la actualidad se encuentra completamente restaurada.
Foto de BrokenSphere, Wikimedia Commons.
Fuerte de Nuestra Señora de la Soledad, en Guam, Estados Unidos:Guam, conocida antiguamente en español como Guahán o Guaján, es una isla de unos 550 km² perteneciente al archipiélago de las Marianas, que fue dominio de España hasta 1898. Guam fue una de las últimas colonias que se perdieron en la Guerra del 98 contra Estados Unidos, aunque no hubo combates: la escasa guarnición permanente española –entre 30 y 50 hombres– no tenía ninguna oportunidad de vencer a los acorazados e infantes de marina del comodoro Dewey. A la defensa de la isla contribuían el fuerte de Nuestra Señora de la Soledad –en la foto–, y la modesta batería de tres cañones de Santa Águeda, que dispone de unas excelentes vistas de la bahía de Agaña (la capital, hoy conocida como Hagåtña). Ambas construcciones son del siglo XIX.
Foto tomada de caxigalinas y este de Guam-OnLine.com
Más información sobre fuertes españoles por el mundo:
En África se pueden distinguir tres interesantes fortalezas de factura española, aunque existen bastantes más. A priori las más próximas por historia y kilómetros son la de Ceuta, la de Melilla, la del Peñón de Vélez de la Gomera o la del Peñón de Alhucemas, aunque las fortificaciones de factura española en el norte de África se extienden hasta Hammamet y la isla de Djerba, dos enclaves que se ubican en Túnez.
La cuestión de las fortalezas de África roza en ocasiones un matiz histórico que conviene tener presente a la hora de adentrarse en un ámbito que es esencialmente de naturaleza militar: algunas de las fortalezas se erigieron en territorios que antes o después fueron gobernados por portugueses, pero se erigieron en un momento en el que la corona de Portugal había recaído en el rey Felipe II y sus sucesores, un periodo que comprende desde el año 1580 hasta 1640. Así ocurre, por ejemplo, con el Fuerte Jesús de Mombasa (1593), en Kenia, que el año pasado fue incluido en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Otra de las más famosas fortalezas portuguesas en África, también Patrimonio de la Humanidad, es el Fuerte de Mazagán (Marruecos), en el cual participó el brillante arquitecto español Juan de Castillo –el único que ha participado en la construcción de cinco monumentos Patrimonio de la Humanidad de la Unesco–, aunque se considera portugués al haberlo construido a las órdenes del monarca luso y para su imperio. Sobre castillos de factura hispano-portuguesa solamente trataremos en esta entrada del Fuerte Jesús, pues el de Mazagán ya fue explicado en la entrada sobre Juan de Castillo.
Fuertes españoles en África:
Las tres fortalezas españolas que hemos seleccionado para ilustrar el potencial español en África son la Ciudadela de la Santa Cruz, las Murallas Reales y el Fuerte de Jesús.
Ciudadela de la Santa Cruz, en Orán, Argelia:
Esta ciudadela, proyectada y construida por el conde Álvarez Silva de Santa Cruz, se ubica a casi 400 metros de altitud en el monte Murdjadjo y constituye el mayor atractivo turístico de Orán. La región fue tomada por tropas españolas al mando del cardenal Cisneros a comienzos del siglo XVI, momento en que estos lares se conocían como el Oranesado. La presencia española se asentó en la ciudad durante tres largos siglos, aunque hubo algunos años de gobierno otomano —entre 1708 y 1732—, hasta que finalmente fue cedida a los otomanos de nuevo en el año 1793. En 2009, esta imponente fortaleza de Santa Cruz de Orán fue declarada Monumento Nacional de Argelia. Foto de Mecifi, Wikimedia Commons.
