Las culturas que se han estancado en un grado de desarrollo que alcanzaron hace siglos y que aún siguen vivas conservan una serie de rituales que irremediablemente resultan exóticos y pintorescos para los occidentales. Muchas veces estos ritos se mantienen tan puros que constituyen manifestaciones culturales extraordinariamente específicas que las hace merecedoras de un reconocimiento especial, reconocimiento que les permitirá continuar la tradición sin esta corromperse y hasta explotar, en su dimensión turística, antiguos rituales tan anquilosados como atractivos para los foráneos.
Originarios de lugares tan distantes y dispares como Zambia y Bután, existen dos rituales que responden cabalmente a las características descritas en el párrafo anterior: son la mascarada Makishi, practicada por las tribus Luvale, Chokwe, Luchazi y Mbunda —que habitan en el noroeste de Zambia—, y la danza de máscaras de los tambores de Drametse, que tiene lugar dos veces al año en el monasterio de Ogyen Tegchok Namdroel Choeling —en el recóndito Bután— en honor a Padmasambhava, fundador de la escuela tibetana budista.
Ambas celebraciones constituyen manifestaciones culturales tan específicas que recibieron en 2005 un importante reconocimiento por parte de la Unesco al proclamarlas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, algo que va a implicar un claro impulso turístico en ambas regiones, pero también una cierta garantía de conservación bajo los auspicios de la división cultural de la ONU. Como indican los propios nombres del ritual, en ambos casos se emplean máscaras para representar seres sobrenaturales o divinos, un rasgo que tiene mucho que ver con los famosos carnavales, esas fiestas que se celebran principalmente en la esfera occidental del mundo.
La mukanda, el rito zambiano para pasar de niño a hombre
La mascarada de Makishi se interpreta —pues como mascarada no deja de ser una interpretación— en el contexto de una fiesta tribal zambiana conocida como «mukanda». La mukanda es un rito de las citadas tribus de Zambia que se celebra con el fin de explicitar y materializar socialmente el paso de los varones desde la etapa pueril a la etapa adulta. Los niños de dichas comunidades cuya edad esté comprendida entre los 8 y 12 años son conducidos al interior de la selva, donde se establecerán entre uno y tres meses, en un acto que simboliza a la vez su «muerte» como niños y su nacimiento a la edad adulta. El motivo último de la mukanda es la circuncisión de los muchachos, un momento que les introduce en el mundo de los varones adultos y les abre el camino hacia una etapa de madurez personal y sexual. La Unesco añade que la mukanda
[…] tiene una función educativa consistente en transmitir técnicas de supervivencia y un conocimiento sobre la naturaleza, la sexualidad, las creencias religiosas y los valores sociales de la comunidad
En este complejo ritual zambiano, la mascarada de Makishi equivale a la ceremonia de clausura de la mukanda. El personaje enmascarado Makishi —que representa a un antepasado familiar vuelto al mundo de los vivos para guiar a los nuevos adultos— acompaña con bailes a los chavales hasta las poblaciones de las que proceden y así concluye la celebración que se ha prolongado por varios meses.
La danza mitológica de Drametse
Esta danza sagrada que se celebra en honor de Padmasambhava está interpretada por 16 danzantes, ataviados de máscaras y de atuendos de vivos colores, y diez músicos, que portan instrumentos tan pintorescos como el címbalo o el bang nga —un tambor de dimensiones ciclópeas, pero de sonido inquietante y sobrecogedor. Los músicos también llevan trompetas y tambores de menor tamaño.
La danza de Drametse encierra una estructura narrativa que se divide en dos escenas claramente diferenciadas por el ritmo interpretativo de los bailarines: mientras que en la primera escena la danza se hace con movimientos lentos y reposados para representar a ciertas divinidades benevolentes y pacíficas, en la segunda parte los bailarines interpretan, por medio de frenéticos movimientos y bailes, a un conjunto de divinidades enfurecidas. Por tanto, el Drametse Ngcham —así se conoce el ritual en dzongkha, el idioma oficial butanés— refleja una concepción del mundo algo maniquea, pero no por ello menos espectacular y pintoresca.
Al igual que sucede con la mascarada de Makishi, las caretas que exhiben los danzantes de Drametse encarnan otros seres, en este caso animales reales o míticos. No se conoce con exactitud el origen temporal del Drametse Ngcham, pero se sabe que existía varios siglos antes del s. XIX, momento en que la danza se adaptó a la idiosincrasia de diferentes provincias de Bután.
Resulta realmente curioso comprobar a través de estos antiguos y exóticos rituales de Makishi y Drametse cómo ese primitivo impulso por representar a seres ajenos a nosotros mismos es un fenómeno tan viejo como el ser humano y que además se trata de un acto indispensable para construir la imaginería religiosa de los pueblos. En fin, las máscaras y el hombre, dos caras de una misma moneda…
Con esta entrada «enterramos la sardina» de este breve ciclo temático relacionado con las mascaradas y los disfraces tan propio de los carnavales, que ya concluyen, pues mañana llega el Miércoles de ceniza, momento en el que se terminan los excesos para iniciar las rigideces del ayuno de Cuaresma.
Tras celebrar San Valentín hace algunos días, ahora le llega el turno al carnaval. Aunque pueda sorprender en un principio, conociendo las pomposas celebraciones iberoamericanas, las mejores propuestas para disfrutarlo tienen acento español. Existen fiestas en casi todas las ciudades, y algunas de ellas hasta han ganado fama internacional, como el carnaval de Cádiz, el carnaval de Santa Cruz de Tenerife o el carnaval de Las Palmas. Pero no son los únicos que ofrecen cosas extraordinarias, sino que se pueden contar al menos otros diez carnavales que han sido declarados Fiesta de Interés Turístico Nacional por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio.
Pero antes de plasmar la lista de carnavales españoles, lo mejor es explicar un poco los motivos y orígenes de estas celebraciones.
Cristianización de lo pagano
Sabemos que la fiesta del carnaval es una derivación cristiana católica de las antiguas fiestas paganas que se realizaban en Roma, especialmente de las saturnales, las bacanales y las lupercales. La estructura del Imperio Romano facilitó su expansión a todos los rincones de sus dominios y, de hecho, los países cristianos protestantes y ortodoxos no contemplan esta celebración en su calendario, aunque existen excepciones como el carnaval danés. Parece que el motivo de permitir celebraciones de moral algo laxa es que el carnaval, antiguamente llamado «carnestolendas», precede al periodo de ayuno cristiano conocido como Cuaresma. En román paladino, los excesos del carnaval compensan el ascetismo de la Cuaresma. La etimología de la voz «carnaval» es muy elocuente en este aspecto, ya que remite a la expresión latina «carnelevare», que viene a significar «quitar la carne» –en una clara alusión al periodo de ayuno llamado Cuaresma que se inicia tras el Miércoles de Ceniza.
