Al sur de la costa turca en la península de Anatolia se encuentra uno de los destinos más boyantes del panorama turístico de Turquía: Alanya. Está relativamente bien comunicado con los principales aeropuertos europeos, ya que se encuentra a unos 130 kilómetros del aeropuerto internacional de Antalya, otro de los destinos turísticos turcos con más crecimiento de la demanda turística en los últimos años. Por definirlo en cuatro pinceladas rápidas, Alanya es un destino que se podría asemejar a Benidorm, cuyos principales reclamos son el ocio, las playas y el sol a buen precio, de forma que existe una importante afluencia de turistas del norte de Europa como Alemania, Rusia o Escandinavia. Y, si bien Alanya es un lugar en el que se conservan perfectamente las raíces turcas, la presencia de turistas extranjeros convierte la esencia de la localidad en un cóctel de sabor más cosmopolita que cerrado o anquilosado. Por descontado, este destino también cuenta con una interesante oferta de ocio nocturno.
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Panorama de la bahía de Alanya. Foto de Patrickneil, Wikimedia Commons.
El centro de Alanya está formado por una península rocosa de gran altura en la que todavía se encuentran las antiguas fortificaciones. Los mares que bañan la ciudad se conservan bastante limpios por lo que es muy frecuente entre los turistas que se realicen actividades marinas, como el snorkeling y el submarinismo, algo a lo que ayuda bastante el hecho de que existan cuevas marinas en los alrededores, como por ejemplo la cueva de Damlataş, que se conoce por sus grutas goteantes. Que Alanya se haya abierto paso como un destino de sol y playa no es casualidad si tenemos en cuenta que sus playas son muy extensas y de agradable y fina arena. Las más importantes son la playa de Kleoptra y la playa de Damlataş. Entre otras actividades relacionadas con el mar, es muy frecuente realizar tours en barco a lo largo de la costa y también para visitar las diferentes cuevas marinas que jalonan el litoral.
Foto de Joonas Plaan, W. Commons.
Foto de Юката, W. Commons.
Foto de Alanya_30, W.C.
Foto de Bastian Stein, W. Commons.
Con todo, aunque Alanya se considera principalmente un destino de playa y sol, tiene otro atractivo turístico importante: su patrimonio histórico-artístico. El mayor exponente del mismo es la antigua ciudadela de Alanya, cuya muralla se extiende a lo largo de 6,5 km de circunferencia y cuyo complejo defensivo incluye 83 impresionantes torres de defensa. Datada en el siglo XIII, la ciudadela ha sido propuesta para formar parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. La ciudadela también contiene otras construcciones históricas interesantes, como una iglesia bizantina que se está restaurando en la actualidad. Entre otros edificios, destacan también la mezquita de la ciudadela y un caravasar —un antiguo refugio o posada destinado al solaz y descanso de las caravanas de comercio orientales— que ordenó construir Solimán el Magnífico.
Foto: Timo, Wikimedia Commons.
Foto: BillBl, Wikimedia Commons.
Foto: Robin & Bazylek, W. Commons.
Foto: Alanya Trip, Wikimedia Commons.
Dentro del sistema defensivo de Alanya merece la pena destacar la torre de Kizil Kule, ya que incluso ha sido considerado como un símbolo de Turquía al haber aparecido en un antiguo billete. Se trata de una torre de color rojo, verdaderamente imponente —por eso se conoce como la Torre Roja—. No solo valen la pena las vistas que se aprecian desde allí, sino también su interior, donde está alojado el Museo Etnográfico. Junto a ella se encuentra otra de las construcciones más curiosas de la ciudad: el dique seco de Alanya, que se terminó de construir algunos años antes que la torre, en el siglo XIII.
Foto: Allie_Caulfield, W. Commons.
Foto: ozgurmulazimoglu, W. Commons.
Otra de las cosas que se pueden hacer estando en Alanya es realizar un viaje en barco hasta la vecina Chipre, en su parte turca para visitar la pintoresca localidad de Kyrenia. Son unas tres horas de trayecto que merecen la pena si después de estar algunos días en Alanya se desea cambiar un poco de aires. Kyrenia tiene un estilo que se parece bastante a los destinos de las islas griegas. Si no apetece esta opción, también se pueden realizar algunos recorridos por las zonas naturales próximas a Alanya con empresas que organizan tours de un día.