Las Murallas Reales, Ceuta, España:
Como importante ciudad estratégica situada en la boca del Mediterráneo, Ceuta fue siempre una población tan codiciada como amurallada. De hecho existen lienzos desde la época de dominación bizantina, que duró hasta el siglo VIII, así como ciertos vestigios fenicios. Los portugueses tomaron la ciudad en 1415 y modernizaron las estructuras defensivas de los musulmanes haciéndolas más bajas y robustas para resistir los ataques con la moderna artillería. Por su parte, los españoles comenzarían a edificar un segundo cinturón de murallas tras el foso, ya en el siglo XVII. En 1694, Muley Ismail I, el hermano del fundador de Marruecos –Mulay Rashid–, levantó un asedio a Ceuta que duraría 33 años, y que sería complementado por mar por las flotas inglesa y holandesa en el contexto de la Guerra de Sucesión española. A pesar de las adversidades la plaza finalmente resistió. En el siglo XVIII se le daría al complejo defensivo su aspecto actual, con tres líneas defensivas para hacer de Ceuta un bastión inexpugnable. Conjunto monumental desde 1985, las Murallas Reales fueron postuladas para engrosar la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, objetivo que aún no se ha logrado. Foto del Baluarte de la Bandera de User:DMY, Wikimedia Commons. Se puede visualizar este reportaje para conocer con más detalle la historia de estas murallas: http://www.youtube.com/watch?v=IR_Ggfufufw
Fuerte de Jesús, en Mombasa, Kenia:
Aunque la Unesco no menciona por ningún lado la iniciativa y participación españolas en la construcción de este fuerte, lo cierto es que fue el rey Felipe II quien ordenó erigirlo para proteger las rutas comerciales hacia el Oriente y las posesiones de la corona en unas latitudes esencialmente hostiles. El arquitecto italiano Giovanni Battista Cairatti, a quien Portugal había asignado como destino los territorios en el Índico, fue el encargado de proyectar el fuerte y realizar las obras. Cambió de manos entre las distintas potencias occidentales una decena de veces hasta que los británicos se apoderaron de él definitivamente. El fuerte fue incluido en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 2011. Foto de Zeljko, Wikimedia Commons.
Epílogo
Ya vistos algunos de los fuertes que España construyó en África, la próxima entrega versará sobre los fuertes españoles en Oceanía, donde aventureros vascos y gallegos lograron garantizar un rico comercio de especias y de seda durante más de tres siglos gracias a los sistemas defensivos que lograron desarrollar en un corto periodo de tiempo.
Más información sobre fuertes españoles por el mundo:
No es infrecuente que en España se desconozcan las grandes gestas de sus hombres y su increíble historia, las cuales serían muy útiles a la hora construir un imaginario colectivo que hoy parece vacío de valores. A pesar de ese olvido, muchas de las obras de esos españoles –que podrían llegar a representar una cesta de valores muy positivos, basadas en el esfuerzo, la constancia y el trabajo– todavía perduran hoy en día para admiración de todos. Los logros de aquellos hombres y su dimensión heroica, impregnada de valores constructivos, son equivalentes a los de los antiguos héroes helénicos, que tan lejos condujeron a su civilización, pues cumplían la función de dechados morales y culturales esencialmente exitosos, aunque a veces eran oportunamente castigados por sus excesos.
Desde este pequeño rincón de la internet queremos rendir un modesto homenaje a los logros de la civilización española en el pasado mediante la recopilación de impresionantes castillos que reflejan los éxitos logrados en aquellos tiempos, y que se encuentran prácticamente por todas las partes del globo terráqueo. Esta serie que comenzamos hoy se llama «Fortalezas españolas por el mundo» y en esta primera entrega rescataremos siete de los fuertes levantados por los españoles en el continente europeo:
Castillos españoles en Europa
En el continente europeo, fuera de las actuales fronteras, España construyó, reconstruyó, modernizó y mejoró decenas de fuertes. La mayoría se encuentran en territorio italiano, aunque también se pueden encontrar ejemplos en Francia y en Países Bajos. En esta entrada hemos decidido recoger siete de ellos, magníficos y en muy buen estado de conservación:
«Forte Spagnolo», en L’Aquila, Italia: el fuerte de L’Aquila, en la localidad homónima, que es capital de la región de los Abruzos, se terminó de construir en 1549. Explicaba el periódico El Mundo, con motivo del fatídico terremoto de 2009, que «los expertos coinciden en calificarla de joya de la arquitectura militar del Renacimiento», por su resistencia y solidez. El ingeniero español Pedro Luis de Escrivá diseñó los planos de esta maravilla, en cuya entrada continúa grabado el escudo de Carlos I de España.
Foto de LIAP, Wikimedia Commons.
Castillo del Huevo, en Nápoles, Italia: se trata del castillo más antiguo de Nápoles y, al mismo tiempo, uno de los más alterados desde su creación, habida cuenta de las frecuentes disputas por la ciudad. Fue Alfonso V de Aragón quien realizó enormes esfuerzos por reformarlo en el siglo XV, pero sucesivas guerras hasta que cayera otra vez bajo el control de los aragoneses mermaron su capacidad defensiva. El rey Fernando II de Aragón, el famoso Fernando el Católico, realizó una intensiva serie de reformas que le confirieron la solidez y aspecto actuales.
Foto de cavorite, Wikimedia Commons.