Además de los carnavales de Cádiz y de Santa Cruz de Tenerife, vamos a hablar de otros once que son Fiesta de Interés Turístico Nacional: el carnaval de Badajoz, el carnaval de La Bañeza, el carnaval de Villanueva y Geltrú, el carnaval de Sitges, el carnaval de Águilas, el carnaval de Ginzo de Limia, el carnaval de Solsona, el carnaval de El Peropalo, el carnaval del Toro, el carnaval de Santoña y el carnaval de Villarrobledo.
Carnaval de Santa Cruz de Tenerife:
Este es el carnaval estrella español, por su espectacularidad y su ambición. El viernes tendrá lugar la cabalgata del carnaval, uno de los momentos culminantes de las celebraciones. Este carnaval toma parte de su estilo y ambición de los esplendorosos carnavales iberoamericanos y así el carnaval de Tenerife se ha convertido en un evento que aspira a convertirse en Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. ¿Se hará realidad ese sueño isleño?
Carnaval de Cádiz:
El viernes tendrá lugar la coronación de la Diosa del Carnaval en la plaza de San Antonio y se procederá a celebrar la final del Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas. El sábado se dará el pregón y está previsto que se celebre el baile en las carpas que se han montado expresamente para la ocasión. Ya el domingo tendrá lugar la cabalgata con fuegos artificiales y proseguirán los bailes en las carpas. Las chirigotas y las murgas gaditanas son dos de los mayores alicientes de este carnaval, donde los reyes son el humor y la risa.
Carnaval de Badajoz:
El carnaval de Badajoz goza de una gran afluencia de participantes que llenan de disfraces las calles de la ciudad. Algunas fuentes indican que en torno a 80.000 personas se pueden dar cita en este importante carnaval declarado de interés turístico nacional. El viernes comienzan las celebraciones con el desfile de comparsas infantiles, mientras que el sábado tiene lugar el concurso de disfraces.
Carnaval del Peropalo, en Villanueva de la Vera (Cáceres):
Así se conoce al carnaval que se celebra en Villanueva de la Vera. El Peropalo es un muñeco que se confecciona el sábado a la noche y se rellena de paja. Un palo clavado en el muñeco permite moverlo y mostrarlo a la gente. El martes de carnaval se finge un juicio en el que se condena al Peropalo y se le decapita para posteriormente quemar los restos del muñeco.
Carnaval del Toro, en Ciudad Rodrigo (Salamanca):
La principal peculiaridad de este carnaval es que se celebran encierros de toros, hecho que da el nombre a la festividad. El domingo se realiza un encierro conocido como encierro a caballo, en el que solo se puede participar a lomos de un caballo. Por otro lado, también es destacable el toro del aguardiente, que se suelta el martes de carnaval por la mañana.
Carnaval de La Bañeza (León):
Dentro de los cánones que exige todo carnaval, el de La Bañeza tiene una peculiaridad que lo distingue del resto: la Nochebruja. El lunes a eso de la medianoche una multitud de personas venidas de todas partes de España comparte la experiencia de ir disfrazados por la localidad. No se puede dejar La Bañeza sin probar el dulce típico las orejas de carnaval.
Carnaval de Xinzo de Limia (Orense):
Conocido con el nombre genérico gallego y berciano, «entroido», el carnaval de Ginzo de Limia tiene como característica única que su ciclo carnavalesco se prolonga durante 5 semanas, siendo el entroido el periodo que se corresponde con el resto de carnavales —es decir, este fin de semana. También hace único a este carnaval de interés turístico nacional el atuendo típico para carnestolendas, conocido como La Pantalla.
Carnaval de Santoña (Cantabria):
Es conocido por antonomasia como el «Carnaval del Norte», un apelativo creado para acentuar el hecho de que los carnavales no sólo son propicios en los climas más benignos del sur, sino que también se dan en el norte. Durante este fin de semana se dilucidarán cuáles son las mejores murgas de Santoña, pero las jornadas festivas como tal no comenzaran hasta el próximo jueves 3 de marzo. El día 5 será el día grande.
Carnaval de Solsona (Lérida):
El acto más característico de los carnavales de Solsona es la colgada del burro, que en catalán se dice la penjada del ruc. Este acto se celebra el sábado por la noche y consiste en colgar un burro de peluche de los campanarios de la iglesia. Esta tradición es producto de una vieja historia de la localidad en la que por accidente se asfixió a un burro del que se tiraba con una soga desde lo alto del campanario.
Carnaval de Villanueva y Geltrú (Barcelona):
El viernes de carnaval se aprovecha para hacer un desfile de carrozas en el que se exhiben una especie de ninots que tienen como objetivo hacer sorna de los políticos y de la actualidad. La fiesta del viernes se conoce como el arrivo porque arriba al pueblo el Rey Carnestolendas. El sábado este personaje pasa por determinados lugares de la localidad a lo largo de la mañana, mientras que por la noche se celebra el moixó foguer —pajarillo hoguero—, una persona disfrazada de pájaro con plumas y untada de miel.
Carnaval de Sitges (Barcelona)
Los carnavales de Sitges se pueden contar entre los más trabajados de la península, aunque no al nivel de los de Cádiz o Tenerife. Sí tienen, sin embargo, unos interesantes desfiles de carrozas.
Carnaval de Águilas (Murcia):
El viernes está dedicado más a un público infantil: se produce una batalla entre don Carnal y doña Cuaresma y se suelta a la Mussona infantil —personaje mitad humano, mitad animal—. El sábado se produce la batalla entre don Carnal y doña Cuaresma entre adultos, mientas que el domingo se celebra un desfile de carrozas con todos los peñistas y escuelas de baile.
Carnaval de Villarrobledo (Albacete):
Además de las prácticas habituales (desfiles, concursos de murgas, entierro de la sardina, etc.), este carnaval tiene su peculiaridad en que las celebraciones se prolongan más allá del miércoles de ceniza. El jueves posterior se utiliza para celebrar el acto más peculiar de estos carnavales que, por lo demás, tiene las mismas características del resto: el concurso de bodas, en el que hacen sátira de las bodas entre personajes mediáticos y se casan animales, plantas, etc.
No son pocos los tipos de carnaval que se celebran en España que tienen interés turístico oficial. Por tanto, poco hay que envidiar a otros grandes carnavales mundiales, como puede ser el de Barranquilla, en Colombia, el de Oruro, en Bolivia, o el de Río de Janeiro, en Brasil. De Tenerife hasta Lérida, España ofrece una diversidad carnavalesca que probablemente no tenga parangón en el mundo.