En el extremo sur de Córcega, Bonifacio, a quien el estrecho marítimo entre la dicha y Cerdeña debe el nombre, reposa sobre una angosta peninsulilla recortada por acantilados. Desde el mar, somete con solo mirarla, y su robusta personalidad acerca y distancia a la vez. Desde Bonifacio, solo horizontes tan admirables como hermosos, y fuerzas inconmensurables que, en lugar de amenazar, acompañan y sosiegan al lento compás del tiempo sobre el que bailan los mares para estallar contra los acantilados en mil gotas de sal. La peninsulilla forma con la costa interior una profunda bahía donde decenas de barcos de recreo hallan refugio de los iracundos elementos. Desde el propio puerto parte a la vecina isla de Cerdeña un transbordador que atraviesa el, a menudo brumoso, estrecho de Bonifacio.
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Foto: Michal Osmenda, Wikimedia Commons (CC BY 2.0).
Si alguna palabra puede resumir el pueblito de Bonifacio desde la perspectiva del turista esa es «encanto». Porque no solamente se encuentra en un lugar de capricho, casi derramándose casa por casa sobre los desgastados acantilados de la península, sin más límites que el horizonte, sino que sus antiguas calles no parecen haber cambiado un ápice en siglos. Sus angostas calles empedradas, las casas de arquitectura centenaria y la vieja fortaleza se conjugan con el aire salino para desatar un torrente de sensaciones único en la isla francesa. Bonifacio es uno de los pueblos más pintorescos de Córcega, motivo por el cual en determinadas épocas del año se llena de turistas atraídos por las referencias positivas que en todas partes pueden encontrarse sobre este interesante lugar.
Foto: GHIRARDI, Wikimedia Commons (CC BY-SA-3.0).
Foto: Jan Dudík, Wikimedia Commons (CC BY-SA-3.0).
La ciudadela actual, que tuvo sus orígenes hace milenios, presenta elementos del siglo IX y también del siglo XVI, momento en el cual se disputaban la isla los franceses, aliados de los turcos, y los genoveses y españoles. Los genoveses pretendían retomar el control del que habían disfrutado durante un siglo, mientras que los españoles trataban de frenar los pies al gigante turco combatiendo a sus aliados franceses. En estas luchas, Bonifacio cayó en unas y otras manos sucesivamente hasta que la isla retorna a manos genovesas hasta 1769. De los avatares guerreros que vivió la ciudad en los siglos queda una curiosa anécdota: desde el mar suben unas escaleras de 187 peldaños talladas en la pared del acantilado que llegan hasta la ciudadela; son las llamadas escaleras del rey de Aragón, en recuerdo de Alfonso V, pues se supone que por ellas llegó el regente hasta Bonifacio.
Las escaleras del rey de Aragón, en diagonal, a la izquierda. Foto: Alexcorse, Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0).
Quien desee pasar unos días en la localidad, sobre todo si hace buen tiempo, no pasará por alto la opción de darse un chapuzón en el Mediterráneo. Si bien Bonifacio en sí misma no tiene playas, sí hay algunas de arena a unos siete km de ella, en el golfo de Santa Amanza. Otra de las opciones es coger un barco que nos conduzca hasta las islas Lavezzi, donde las aguas tienen fama por ser cristalinas. Además, en algunas de estas islas de roca caliza hay cuevas marinas que se pueden visitar siempre y cuando el tiempo y las condiciones marinas no puedan representar ningún peligro. Hay hoteles interesantes en Bonifacio, por si el afortunado lector tiene la suerte de ir, o de volver.
Las catacumbas son espacios subterráneos distribuidos en galerías que se dedicaban al almacenamiento de restos humanos. Parece que los cristianos primitivos enterraban en estos espacios a los muertos con ceremonias por entonces proscritas por las autoridades latinas, de ahí que el ingrediente subterráneo fuese indispensable para estas primitivas comunidades cristianas. Sin embargo, es una costumbre mucho más difundida a lo largo y ancho del mundo de lo que cabría esperar en un principio, pero esto es materia de otro post.