Il Castello, en Lipari, Sicilia: se encuentra en la isla de Lipari, en el archipiélago Eolio, que se sitúa entre Italia y Sicilia. Lipari fue atacada y saqueada por Barbarroja en 1544, lo que provocó que la población abandonara la isla. Carlos I de España, que era rey del archipiélago, ordenó levantar un muro y otorgó grandes beneficios fiscales a los habitantes para que fuese repoblada rápida y eficazmente. Más tarde, las islas pasaron a formar parte del Reino de las Dos Sicilias.
Foto de Herandar, Wikimedia Commons.
Castillo de Castelsardo, en Cerdeña, Italia: situada en el promontorio rocoso de la ciudad de Castelsardo, este castillo se denominó durante el siglo XVI Castel Aragonese, debido al impulso que recibió de la corona aragonesa para la reconstrucción, reforma y reforzamiento de sus lienzos y bastiones.
Foto de Stahlkocher, Wikimedia Commons.
Fortaleza de Salses, en Rosellón, Francia: este impresionante castillo ubicado en el Rosellón francés fue erigido –sobre los restos de una fortaleza albigense– entre 1497 y 1503 por un arquitecto castellano de apellido Ramírez, quien quiso trasladar la filosofía defensiva castellana a las recién conquistadas tierras del Rosellón. El castillo jugó un importante papel en las Guerras entre Carlos I de España y Francisco I de Francia y posteriormente durante la gran contienda europea conocida como la Guerra de los Treinta Años. Al término del conflicto, los españoles hubieron de cederla en virtud de los acuerdos alcanzados en el tratado de los Pirineos, en 1659.
Foto de Groumfy69, Wikimedia Commons.
Castillo del Castellet de Perpiñán, Francia: esta fortaleza que guarda ciertas similitudes con el estilo morisco se construyó hacia 1368 por encargo del rey Juan I de Aragón. Formaba parte de las murallas de Perpiñán y cumplía las funciones de puerta y de baluarte defensivo. Más adelante, Carlos I reforzó las estructuras defensivas del complejo y en 1642 hizo lo propio el marqués de Vauban, genial arquitecto militar francés. En el siglo XX, el cinturón de murallas de la localidad fue derribado, pero se conservó el Castellet por su belleza y características únicas. Actualmente es la sede del Museo Catalán de las Artes y Tradiciones Populares.
Foto de Sts, Wikimedia Commons.
Fortaleza de Naarden, en Holanda Septentrional, Países Bajos: la ciudad de Naarden se rebeló en 1572 contra las autoridades españolas en Flandes, algo que la corona no estaba dispuesta a consentir. Las tropas españolas consiguieron, tiempo después de estallar la rebelión, reconquistar la ciudad y sofocar la revuelta. Entonces se decidió derrumbar los antiguos muros de la ciudad y reconstruir Naarden y su sistema de defensas según criterios arquitectónicos más modernos. Los españoles construyeron en Naarden una de las fortalezas que mejor se conservan en los Países Bajos y que representa el arquetipo de construcción defensiva de los siglos XVI y XVII –en forma de estrella para disponer del mayor número de ángulos de tiro contra el enemigo y disminuir los estragos de las nuevas armas de artillería.
Foto de Kliek, Wikimedia Commons.
Breve epílogo a las fortalezas españolas en Europa
Existen muchos más castillos de factura española en Europa, aunque nos hemos limitado a seleccionar una pequeña fracción de ellos. Hay que tener en cuenta que España desarrolló en el ámbito de su intensa política internacional un enorme esfuerzo defensivo en todos y cada uno de sus territorios con el objeto de proteger sus dominios de los constantes ataques e incursiones que realizaban sus cada vez más numerosos enemigos. En las próximas entradas de 2.0 Viajes realizaremos sendas reseñas de las fortificaciones españolas en África y Oceanía y en América, donde más se desarrolló e invirtió en arquitectura militar.
En este foro de historia militar se pueden ver otros muchos ejemplos de fortalezas españolas en Europa. Sobre el fuerte de L’Aquila en particular se puede acudir al citado artículo de El Mundo para encontrar algo más de información sobre el terremoto de 2009 y las opiniones de algunos expertos respecto de la solidez de la construcción.
Más información sobre fuertes españoles por el mundo:
Muchos viajeros que visitan Croacia por primera vez eligen la ruta Split – Dubrovnik – islas del mar Adriático, entre ellas Lastovo. Sin duda islas como Korčula, que antaño regía administrativamente a Lastovo, Hvar, Šolta, Brač y Vis se han convertido en un destino turístico de primer orden tras de la Guerra de los Balcanes. Y lo merecen: todas preciosas, todas como una estampa atrapada en el tiempo.