Cada vez más los accidentes geográficos curiosos o exagerados constituyen un atractivo turístico que, a veces por sí solos, justifican el viaje entero. Esta clase de turismo que se interesa por los accidentes geológicos curiosos recibe el nombre de geoturismo, que, según los expertos, cada día está ganando más fuerza y adeptos. Aunque se pueden encontrar grandes clásicos de esta corriente turística en casos como el Cañón del Colorado, las cataratas de Iguazú o las del Niágara, o en singulares cavidades terrestres, como por ejemplo las cuevas Batu (Malasia) —de las que ya hablamos en una ocasión—, el geoturismo está explorando nuevos lugares en el mundo, como los cenotes de Centroamérica. Puesto que ya hemos hablado de las cuevas Batu, hoy queremos sacar a colación estos accidentes geológicos que han ido ganando demanda turística a lo largo de los últimos años y hacer una recopilación de los más significativos en la gran península del Yucatán (México).
Pero… ¿Qué es un cenote? La palabra «cenote» procede el maya «tz’onot» y significa «pozo» o «abismo». Un cenote es un agujero en la superficie de la Tierra generado por la erosión de la piedra caliza, de forma que se crea una especie de vaso de piedra de cierta profundidad capaz de almacenar agua o de llenarse en la época de lluvias, por lo que puede considerarse como una especie de aljibe natural. Un cenote típico es el que aparece en la película Apocalipto, de Mel Gibson: al comienzo del film el hijo y la esposa del protagonista se esconden en un agujero hondo que tiene las paredes de piedra: eso es un cenote o dolina. Los más importantes son los cenotes del Yucatán, por su tamaño y porque en algunos casos conservan pruebas de que eran usados por los mayas con fines religiosos. Al igual que las cuevas Batu, los cenotes mexicanos del Yucatán también pertenecen al grupo de las cavidades terrestres dentro de la variante del geoturismo. Veamos algunos —hemos querido incluir también el cenote de Zacatón, que no se encuentra en Yucatán, sino en Tamaulipas (al norte de México) por su espectacularidad:
Cenote de Dos Ojos, en Tulum:
Cenote de Ik Kil, cerca de Pisté:
Cenote Sagrado de Chichén Itzá, cerca del centro ceremonial maya:
Cenote de Zacatón, en Aldama (Tamaulipas):
A modo de epílogo…
Esta tendencia turística conocida como geoturismo también está ganando mucha importancia en España, y principalmente en la isla de Mallorca gracias a las preciosas cuevas que allí existen, como las cuevas del Drac, las de Arta, las de Hams o la cueva de Vallgornera. El Instituto Geológico y Minero de España calculó el pasado noviembre que la cifra de turistas que visitan Mallorca con el propósito de practicar geoturismo estuvo en 2011 próxima a los dos millones de personas. Hay que hacer constar que hasta el día de hoy, las cavidades más visitadas son las citadas cuevas de Malasia —reciben más de 2,5 millones de visitantes al año—, y uno de los agujeros del mar Caribe, el Great Blue Hole de Belice*.
* En cierto modo, el Great Blue Hole se puede considerar como un cenote marino, ya que se trata del mismo fenómeno geológico, pero se encuentra en mitad del mar Caribe.
La superficie que comprende el consejo de Somiedo, o como dicen los lugareños concejo de Somiedu, coincide exactamente con la que conforma el Parque Natural de Somiedo, así declarado desde 1988. Éste, que está ubicado en la zona central de la cordillera cantábrica, se ha convertido en uno de los tesoros naturales más importantes de Asturias y del norte de España; no en vano, fue declarado por la Unesco Reserva de la Biosfera en el año 2000. La capital del concejo es la pequeña localidad de Pola de Somiedo, que se halla prácticamente en el centro geográfico del parque. Se trata de una aldea que no tiene más de 250 habitantes repartidos en algo más de 100 viviendas, un hecho que nos puede dar una idea del escaso impacto del hombre sobre estos entornos. Los paisajes de esta región se podrían definir como excesivos, como una desordenada orgía geológica en la que se funden los lagos con paredes calizas prácticamente verticales, una orografía tallada a lo largo de los milenios fruto del esmerado cincel de los glaciares. Para que nos podamos hacer una idea de lo «excesivo» de este parque natural, las cotas de altitud de esta región oscilan entre los 395 metros de Aguasmestas y los 2.194 metros de Cornón (en Sierra Pelada). Por lanzar una imagen un poco más gráfica, podemos afirmar que la región tiene claras reminiscencias de fiordos escandinavos, aunque, eso sí, con la ausencia del mar.
Ubicación de Somiedo (Google maps)
El aislamiento que genera una orografía de estas características, por un lado, produce una cierta endemicidad de la flora de Somiedo y ,por otro lado, ese mismo aislamiento convierte Somiedo en un refugio excepcional para la fauna del norte de España. De hecho, aquí viven especies animales bastante amenazadas que encuentran en el parque un lugar relativamente seguro, ya que existe una normativa de zonificación que prohíbe el acceso al público hasta los lugares poblados por especies más amenazadas, como osos pardos, lobos, nutrias o águilas reales, pero no son fáciles de avistar. Somiedo es aún un lugar bastante salvaje en el que se pueden encontrar hasta 50 especies de mamíferos que incluyen, además de los ya citados, jabalíes, el venado, el zorro rojo y el gato montés. En cuanto a las plantas endémicas del parque, quizá la más famosa sea la escoba, que se utiliza para construir los teitos de las casas tradicionales somiedanas —una especie de cabañas de aire celta—, aunque hay tanto vegetación de bosque (robles, fresnos, hayas…) como matorrales tipo brezo.
Para admirar la belleza del parque existen varios miradores y diversas rutas a pie o bicicleta. Hay 12 rutas bien señalizadas que discurren por estrechos senderos en itinerarios que se extienden entre 3 y 14 km. La lista de estas rutas es la siguiente: Braña de Mumián, Brañas Saliencia, Camín Real San Lorenzo-Bustariega, Camín Real San Lorenzo-Torrestío, Castro, Ruta Cornón, La Peral-Villar, Lagos Saliencia, Pornacal y Braña Viecha, Puerto-Valle Lago, Puerto-Sousas y Valle Lago. Hay además dos rutas para realizar a lomos de un caballo: la ruta de Cobrana y la de El Chugarín. Algunas de las rutas terminan en los puntos en los que están los mejores miradores del parque, que con son el mirador del Príncipe de en el pueblo de La Peral, el mirador de Aguino, el de El Coto, el de Valle Pigüeña y el de Valle Saliencia.
Paisaje de Somiedo. Foto de JConnolly74, Wikimedia Commons.
El verdor en Somiedo es para siempre. Foto de Banderas, Wikimedia Commons.
