En Transilvania, la región de las más famosas leyendas vampíricas, se ubica una de las ciudades más interesantes de Rumanía: Cluj-Napoca –pronunciado como [ˈkluʒ naˈpoka]. Napoca fue una ciudad fundada por los romanos tras la conquista de la región de Dacia, a comienzos del siglo II de nuestra era. Poco a poco fue creciendo en importancia en el contexto imperial hasta que llegó la época de las invasiones bárbaras y no vuelve a aparecer en los textos escritos hasta que fue conquistada por el incipiente Reino de Hungría de Esteban I. Este rey mandó construir en Cluj-Napoca un castillo para el conde de Kolozs y más tarde Ladislao I erigió la abadía de Cluj-Mănăştur. Pasaron los siglos por la ciudad como en el resto de Europa, viviendo los grandes conflictos y acontecimientos: primero los problemas de la Reforma, luego los nacionalismos del siglo XIX en los Balcanes y, finalmente, la revolución contra el régimen soviético en 1989. Durante la última década, Cluj-Napoca se ha beneficiado de un notable desarrollo económico y ha impulsado la industria hotelera.
Una ciudad con larga historia y tan estratégica posición al ubicarse en el centro de Transilvania obligatoriamente debe tener un interesante patrimonio arquitectónico. Comenzando por los templos, que pertenecen a diferentes cultos, numerosos edificios bien merecen visitar Napoca, además de por su sabor tradicional tan bien conservado. Quizá la iglesia más sorprendente e impresionante sea la enorme catedral de Nuestra Señora de la Asunción, de culto ortodoxo, que se construyó en el primer cuarto del siglo XX a pesar de la escasa población ortodoxa de la ciudad.
Además de la catedral de Nuestra de la Asunción, Cluj-Napoca tiene un interesante templo católico: la catedral de San Miguel, que fue construida durante el siglo XIV, aunque su torre, que es la más alta de Transilvania, se levantó en 1862. Frente a la iglesia se encuentra la estatua de uno de los reyes de Hungría más famosos: Matías Corvino, que luchó contra los sajones y los turcos y apresó a Vlad Tepes que, según la tradición, es el personaje histórico sobre el que se construyó la leyenda de Drácula –pues el alias de Tepes era «Draculea», un derivado de «dracul» o «demonio», en rumano. Por otro lado, también resulta interesante la arquitectura de la única sinagoga de la ciudad, que fue construida entre 1886 y 1887.
Entre los edificios civiles de la ciudad merecen un vistazo, si no una visita en profundidad, el Palacio de Justicia, la antigua casa del rey medieval Matías Corvino, el ayuntamiento, o los preciosos palacios de Bánffy y Szeky. Reseñables son también algunos edificios construidos bajo el esquema arquitectónico comunista, como el Teatro Estatal Húngaro –«Teatrul Maghiar de Stat». el Jardín Botánico y el Parque Central son también dos lugares que merece la pena ver. Las vías urbanas ineludibles por las que no se puede olvidar transitar son Iuliu Maniu, donde los edificios a ambos lados de la calle son simétricos, la avenida del Regele Ferdinand –una de las arterias comerciales de la ciudad–, la avenida Erolior –la calle Serrano de Cluj-Napoca– y la plaza Unirii, que es el núcleo del casco viejo.
Respecto de la faceta cultural de la ciudad, se puede destacar un par de museos: el Museo Nacional de Arte, ubicado en el palacio Bánffy, y el Museo Nacional de Historia de Transilvania –Muzeul naţional de istorie a Transilvaniei– . La ciudad dispone de un aeropuerto internacional y hay vuelos directos desde Madrid y Barcelona, con la aerolínea húngara Wizzair (en Destinia.com se ofrecen, entre otras, las rutas Madrid – Cluj-Napoca y Barcelona – Cluj-Napoca).
2 respuestas hasta ahora ↓
1 Laura // 5 de diciembre de 2011 a las 16:32
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2 Paco Almádena // 5 de diciembre de 2011 a las 17:21
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