Ya hablaremos de ellas, pero de momento ocupa nuestra atención la isla de Lastovo. En la entrada anterior hablamos de la localidad de Lastovo, centro de la isla, y del Parque Natural del Archipiélago de Lastovo. Ambos componen los mayores atractivos turísticos de la ínsula, aunque no son los únicos, pues en cada rincón se esconde una estampa curiosa. Y es que en la isla, además de la capital, Lastovo, hay otras cuatro localidades, tan minúsculas como encantandoras:
Ubli: se encuentra al suroeste de la isla, en el interior de la bahía de Velo Lago, a no más de 10 km de Lastovo. Desde la antigüedad, la bahía de Velo Lago fue un refugio natural donde recalaban los barcos a los que les sorprendía la noche o la galerna. Hoy es uno de los puntos desde el que parten los barcos que unen la isla con el continente: desde Split hay una línea regular de transbordadores y catamaranes que llegan hasta este lugar. Hay distintos horarios en invierno y en verano para los barcos que unen la isla con el continente. Además de ser el punto más cercano desde el continente, de Ubli también parten los autobuses que van hacia Lastovo. En Ubli se encuentra una interesante iglesia que data del siglo XI: la iglesia de San Lucas.
El encanto está presente en todos los rincones. Foto de http://picasaweb.google.com/elinenberg, W. Commons.
Pasadur: ubicada al noroeste de la isla y al norte de la bahía de Velo Lago, se trata de un pequeño conjunto de casas pintorescas a resguardo de las inclemencias del tiempo en su pequeña bahía natural. Pasadur y Ubli están separados por apenas 3 km de distancia. Puesto que Ubli y Pasadur comparten la misma bahía, los barcos llegan a ambas localidades, con diferentes líneas de ferry y catamaranes que conectan Pasadur y Ubli con Dubrovnik y Split.
Skrivena Luka o Portorus: al sur de la isla, a unos 7 km de Lastovo. También se levanta en el interior de una pequeña bahía que sirve de refugio natural para los navegantes. En el cabo Struga, uno de los brazos de la bahía, se levanta un faro que data de 1839 y que es de los más antiguos en funcionamiento del Adriático. Junto a Skrivena Luka se ubica un camping tradicional dotado con todos los servicios.
El cabo de Struga con su faro del siglo XIX. Foto de Björn Ehrlich, Wikimedia Commons.
Zaklopatica: otra pequeña localidad que se puede visitar en transbordador o catamarán desde Lastovo.
Además de las poblaciones, en Lastovo hay un lugar realmente curioso: un búnker para submarinos que está muy disimulado con el paisaje. Esta antigua dársena de submarinos se encuentra abandonada en la actualidad, aunque fue un lugar de intensa actividad militar durante la Segunda Guerra Mundial. En el vídeo inserto a continuación se puede apreciar con bastante detalle la configuración del búnker submarino.
Playas de Lastovo
Aunque es una pequeña isla del Adriático, Lastovo tiene una costa muy variada en la que se intercalan las playas de guijarros o piedras con las playas de suave arena. Las más comunes son las pequeñas playas de arena que presentan las cuatro localidades ya descritas, pero la ribera de una de las pequeñas islas que componen el archipiélago tiene playas de arena, la isla de Saplun. San Miguel (Mihajlo) es otra de las mejores playas.
En la penúltima entrada de 2.0 Viajes expusimos las posibilidades turísticas de la isla de San Martín, en el Caribe, y su paradisíacos parajes y playas. Parece que el tópico de lo paradisíaco sólo existe lejos del Viejo Continente, bien en América o bien Oceanía, con esas islas de aguas cristalinas, playas claras y sabor intenso. Sin embargo, los lugares paradisíacos no son para nada ajenos a al Viejo Continente, y un buen ejemplo de ello es la isla de Lastovo, en Croacia. Hoy comenzamos una serie de dos posts sobe esta isla. En el primero hablaremos de la localidad de Lastovo y del Parque Natural de Lastovo, los principales atractivos turísticos de la isla.
Ubicación de Lastovo, en el Mar Adriático (Google maps).
Habitado por no más de 500 personas, la impresión que entre los viajeros suscita el pueblo de Lastovo es la de trasladarse a tiempos pasados, ya que la mayoría de sus edificios corresponden a las épocas medieval, renacentista y barroca. Aunque se trata de una minúscula localidad, el patrimonio de Lastovo es abundante y de gran valor histórico.