Las viviendas típicas de la región son las casas de teitos o pallozas, edificaciones tradicionales de piedra con una techumbre vegetal cuyo origen parece encontrarse en la prehistoria y que tendrían que ver con los famosos castros astures y galaicos —de un vistazo se pueden entender estas similitudes—, aunque los historiadores indican que se comenzaron a construir en el siglo XII. Parece que la construcción de casas de teito se prolongó hasta principios del siglo XX, pues el retraso en que andaba inmerso España a comienzos del siglo todavía las hacía ser útiles para la población rural de la región, dedicada fundamentalmente al pastoreo de vacuno. Puesto que la ganadería ha jugado siempre un papel determinante en la vida de los somiedanos, estas cabañas hacían las veces de hogar y establo, una circunstancia de la que sacaron partido los ingeniosos habitantes somiedanos: las cabañas con teitos tenían dos pisos de altura, en el inferior se estabulaba a los semovientes mientras que en el superior dormía la familia de pastores, que aprovechaban de esta forma el calor generado por las típicas vacas rojas de la región.
Casa de «teito» en el lago del valle de Somiedo. Foto: Balasturias, W. Commons (CC BY-SA 3.0).
¿Qué hacer en Somiedo?
El parque ofrece diferentes actividades a lo largo del año, pues en cada estación el ocio es diferente. Por ejemplo, al comienzo del otoño es común asistir a la berrea del ciervo, mientras que en invierno existe la estación de esquí de Leitariegos para practicar este clásico deporte invernal. En primavera y verano se abren las vedas de caza y pesca. Para fechas concretas de eventos, entre el 14 y el 15 de agosto se reúne en Pola de Somiedo un mercado de artesanías (Mercao de Nueite), los días 5, 6 y 7 de septiembre un concurso de exposición de vacas rojas y el 8 de septiembre una feria de ganado.
En todas las épocas del año se puede visitar el Ecomuseo de Somiedo, que trata de mostrar cómo eran los oficios tradicionales en estas recónditas sierras. Este museo tiene dos sedes, la Casa de oficios (en Pola de Somiedo) y Casa cubierta de escoba (en la localidad de Veigas): en el primero se encuentra una colección de útiles empleados en los oficios antiguos, mientras que el segundo consiste en tres casas tradicionales con teito, cada una de diferentes épocas. Por otro lado, existen diferentes construcciones típicas como los olleros —para enfriar la leche—, los hórreos —para almancenar grano— y las paneras —«cámara donde se guardan los cereales» [RAE].
Cada año aumenta el turismo en esta preciosa región de España: las autoridades de Pola de Somiedo registraron 25.157 visitas en 2011, lo que supone un incremento del 4 por ciento con respecto a los 24.190 visitantes de 2011 —967 más. Madrileños y gallegos son los que se sienten más atraídos por el Parque Natural de Somiedo. Para obtener más información sobre Somiedo y su Parque Natural se puede acudir a la página del Ayuntamiento de Somiedo y a la página del Parque Natural de Somiedo.
Al sur de la provincia de Burgos, y hacia el sureste de la ciudad de Burgos se encuentra el desfiladero de La Yecla, una garganta excavada a lo largo de los siglos por el arroyo El Cauce entre la piedra caliza. La garganta es impresionante porque apenas tiene un par de metros de ancho y unos 100 metros de altura, tan estrecha y profunda como si un gigante hubiese hendido la roca con una espada o un hacha ciclópea. Este desfiladero está atravesado por una pasarela que permite a curiosos y viajeros atravesar el accidente geográfico contemplando la altura de sus paredes que por efecto de la perspectiva parecen tocarse en el punto más alto; en el suelo se encuentra la corriente del arroyo El Cauce. El desfiladero se extiende a lo largo de 600 metros y se tarda en recorrer una media hora.
Muy cerca del desfiladero se encuentra Santo Domingo de Silos, con el famoso monasterio de claustro románico donde se encontraron los primeros vestigios del castellano antiguo en forma de pequeñas glosas a los márgenes de los libros que copiaban los copistas medievales, esas famosas anotaciones conocidas como glosas silenses que constituyen la primera prueba escrita del castellano. Por tanto, la visita a La Yecla tiene que ir acompañada de la visita al impresionante monasterio de Santo Domingo de Silos.
Zona del desfiladero de Yecla (Google maps), entre Lerma (A), Hinojar de Cervera (B) y Santo Domingo de Silos (C).
El lugar resulta ciertamente recóndito y por ello anidan unos 200 buitres leonados en las cimas. No en vano, tanto este desfiladero como las tierras colindantes se incluyen en un espacio natural conocido como espacio natural protegido de Sabinares del Arlanza y el pasaje de La Yecla, que se extiende por unas 37.404 hectáreas de terreno. El nombre de Sabinares hace alusión al terreno repleto de sabinas, una especie entre árbol y arbusto especial de la región y cuyo tronco desprende un intenso aroma. El Sabinar del Arlanza es el mejor conservado de toda Europa y de él forman parte algunos ejemplares milenarios que han visto pasar todas las edades del hombre impertérritos, ajenos . También se pueden encontrar en la región encinares y pinares de albar. Entre la fauna destacan el lobo, el corzo, el jabalí o el halcón peregrino. El alimoche es otra de las aves de la región, aunque esta se encuentra en régimen de protección especial.
Para llegar al desfiladero de La Yecla, hay que seguir la carretera de Burgos hasta la localidad de Lerma y a continuación desviarse en dirección a Santo Domingo de Silos. Un poco antes de llegar a Silos hay que desviarse hacia Hinojar de Cervera. Antes de llegar a Hinojar hay un pequeño túnel, a cuya salida se encuentra este precioso desfiladero. Se puede apreciar un poco más el detalle de estas indicaciones en el vídeo de arriba. Para obtener más información sobre estas regiones se puede consultar la página de la Sierra de la Demanda.
En esta ocasión retornamos a latitudes más domésticas con la intención de ofrecer ideas para disfrutar de una agradable escapadita de fin de semana. El lugar que hemos escogido en esta ocasión es la localidad castellonense de Morella, ubicada en el maestrazgo, en la transición del litoral levantino hacia el interior aragonés. Los paisajes son muy peculiares y además encontramos multitud de localidades con historia; la misma Morella aún conserva un cinturón de murallas que se despliega en la falda del escarpado promontorio en el que se asienta y que corona un impresionante castillo de factura medieval que tenía fama antaño de ser inaccesible. Morella, localidad y región, tiene una antigua historia que arranca desde el neolítico y que aún continúa.