De la arquitectura religiosa de Lastovo el edificio más relevante es la iglesia de los santos Cosme y Damián –se la conoce directamente como la catedral de Lastovo– que fue construida a lo largo del siglo XIV. En su interior hay un tesoro de incalculable valor: unos frescos conocidos como «Pieta» pintados en 1545 por un artista veneciano anónimo, pero que reflejan en toda su dimensión el alcance artístico de la metrópoli italiana. Otro de los edificios religiosos de la localidad es la iglesia de San Blas de Sebaste, erigida en el siglo XII, que está rodeada por una muralla y una torre. A pesar de ser dos edificios de ingente valor arquitectónico, la iglesia más interesante es la de Santa María, del siglo XIV. En otros pueblitos de la isla también se esconden iglesias muy curiosas e interesantes –como la de San Lucas, en Ubli.
El corazón de Lastovo. Foto de Björn Ehrlich, Wikimedia Commons.
La seña de identidad del pueblo de Lastovo es sin duda su arquitectura. Todavía se conservan numerosos edificios del Renacimiento, todos rematados con sus peculiares chimeneas redondas que los lugareños cononcen como «fumari». Este tipo de chimeneas cilíndricas dicen que recuerda a los minaretes de las mezquitas, aunque se empezaron a construir a lo largo del siglo XVII, sin que exista constancia de la influencia turca o musulmana en general. Todos los edificios renacentistas de Lastovo están construidos en piedra y responden al método urbanístico tradicional de Croacia, por lo que el viajero experimenta la sensación de viajar al pasado.
Entre el 10 de febrero y el 17 de marzo se celebra el Poklad, una especie de carnaval típico de Lastovo, en el que fabrica una muñeca de trapo que se llena de carbón y a la que se le pone un cigarrillo y que es lanzada como en tirolina por una cuerda que va desde una de las colinas hasta el pueblo a lo largo de más de 300 metros de diagonal. Aunque se trata una celebración típica, no tiene carácter turístico y se considera una horrible grosería tomarse frívolamente el Poklad.
Parque Natural de Lastovo
Parque Natural del Archipiélago de Lastovo. Foto de Публикуется автором, Wikimedia Commons.
Hace 5 años, el gobierno croata convirtió el archipiélago de Lastovo en parque natural por su valor ecológico y por su bien conservado hábitat en el contexto del mar Adriático. El Parque Natural del Archipiélago de Lastovo, pues ese es su nombre oficial, se extiende a lo largo de más de 200 km² tanto por zona terrestre como por zona marina, aunque la mayor parte de su superficie corresponde al área marina –esta comprende unas 44 islas y arrecifes rodeados de unas aguas azules tan nítidas y despejadas que recuerdan a las del mar Caribe. La conjunción de pequeñas islas y de un mar tan claro y puro convierte a Lastovo, y también a otras islas croatas cercanas, en el Caribe europeo. Solamente se puede añadir que el parque en su conjunto constituye una de las zonas mejor conservadas del Adriático, con unos paisajes y variedad biológica que cristalizan en una belleza natural única. Parece mentira que en Europa aún sigan existiendo paraísos naturales de estas características –sin contar las islas griegas, que, sin embargo, están tan masificadas que su encanto como paraíso mediterráneo y privilegio de unos pocos prácticamente ha desaparecido–, pero lo cierto es que aún existen y compañías turísticas especializadas en viajes de cruceros cada vez trabajan más estas islas y las costas de Croacia.
Split está a solo 3 horas en barco
Solamente tres horas de viaje en barco separan Lastovo de Split, lucero del Adriático. En esta ciudad se encuentra el palacio del emperador romano Diocleciano, que se convirtió en Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1979, junto con el casco antiguo de la ciudad. Otros sitio ineludible de Split es la plaza Narodni, donde se ubican el palacio Agubio y el palacio Papalic –el más acabado ejemplo del arte gótico de la ciudad. El lector puede encontrar más información de esta increíble ciudad croata en la Guía de viaje de Split de 2.0 Viajes.
Para encontrar más información sobre Lastovo, el lector puede visitar la página de turismo en Lastovo (en inglés).
Aunque la ciudad que en general ofrece más posibilidades al visitante es Marigot, Philipsburg también tiene cierto atractivo. Sin ir más lejos es en este enclave donde fondean los cruceros que recorren el Caribe, parece que por la posibilidad de comprar joyas a precios bajos gracias a la exención de impuestos. Teniendo en cuenta las mismas recomendaciones que se expresaron en la anterior entrada sobre la Isla de San Martín, Philipsburg no ofrece una experiencia diferente con respecto a Marigot. Ambas son como las caras de una misma moneda, inseparables: juntas tienen el mismo valor, separadas ninguno.