Se sabe que en la Prehistoria el hombre habitó estas tierras porque se han encontrado restos y pinturas rupestres en Morella la Vella y en Les Solanes. Se cree que la localidad pudo fundarse hacia el 2.500 a.C. Durante la romanización fue denominada Castra Aelia. Más adelante, parece que El Cid batalló con éxito en sus inmediaciones contra Al-Mundir de Lérida y Sancho Ramírez de Aragón, aunque la plaza no sería reconquistada hasta 1232. Durante las guerras carlistas, Morella tendía un papel muy importante: fue conquistada por Ramón Cabrera y convertida en la capital del territorio controlado por su ejército.
Vista general de Morella desde la CV-14, la carretera de acceso. Foto de Kriegerkalle, Wikimedia Commons.
De resultas de este trajinar histórico, Morella posee un patrimonio monumental excepcional. Entre las construcciones religiosas cabe destacar la iglesia de Santa María y la iglesia de San Nicolás, así como el convento de San Francisco y la ermita de Santa LLúcia y Sant Llàtzer. La más desatacada de todas es la iglesia de Santa María, cuya arquitectura responde principalmente al estilo gótico, aunque al ser construida entre el siglo XIII y el XVI también posee ingredientes renacentistas; en su interior son muy valiosos el altar mayor, el coro, el órgano fabricado por el antiguo maestro Francisco Turull y la escalera de caracol que conduce hasta él. Por otro lado, del convento destacan los frescos que representan las dramáticas escenas pictóricas pertenecientes a la tradición del imaginario recogido en la famosa Danza de la muerte.
Portal de la iglesia de Santa María de Morella. Foto de Fagairolles 34, Wikimedia Commons.
El retablo de la iglesia es de clara factura barroca. Foto de Arne Hückelheim, Wikimedia Commons.
De la arquitectura civil de la ciudad podemos destacar el acueducto de Santa Lucía o acueducto de Morella, de factura gótica del siglo XIV, el ayuntamiento de Morella (siglo XIV), cuyos esquemas arquitectónicos también responden a los impulsos estilísticos del gótico, las casas solariegas de las grandes fortunas de la localidad como la casa del cardenal Ram, la de Ciurana de Quadres, la del Marqués de Cruilles y la casa de los Brusca y Creixell. Por último otras de las obras de la ingeniería civil de la Edad Media es el nevero, un recinto en el que se guardaba la nieve para crear hielo.
El Acueducto de Morella es de estilo gótico y se construyó en la Edad Media, lo que desdice en parte la creencia de un atraso técnico abismal. Foto de Rastrojo, Wikimedia Commons.
Morella, como lugar de tránsito entre el Levante y el Interior del valle del Ebro, goza de una importante posición estratégica, motivo por el que ha sido objeto de riñas entre los diferentes bandos guerreros de la historia. Esta circunstancia obligó desde muy temprano a fortificar el lugar —parece que se han hallado pruebas de que los celtas ya realizaron ciertas tareas de defensa— y todavía hoy en día la fuerza defensiva de Morella es notable. Sólo hay que observar la foto de la localidad para darse cuenta de que es un lugar prácticamente inexpugnable. Por tanto, Morella dispone de muy buenos ejemplos de arquitectura militar medieval. El castillo de Morella, en la cima —que conserva el aljibe romano y diferentes estructuras propias de los aposentos reales—, es uno de ellos: fue construido aprovechando el relieve de la roca sobre la que se alza dispone de matacanes y otras estructuras defensivas medievales. Por otro lado, las tremendas murallas medievales de Morella, que miden 2,5 km de circunferencia, son también un arquetipo de construcción medieval y presentan una serie de puertas que son realmente impresionantes, como la Puerta de San Miguel.
Puerta de San Miguel de Morella. Foto de Fagairolles 34, Wikimedia Commons.
El castillo, en la cima de Morella. Foto de Makkukochi, Wikimedia Commons.
La gastronomía, un aspecto importante que hay que considerar a la hora de visitar lugares, es muy rica en Morella. La cocina morellana hace hincapié sobre todo en las carnes: desde el cordero o el cerdo, pasando por el jabalí de caza o la ternera, hasta aves como la perdiz o la codorniz. Por supuesto los embutidos son uno de los puntos fuertes de esta gastronomía y como entrante no es mala idea combinarlos con las sabrosas croquetas morellanas. Las recetas del plato principal incluyen aves escabechadas, carnes trufadas como el conejo o el cordero —la trufa es un ingrediente típico en Morella y en la actualidad la recolección de trufas es una de las principales fuentes de ingresos de la región. Por otro lado, dentro de la gastronomía juegan un papel muy relevante las setas, que se cocinan solas o como guarnición. Por último, hay que mencionar cuatro platos típicos de Morella: los pilotes de Nadal (pelotas de Navidad), las ollas masoveras, la sopa morellana y «el frito» —este último consiste en embutidos conservados en aceite, de forma que se potencia el sabor. De postre, el flaó o la cuajada representan un deleite para el paladar.
Senderismo en el Maestrazgo
Viajar a Morella constituye una interesante opción para escaparse un fin de semana, y no sólo por su rico patrimonio, su belleza en la que se puede uno sumergirse horas y horas, descubriendo sus rincones, o por su rica gastronomía. Morella ofrece también diversas opciones de senderismo que descubrirán a los viajeros la peculiar configuración natural de estos páramos que hacen la transición desde el litoral hasta Aragón. Estas son algunas rutas:
Torre del Poso (Morella – Xiva de la Morella): 7,9 km de senderos y pistas que comienzan en la Puerta de San Miguel y que atraviesan varias cercas de ganado y la Masía de Carceller hasta llegar a la ermita del Roser, que anuncia la llegada a la localidad de Xiva de Morella. Esta ruta se puede completar en apenas dos horas de caminata, pues su dificultad es baja.
Morella – Herbeset: la distancia entre ambos puntos es de 11,6 km que se pueden hacer, a un ritmo más bien reposado, en una 3 horas. Este camino también comienza en la Puerta de San Miguel y pasa bajo el acueducto medieval para adentrarse en los paisajes del Maestrazgo poblados de masías. Quizá sea la ruta más intrincada, pero sin duda un regalo a la vista.
Mola de la Garumba (Morella – Forcal): con una duración estimada de 4 horas y una distancia de 15,15 km, este camino está marcado con rayas blancas y amarillas (GR-7). Un punto interesante del camino es la Roca del Mig Dia, desde la cual se aprecian unas generosas vistas de la localidad de Forcall, y dos interesantes muestras de patrimonio histórico: la ermita de Sant Cristofol y el castillo de Todolella.
Xiva de Morella – Ortells – Forcall: otra de las rutas que existen por estos parajes no nace ni muere en Morella, sino en la pedanía de Xiva de Morella. El camino se alarga unos 13 km que pueden completarse en 3 horas. Esta ruta atraviesa un río y pasa junto a una antigua masía encaramada a una gran roca. La dificultad de esta ruta es baja.