Philipsburg
Aunque los holandeses alcanzaron la isla en 1631 y se instalaron en ella dos años después, no será hasta 1735 cuando el asentamiento experimente un notable desarrollo, bajo el gobernador de origen escocés John Philips. Él fue el responsable de la implantación de modernas técnicas de sembrado y cosecha en la isla y por eso se le considera el más distinguido prócer de la localidad, más aun que el fundador de la ciudad.
Al igual que Marigot, Philipsburg goza de la ventaja consumista que le ofrece un régimen fiscal que no grava al mercado minorista. Las calles más comerciales son Front Street y Back Street y han adquirido fama en los últimos años porque en ella se venden joyas y perfumes libres de impuestos. Al margen de la faceta comercial de la ciudad hay edificios históricos que tienen su belleza y simbolismo, como por ejemplo el palacio de Justicia (Courthouse), que se encuentra en Front Street. Además, la ciudad tiene dos fuertes:
El Fuerte Ámsterdam, que construyeron los colonos holandeses, fue tomado por las tropas españolas de Cadereyta, que reforzaron sus defensas para detener a los corsarios que actuaban contra los intereses españoles en el Caribe. Peter Stuyvesant, fundador de Nueva Ámsterdam –hoy la gran ciudad de Nueva York–, perdió una pierna en un intento de los holandeses por recuperar el fuerte.
El Fuerte Willem I (de Guillermo I) fue construido por los ingleses en 1801. Se llamó Fort Trigge hasta que fue reconquistado por los holandeses más tarde y finalmente abandonado en 1846. En la actualidad sólo quedan algunas trazas de paredes del fuerte.
Por otro lado está Sint-Maarten Park y Sucker Garden Salt Factory. En el primero, una especie de zoo, habitan individuos de numerosas especies de animales como loros, ocelotes y monos. La segunda es una reliquia de la industria decimonónica de la sal en la que se puede apreciar cómo era el proceso de producción desde la extracción hasta su transporte y venta.
Los objetos que alberga el Museo de Sint-Marteen, en el centro de Philipsburg, trazan un recorrido histórico de la isla, desde el momento en que estaba habitada por los indios arahuacos hasta la actualidad. El valor de este museo no pasa de lo anecdótico, aunque también se venden recuerdos relacionados con la historia de la parte holandesa de San Martín.
En resumen, Philipsburg es una visita ineludible, aunque es inseparable de Marigot. Para obtener más información y detalles sobre Philipsburg, el lector puede acudir a la página oficial de Turismo de la isla de San Martín.
Hace ya 3 años y medio que 2.0 Viajes nació con la ilusión de –aunque suene a inmodestia no lo es– reportajear todos los lugares de la Tierra. El propósito que sostiene a este proyecto en pie es facilitar al viajero tanto el tomar la decisión de viajar como el proporcionar algunos consejos sobre los viajes que van a emprender. En ese ambicioso afán a veces nos hemos sentido como aquel poeta de «El Aleph» –el cuento de J. L. Borges– que pretendía versificar cada milla terrestre:
Esos conceptos, y otros no menos novedosos, figuraban en el Canto Augural, Canto Prologal o simplemente Canto-Prólogo de un poema en el que trabajaba hacía muchos años […] El poema se titulaba «La Tierra»; tratábase de una descripción del planeta, en la que no faltaban, por cierto, la pintoresca digresión y el gallardo apóstrofe.
El mundo, sin embargo, es demasiado grande para contarlo entero en una vida y, aún menos, en este blog. Pero con paso lento y seguro, despacito y con buena letra, en 2.0 Viajes vamos «topografiando» todos los rincones de la Tierra que merecen visitarse alguna vez en la vida.
No hace ni un año que creamos el perfil de Facebook de 2.0 Viajes, en el cual publicamos puntualmente todas las nuevas informaciones que vamos terminando. Ya son 44 los seguidores que están pendientes de nuestra evolución: queremos darles especialmente las gracias, pues sin ellos este blog en parte dejaría de existir, no porque se vaya a eliminar, sino porque no habría ojos que lo hicieran revivir cada vez lo leen. También esperamos continuar con vosotros muchos años más.
En estos 3 años y medio de existencia, desde nuestro nacimiento aquel lejano 7 de agosto de 2008, muchas han sido las personas que han considerado que nuestras líneas eran merecedoras de al menos un minuto de su vida y, por esa razón, en 2.0 Viajes les estaremos eternamente agradecidos. Esperamos poder seguir mereciendo ese privilegio durante muchos años más.
Por todo esto, y por vuestra demostrada fidelidad, lectores nuestros, queremos aprovechar esta carta para daros las gracias a todos y cada uno de vosotros y desearos a todos una
Algunos han definido San Martín como la «Ibiza en el Caribe» por sus playas –algunas nudistas–, su agitada vida nocturna y los buenos precios para ir de compras. No en vano, tantos atractivos turísticos no han pasado inadvertidos a la industria de los cruceros, que, cada vez más, incluye la isla entre los itinerarios del Caribe. De hecho, en los últimos años la cifra de turistas que llegaron a la isla en esta clase de transporte superó el millón de personas, lo que puede servir para ilustrar su enorme potencial turístico.
San Martín, que tiene la peculiaridad de ser la ínsula más pequeña del mundo dividida entre dos países, se considera la capital culinaria del Caribe –gracias a sus más de 300 restaurantes y a una cocina con tintes originales que debe su éxito al sincretismo gastronómico–. No es menos famosa su agitada vida nocturna con numerosas opciones de fiesta. En cualquier caso, no nos vamos a detener en los bares, discotecas o restaurantes que se pueden visitar, ya que la mayoría de los que existen ofrecen un buen servicio. Aunque hay que hacer una advertencia: se han dado casos en los que al pagar en un restaurante o bar con tarjeta bancaria el camarero ha cargado una cantidad mayor de la debida, algo que resulta muy difícil reclamar. Por ello, se recomienda llevar efectivo en todo momento.
Tanto la vida nocturna como la gastronomía se pueden disfrutar principalmente en las dos grandes localidades de la isla: Marigot, capital de la zona francesa, y Philipsburg, capital de la zona neerlandesa. En el post de hoy hablaremos de la primera.
La bahía de Marigot. Foto de Darwinek, Wikimedia Commons.
Marigot
Una de las cosas que diferencia a Marigot de Philipsburg es que Marigot tiene más patrimonio, con algunas cosas de cierto valor histórico. Si en Madrid, todo viajero tiene que caminar por Gran Vía, o en París por los Campos Elíseos, en Marigot la vía urbana ineludible es la Rue de la Republique –la calle de la República–, que está repleta de edificios típicos del siglo XIX. En esta calle y en las principales del centro de Marigot se encuentran innumerables tiendas y es donde acuden todos los turistas en busca de productos tecnológicos y textiles de primera calidad libres de impuestos –todos lo que se vende es duty free. Las zona de mayor concentración de tiendas es la que va desde el embarcadero hasta el Fuerte Luis. Otro de los puntos emblemáticos de la ciudad es el mercado de mujeres negras donde se venden peces del día, carne local, especias, frutas y otros productos todos los días de la semana excepto los domingos.
El mercado de Marigot, con el Fuerte Luis al fondo. Foto de Kevin James, W. Commons.
Quizá la visita más espectacular sea la del Fuerte Luis, que fue construido en 1789 y que se ha restaurado recientemente. Además del fuerte, la vieja prisión de Marigot compone otra de las visitas al barrio histórico de la ciudad y se encuentra muy cerca del Fuerte Luis. La iglesia católica de Marigot, erigida hace apenas 70 años, es otra de las visitas recomendadas. Se trata de una especie de reducto católico dentro de una sociedad cada vez más «anglosajonizada». Otros lugares de interés son el puente Durat y la tumba de François-Auguste Perrinon, uno de los primeros abolicionistas franceses.
El Fuerte Luis, sobre la cima del promontorio que preside Marigot. Foto de keith011764, Flickr.
Las vistas de la ciudad de Marigot desde el Fuerte Luis, que protegía la bahía. Foto de gadl, Wikimedia Commons.
Otra de las visitas que más merecen la pena es el Museo de Historia de San Martín –Philipsburg también tiene uno, pero no es tan interesante. En el museo se puede ver el recorrido histórico de la isla, pasando por la colonización española, francesa y holandesa y los siglos posteriores. El edificio del museo tiene cierto valor histórico en sí, puesto que se construyó en 1789 –año de la Revolución Francesa.
Otros lugares dignos de visita por la curiosidad que despiertan son la plantación de azúcar de Saint Jean y el molino de azúcar Spring –Printemps, en francés–, los dos construidos en el año 1772, pues conformaban juntos la cadena de producción industrial de azúcar y ron. En ambos edificios se conservan antiguas herramientas y elementos varios que se requerían para procesar estas materias primas, algunos realmente curiosos.