A las afueras de la ciudad india de Savatthi se encuentran los restos del monasterio de Jetavana, uno de los templos budistas más famosos. La razón es bien sencilla: en él el maestro Siddhattha Gautama —el buda por antonomasia— transmitió una gran parte de sus discursos y enseñanzas a sus seguidores y curiosos. Jetavana incluso llegó a convertirse en una de las moradas de Buda, junto con el cercano monasterio de Migāramātupāsāda. Se cuenta que alternaba uno y otro lugar, adoctrinando al público en uno de ellos durante las horas de luz y durmiendo en el otro para evitar aglomeraciones. Como no podía ser de otra manera, Jetavana se considera uno de los principales lugares sagrados del budismo y su aspecto ruinoso contribuye a generar una cierta sensación de misticismo. También ayuda a esta sensación la constante presencia de monjes budistas. Acerquémonos a través de las fotos al púlpito de Buda…
El recinto donde rezan estos monjes budistas se supone que fue el lugar donde dormía Buda. Foto de myself, Wikimedia Commons.
En Jetavana se encuentra el segundo árbol más sagrado del budismo: El árbol de Anandabodhi. Como es preceptivo, monjes budistas oran ante él en la postura del loto. Foto de myself, Wikimedia Commons.
Algunos pequeños estupas de Jetavana. Foto de myself, Wikimedia Commons.
Otra perspectiva de la casa de Buda. Foto de myself, Wikimedia Commons.
Jetavana, junto con la ciudad de Savatthi, es uno de los lugares históricos que se incluyen en la Ruta de Peregrinaje a los lugares de Buda, que discurre por el norte de la India, sobre el valle del Ganges. En otras palabras, esta ruta es como el Camino de Santiago budista. Tenemos intención de hablar sobre los diferentes lugares que atraviesa esta ruta en futuras entregas, no sólo por el simbolismo religioso que encierran en un país como la India, donde el misticismo lo invade todo, sino porque supone una manera distinta de adentrarse en el archiconocido valle del Ganges. Para localizar Jetavana en el mapa, haga clic aquí.
Algunas de los nichos y grutas de la colina de Longmen. Foto de James Jin, Wikimedia Commons.
Las grutas de Longmen son un conjunto de más de 2.000 cuevas excavadas en un promontorio rocoso —el monte de Longmen— situado a 12 km de la ciudad china de Henan, a las orillas del río Yi —para entendernos un poco, el Yi es uno de los principales afluentes del río Amarillo. Estas cuevas eran un centro religioso budista tan importante que en ellas hay talladas y dibujadas en torno a 100.000 imágenes de Buda —un trabajo de chinos, sin duda. También se cuentan un total de 40 pagodas, lo que quizá constituya la mayor concentración de pagodas por metro cuadrado del mundo. Todos estos nichos y grutas se excavaron a lo largo de siglos y siglos de creencias budistas, ya que se comenzaron a construir en el periodo del reino de Wei (184-283) y continuaron hasta más o menos el fin de la dinastía Tang (618-907), aunque a lo largo de los siglos se han ido excavando algunas nuevas grutas —eso sí, muy pocas con respecto a los periodos Wei y Tang. En la actualidad, estas grutas y sus contenidos religiosos se encuentran en un buen estado de conservación y, por este motivo, fueron incluidas en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en el año 2000, bajo al denominación genérica de «Grutas de Longmen». El principal argumento de la Unesco para declararlo patrimonio es que «el elevado nivel cultural y la sofisticada sociedad de la China de la dinastía Tang están condensados en las excepcionales tallas de piedra de las Grutas de Longmen».
La gruta de Buda Vaicorana de Longmen. Foto de WikiLaurent, Wikimedia Commons.
La estatua de Buda Vaicorana tiene 17 metros de altura. Foto de Alex Kwok, Wikimedia Commons.
Hay cinco grutas principales en Longmen. Todas presentan hitos realmente espectaculares, como la gruta de los Diez Mil Budas (Wan-fo-tung), cuyo nombre es bastante explícito respecto de su propio valor religioso, histórico y arqueológico: la gran cantidad de tallas de Buda que alberga presentan una imagen sobrecogedora de la gruta y, por eso mismo, espectacular. Las otras cuatro grutas más relevantes son:
La gruta de Fengxian, que es la mayor de todas y se encuentra en la cima del promontorio de Longmen. Alberga una estatua del buda Vaicorana, de casi 20 metros de altura, y dos estatuas de dos importantes discípulos de Buda, Casiapa y Ananda.
Las tres grutas de Binyang, que tardaron más de un siglo en construirse —sólo la construcción de la gruta principal se prolongó durante 23 años—. Las más grandes de las tres son Binyangzhong, Binyangnan.
La gruta de Guyang, que es la más antigua, y alberga unas 600 inscripciones. Se encuentra en la parte central de la cara occidental del promontorio de Longmen.
La gruta de los Remedios Médicos (Yaofangdong), que contiene decenas de inscripciones con recetas médicas para diferentes males y enfermedades, desde un simple resfriado hasta otras relacionadas con trastornos mentales. Es como un vademécum.
Otras grutas de menor importancia son las de Huangfugong, Qianxisi y Laolong —también conocida como la gruta del Viejo Dragón.
Además de todas las grutas y nichos que se ubican en el promontorio rocoso de Longmen existen cerca varios templos budistas. Resultan interesantes el de Xiangshan, el templo del Jardín de Bai —que está rodeado de bosque bajo y algunos cipreses— y la tumba del poeta Bai Juyi, que vivió durante la dinastía Tang, a caballo entre los siglos VIII y IX.
En las últimas semanas hemos estado haciendo hincapié en lugares destacados sobre todo por su valor histórico, como han sido las cuatro entradas sobre las fortalezas españolas por el mundo, que recogen dos docenas de fuertes españoles diseminados por todo el globo terráqueo. Hoy queremos descubrir una ciudad portuguesa, muy importante por su patrimonio histórico, pero también por su carácter turístico: Cintra —los lusitanos la llaman Sintra—, a poco más de 30 km por carretera desde la capital de Portugal. Esta ciudad portuguesa desarrolló a lo largo del siglo XIX un estilo arquitectónico único, con numerosos edificios que pueden contarse entre los mayores exponentes del estilo romántico. Ese precioso matrimonio que unió a Sintra con el Romanticismo va camino de cumplir 200 años de existencia.
El paisaje cultural de Sintra y las montañas adyacentes supusieron el primer planteamiento de un entorno romántico en toda Europa y constituyeron un logro de tal magnitud que la Unesco afirma que «tuvieron una influencia decisiva sobre sitios similares desarrollados en Europa». Sí, en 1995 la Unesco declaró este precioso pueblo portugués Patrimonio de la Humanidad, con la denominación de «Paisaje Cultural de Sintra», en alusión no solo a su preciosa arquitectura, sino también la bien conservada naturaleza de sus alrededores.
Localización de Sintra en Portugal (Google maps).
El cerebro de esta nueva concepción del entorno fue el rey Fernando II de Portugal —apodado con justicia «El Artista»—, que comenzó a materializar sus ideas con la reforma y reconstrucción de un antiguo monasterio deteriorado por el brutal terremoto de 1755 para convertirlo en la guinda del pastel de Sintra: el Palacio de la Peña (Palácio da Pena, en portugués). El principal logro arquitectónico de este palacio y causa principal de la admiración de los turistas es la armonización y actualización de diferentes estilos cultivados en Portugal a lo largo de los siglos: el gótico, el manuelino, el islámico, el renacentista y, en algún aspecto, el estilo arquitectónico colonial. Doce años se emplearon en construir esta maravilla, única en el mundo, que recoge influencias tan variadas y complejas técnicamente. Tradicionalmente, este palacio se divide en cuatro áreas: el monasterio restaurado, la zona palaciega, el patio de los arcos de estilo morisco y las murallas exteriores.
Aérea del Palacio de la Peña. Foto de IPPAR, Wikimedia Commons.
Perfil del palacio. Foto de Tania Fonseca, Wikimedia Commons.
Elementos moriscos del palacio. Foto de Paconi, Wikimedia Commons.
Murallas y jardines exteriores. Foto de Mpires, Wikimedia Commons.
Aunque el Palacio de la Peña puede considerarse como el máximo exponente de la denominación «Paisaje cultural de Sintra», existen al menos otras siete construcciones que responden a los mismos criterios arquitectónicos y son también interesantes hitos arquitectónicos. El principal es el Castillo de los Moros (Castelo dos Mouros, en portugués, aunque su origen en prerromano), también conocido como el Castillo de Sintra. Otro de los lugares más interesantes es el Palacio o Quinta de la Regaleira, que se ubica en el casco histórico de la localidad de Sintra, y que tiene un cierto aire esotérico y de intriga debido a los motivos relacionados con asociaciones históricas oscuras como los alquimistas, los templarios y los masones, a las que podría haber pertenecido el primer propietario, el misterioso Carvalho Monteiro.
Aspecto tenebroso el de la Quinta de Regaleira. Foto de Lusitana, Wikimedia Commons.
Uno de los lienzos del Castillo de los Moros de Sintra. Foto de FlickreviewR, Wikimedia Commons.
También se encuentran entre las construcciones románticas de Sintra el Palacio Nacional de Sintra, el Palacio de Seteais, el Palacio de Monserrate, el Convento de los Capuchinos y el Palacio Real de Queluz. Este último fue una de las principales residencias de la familia real de Portugal hasta su exilio definitivo en 1932. Muy visitado es también el Palacio de Monserrate, ubicado a la cima de un repecho que destaca por sus líneas exóticas de origen mogol, un rasgo muy propio del arte romántico y modernista. No se puede negar que la región de Sintra sería idónea para rodar las típicas películas de misterio y terror, con barrocos palacios decadentes sumergidos en una impenetrable neblina, una extraña y algo exótica naturaleza y un ambiente nocturno propio de la literatura que daba forma a la corriente romántica, esa literatura que encuentra a su mejor representante en el estadounidense Edgar Allan Poe. En fin, Sintra se puede definir como una región romántica hasta la médula.
La naturaleza de Sintra y los alrededores
La Unesco comprende las zonas naturales próximas a Sintra dentro de la denominación de paisaje cultural de Sintra, por lo que tanto el Parque Natural de Sintra-Cascaes (Sintra-Cascais, en portugués) como la Sierra de Sintra (Serra de Sintra, en portugués) se incluyen en dicha denominación.
El Parque Natural de Sintra-Cascai es uno de los 13 parques naturales de Portugal. Su superficie de unos 145 km² comprende todo el territorio que va desde la localidad de Sintra, en las últimas estribaciones de la Sierra de Sintra, hasta la costa de la región de Lisboa/Estorial, donde se encuentran la playa de Guincho y el cabo da Roca, y donde se alternan los acantilados con las playas. Por otra parte, existen jardines preciosos como el Parque de Pena.
Aunque hay una zona agrícola y otra agreste, ambas tienen una gran belleza, distinta, pero gran belleza. La parte más agreste conserva un bosque considerado como muy primitivo en el que hay arces y robles centenarios, junto a una flora más estándar como los pinos de costa, los álamos o las acacias. Por supuesto la fauna es también rica, con varias especies de rapaces, tanto diurnas —halcones— como nocturnas —búhos—, así como diversas aves marinas —gaviotas, etc. Por supuesto estas partes naturales son muy turísticas, lo que no ha impedido su buena conservación. Por tanto, Sintra y el Parque Natural de Sintra-Cascaes son como los ingredientes de un mismo paquete turístico.
Los acantilados del Cabo de la Roca se encuentran en el Parque Natural de Sintra-Cascais. Foto de Husond, Wikimedia Commons.
Sintra se localiza bastante cerca del Atlántico y da acceso a interesantes playas como la de Guincho. Foto de Husond, Wikimedia Commons.
Se pueden encontrar hoteles de 4 estrellas en Sintra desde 35 euros por persona la noche, con desayuno incluido. Precios muy razonables.
La última entrega de la serie «Fortalezas españolas por el mundo» recoge algunos de los castillos españoles más importantes en el sur del Caribe (Colombia y Venezuela), y también de la costa del Pacífico. Quizá el castillo con la historia más heroica de América sea el castillo de San Felipe de Barajas, en Cartagena de Indias, que fue determinante para vencer a 26.000 ingleses al mando del prestigioso almirante Vernon, cuya misión era tomar Cartagena, con la oposición de tan sólo 3.500 soldados españoles al mando del genial almirante español Blas de Lezo y Olavarrieta. Esto por lo que respecta al Atlántico, pero en el Pacífico había tres importantes zonas defensivas: el Castillo del Real Felipe, en Callao (Perú), que es la mayor fortaleza construida por los españoles en la América continental; los diez castillos de la desembocadura del Valdivia, que integraban el prácticamente inexpugnable sistema de fuertes de Valdivia y que mantuvo siempre a raya a otras potencias europeas en la zona –holandeses al mando de Hendrick Bower ocuparían Valdivia en 1643, pero no volverían a pisar más esas latitudes, pues en 1645 comienzan a construirse los fuertes–; y, por último, el castillo de San Diego, en Acapulco (México) puerto donde atracaba el famoso galeón de Manila.