En el mar Caribe, a no más de 250 kilómetros de Puerto Rico se encuentra la paradisíaca isla de San Martín. Se trata de una pequeña porción de tierra que no llega a los 90 km² y que tiene la peculiaridad de estar divida entre dos naciones europeas: Francia, que ocupa un 61 por ciento del territorio, y Países Bajos, que domina sobre el 39 por ciento restante. Al norte se ubica la colectividad de ultramar francesa de Saint-Martin, mientras que la zona del sur corresponde a Sint-Maarten, que hasta 2010 pertenecía a las Antillas Neerlandesas. La capitalidad de la isla se comparte entre las dos mayores ciudades: Marigot (en la parte francesa) y Philipsburg (en la parte neerlandesa). La isla de San Martín en encuadra en el archipiélago de las Antillas Menores, y en concreto, entre las islas de Barlovento.
La isla, poblada por los indios arahuacos desde hacía siglos –aún se conserva de ellos el Sitio Arqueológico de Hope State–, fue descubierta por Cristóbal Colón en su viaje de 1493. No obstante se asentaron en ella los franceses en 1624, donde cultivaron tabaco, y los holandeses, que crearon una factoría de extracción de sal en 1631. En el contexto de la Guerra de los Ochenta Años, el puerto holandés servía de base para los corsarios de esa nación contra España, por lo que tropas españolas al mando del marqués de Cadereyta lo conquistaron en 1633 con el fin de garantizar la seguridad de la navegación en el Caribe. Con el Tratado de la Concordia (1648), la isla quedaría definitivamente dividida en dos, una zona controlada por Francia al norte y otra por Holanda al sur. Con todo, durante los siglos irá cambiando de soberanía numerosas veces hasta 1816, pero no será hasta 1838 cuando se fijen definitivamente los dueños y las fronteras. A partir de entonces –pregunta de Trivial– la única frontera que hubo y habrá entre Holanda y Francia es la que existe en la isla de San Martín.
Ubicación de la isla de San Martín en el Caribe (Google maps).
Como isla eminentemente caribeña, San Martín ofrece principalmente sol y playa: unas vacaciones de absoluto relax –a menudo concita un tipo de turista un tanto «hooligan». Solo por ofrecer un dato, esta isla alberga hasta 37 playas de suave arena y cristalinas aguas. Si hubiera que elegir entre las playas más interesantes de la isla, las elecciones más adecuadas serían, a priori, Orient Bay –también conocida como la «Saint Tropez del Caribe»–, Cupecoy Bay, las playas de Pinel Island, Friar’s Bay, Plum Bay y Mullet Bay, de la que algunos dicen que es la mejor de la isla. Maho Bay, en la parte holandesa, se ubica al final de la pista de despegue del Aeropuerto Internacional Princesa Juliana y desde ella se puede apreciar el espectáculo de ver un avión a muy escasa distancia, como se aprecia en este vídeo (sin duda impresionante, aunque muy peligroso):
No obstante, existe el relativo inconveniente de que muchas de las playas son propiedad de hoteles, con lo que sólo se puede disfrutar de ellas si se está alojado en ellos, o pagando algunos honorarios. Sea como sea, los precios no deberían ser el mayor quebradero de cabeza del viajero, ya que los productos de las tiendas están libres de impuestos y en general los bienes y servicios se mantienen a precios bajos en comparación con Europa. Por otro lado, las ciudades están repletas de bares para salir de marcha, cosa de la que los oriundos también gustan. Precisamente la vida nocturna es otro de los aspectos que buscan los turistas de San Martín y hacen de ella uno de los destinos ideales para el relax y la despreocupación totales.
Por supuesto, además de las playas y el sol hay otras actividades que se pueden disfrutar en San Martín. A menudo los visitantes desean practicar el senderismo entre la peculiar naturaleza de la isla, entre otras cosas por el tipo de paisaje, que se conoce como selva seca o selva tropófila. La ruta más frecuentada para disfrutar de este aspecto de la isla es la que conduce hasta el Pic du Paradis, que es la mayor altura de la isla con 427 metros sobre el nivel del mar. Desde ese culmen se obtienen unas espléndidas vistas de los alrededores de la isla, con el diáfano azul del mar Caribe inundando los horizontes. A los pies de la elevación de Pic du Paradis se encuentra la granja de Loterie, que es una antigua plantación de azúcar erigida allá por 1773.
Además de Pic du Paradis hay otras maravillas naturales, como la Reserva Nacional de la Naturaleza de San Martín, que se extiende a lo largo de 3.150 hectáreas –unos 32 km² entre la superficie marina y la terrestre– y que incluye las salinas de Oriente, los pantanos de Etang aux Poissons y las islas de Tintamarre y Pinel. Otra de las visitas más recomendadas es la granja de mariposas en Route du Gallion, en la que habitan cientos de especies de mariposas.