Fortalezas españolas en América (II):
Por tanto, las líneas defensivas españolas se distribuían en forma de V por las costas americanas, desde San Agustín, en Florida, hasta Acapulco, en México, aunque el fuerte español más septentrional fue el de San Miguel, en Vancouver (Canadá), que no recogemos aquí. Sin más preámbulos traemos el listado y descripción de otras seis relevantes fortalezas españolas en América:
Castillo de San Felipe de Barajas, en Cartagena de Indias, Colombia:
El castillo de San Felipe de Barajas empezó a construirse en 1536, aunque no se terminarían los trabajos hasta 1657, a causa de los diferentes asaltos de piratas ingleses y franceses a la ciudad. El impresionante fuerte se enfrentaría a su propio destino en 1741, cuando apareció ante la bahía de Cartagena de Indias una flota de 186 navíos británicos y una imponente fuerza de asalto de 26.000 soldados. Blas de Lezo, el almirante vasco encargado de la defensa del puerto del que partían los barcos cargados de metales preciosos procedentes del Potosí, sólo contaba con unos 3.500 soldados, pero su brillante disposición táctica y las bazas estratégicas por las que apostó le dieron la victoria después de dos meses de asedio. Desde el castillo de San Felipe de Barajas, que está repleto de pasadizos, Lezo ordenó la salida de tropas que derrumbaron definitivamente las líneas británicas. Con ese acto, el olvidado almirante consiguió alejar a los ingleses de las colonias más de medio siglo. La fortaleza forma parte del «Puerto, fortalezas y conjunto monumental de Cartagena», desde 1984 una de las siete denominaciones del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, en Colombia. Foto de Martin St-Amant, Wikimedia Commons.
Fuerte de San Carlos de Borromeo, en Isla Margarita, Venezuela:
Destruida la primera fortificación hacia 1662 por obra de feroces piratas holandeses, el fuerte de San Carlos Borromeo comenzaría a reconstruirse en 1664 y se concluiría en 1684. El castillo de San Carlos Borromeo se encuentra en la isla de Margarita, al norte de Venezuela, y su función era la de proteger la entrada a la bahía de Pampatar, por la que se accedía a la capital. El castillo jugó un cierto papel durante las guerras de independencia de Venezuela y allí estuvo encarcelada una de las próceres del movimiento: Luisa Cáceres de Arismendi. Foto de Wilfredor, Wikimedia Commons.
Castillo de San Sebastián de la Cruz, en Valdivia, Chile:
El castillo de San Sebastián de la Cruz es el más importante del sistema defensivo costero conocido con el nombre Sistema de Fuertes de Valdivia. Este está compuesto de 10 imponentes fuertes y decenas de cañones que defendían el sur de Chile y lo volvieron inexpugnable para las potencias europeas, abortando posibles intentos de colonización como el de Hendrick Bower en 1643. El castillo de San Sebastián de la Cruz se alza en pleno puerto de la localidad de Corral. Se terminó de construir en 1678. Foto de Dentren, Wikimedia Commons.
Castillo de la Pura y Limpia Concepción de Monfort de Lemus, en Valdivia, Chile:
El castillo de la Pura y Limpia Concepción de Monfort de Lemus también pertenece al sistema de fuertes de Valdivia. Los cañonazos que se disparaban desde este fuerte se cruzaban con los que se disparaban desde la isla Mancera que se ubica en medio de la desembocadura del río Valdivia. Los gobiernos de España y Chile aportaron fondos en 1992 para las obras de restauración del Monfort de Lemus con motivo del V Centenario del Descubrimiento de América. En la actualidad, el sistema de fuertes de Valdivia, junto con el parque Oncol y el Santuario de la Naturaleza Carlos Andwandter suponen una importante fuente de ingresos para la región gracias al turismo que atrae. Foto de Valo3, Wikimedia Commons.
Fortaleza del Real Felipe, en Callao, Perú:
El castillo del Real Felipe de Callao es la mayor estructura militar construida por los españoles en la América continental. Se levantó en el siglo XVIII para proteger el puerto de la constante amenaza de piratas y corsarios de potencias enemigas. Su papel fue importante en el proceso de independencia, pues protagonizó varios hechos de armas. Así, en 1816 el corsario irlandés Guillermo Brown, al servicio de Argentina, bombardeó la fortaleza, pero fue rechazado cómodamente. En 1819 Thomas Cochrane, al servicio de la armada chilena, también fue rechazado. En 1821 el coronel español José de La Mar la entregó a los insurrectos y se unió a ellos al advertir las dificultades que debía enfrentar. En 1824 fue reconquistada por el oficial español Rodil y Campillo, que consiguió resistir tras la Capitulación de Ayacucho hasta enero de 1826, cuando se dio cuenta de que la ayuda de España definitivamente no iba a llegar nunca. Durante el periodo poscolonial sufrió distintos avatares y cambios de nombres, e incluso estuvo a punto de ser reducido a escombros por el ejército chileno en la Guerra del Pacífico. Actualmente aloja el Museo del Ejército del Perú. Foto de http://limaperuestilo.blogspot.com/.
Fuerte de San Diego, en Acapulco, México:
El fuerte San Diego, en Acapulco, fue construido en el primer tercio del siglo XVII en contestación a los ataques de piratas. El puerto era objetivo porque en él atracaba el Galeón de Manila tras atravesar el Océano Pacífico. Durante el siglo XVIII se realizaron modificaciones y se actualizó la traza y equipo y se dice que en su interior podían refugiarse unos 2.000 soldados con víveres y agua para resistir un año. Cuenta Wikipedia que «durante la Independencia, José María Morelos lo tomó en 1813 durante un asalto nocturno … Se dice que allí nació la célebre frase: !Viva España, hermana, mas no dominadora de América!» El fuerte alberga hoy el museo histórico de la ciudad. Captura tomada de Google maps.
Epílogo
La principal preocupación estratégica de España en el Pacífico era la enorme cantidad de kilómetros que debían defender de incursiones piratas y de otras potencias, algo que mediante las defensas terrestres nunca pudieron evitar completamente, como sí ocurrió en Cartagena de Indias y el Caribe. Por ese motivo de forma recurrente se lanzaban expediciones y se otorgaban patentes de corso que pretendían franquear los entonces conocidos como Mares del Sur.
Sería durante las luchas emancipadoras cuando estas posiciones defensivas jugarían un rol más destacado, aunque no bastaron para vencer a las fuerzas independentistas chilenas y de otros lugares de América. Así, los españoles lograron defender sus colonias con éxito de los peligros externos a lo largo de 300 años, pero no habían previsto ninguna medida similar para afrontar los peligros del interior…
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