Catacumbas de Roma
Por lo que se sabe hasta ahora, ya que las catacumbas romanas son tan antiguas que hay lugares tapados o inexplorados, se han contado hasta 750.000 nichos mortuorios en más de medio centenar de catacumbas subterráneas. Pero no solamente tienen un valor histórico por lo que representaron, sino que son además un santuario del arte romano tardío y del del arte paleocristiano. Entre tantas catacumbas, podemos decir que las más impresionantes, las imprescindibles, son las catacumbas de Domitilla, las catacumbas de San Sebastiano y las catacumbas de San Calisto. Casi en ningún lugar como en la Roma subterránea se podría decir aquello de «morituri te salutant» —los que van a morir te saludan—.
Catacumbas de París
A diferencia de las catacumbas de Roma, las de París son más pequeñas y mucho más recientes. En total suman 1,7 km de galerías y fueron construidas en el último tercio del siglo XVIII, uno de los momentos más convulsos de la historia de Francia. La mayoría de los restos proceden de otros cementerios, ya que se trasladaron por falta de espacio en los mismos. Hay que tener mucha precaución si se visitan pues las galerías son laberínticas y es fácil perderse o acabar en alguna sala inundada. Se calcula que en ellas pueden estar los restos de unas 6 millones de personas. La entrada principal está en la place Denfert-Rochereau y el precio por entrar está entre 4 y 8 euros.
Catacumbas de Lisboa
El emperador Augusto ordenó construirlas en el siglo I de nuestra era, pero con los avatares de la historia quedaron en el olvido. Sería a mitad del siglo XVIII cuando se redescubrirían tras el espantoso terremoto de Lisboa y más tarde se supo que, al igual que sucedía en Roma, cristianos afincados en la ciudad las usaron para enterramientos y ritos por entonces prohibidos. En la actualidad solamente se pueden visitar tres días al año, ya que se encuentran inundadas y los bomberos tienen que estar presentes. Normalmente, las catacumbas de Lisboa abren en el mes de septiembre, noticia que se anuncia a través de la web del ayuntamiento.
Si alguno de nuestros lectores ha visitado las sobrecogedoras catacumbas de Roma, de París o de Lisboa, y ha llegado hasta este párrafo de la entrada… ¡Está tardando en comentarnos qué le parecieron!
Ahora que el buen el tiempo comienza a dar señales de vida y que los campos viven el esplendor de la primavera, muchos optan por disfrutar de las virtudes del turismo rural: patrimonio histórico, patrimonio natural y gastronomía. Son tres ingredientes que convierten otro fin de semana o puente rutinario en una grata experiencia. Así que con el ánimo de que no falten ideas entre nuestros apreciados lectores para disfrutar de las bondades de los pueblos, 2.0 Viajes ha seleccionado una decena de pueblos con encanto de España (clic en las fotos para ampliar):
1. Albarracín (Teruel):
Foto: José Luis Filpo Cabana, Wikimedia Commons (CC BY-SA-2.5).
En la provincia turolense de Matarraña se encuentra el precioso pueblo de Valderrobres, una de esas joyitas aragonesas repleta de patrimonio histórico-artístico y sabor tradicional. La ubicación de la localidad resulta muy elocuente para explicar sus orígenes medievales: se sitúa sobre una colina junto a la que discurre el río Matarraña, dos factores geográficos que le ofrecían ventajas defensivas durante las guerras que se produjeron durante la Reconquista. No obstante, evidencias arqueológicas recientes han demostrado que la zona, o al menos el enclave estuvo habitado por pobladores de cultura íbera. La región tenía cierta importancia estratégica porque defendía la zona noreste de la cordillera Ibérica, que separa Aragón de Valencia.
Localización de Valderrobres (Google maps). Clic para ampliar.
El puente por el que se entra a Valderrobres es como un túnel del tiempo. Foto: Marc, Wikimedia Commons (CC SA-BY-3.0).
Algunas crónicas que quedan de la Reconquista por estas regiones de Teruel hablan de un tal conde Aznar Galindo como fundador del lugar, que cumplía el papel de base avanzada para atacar algunos enclaves musulmanes, aunque se sabe poco más del periodo. Posteriormente, el rey Alfonso II donaría la localidad al arzobispado de Zaragoza, al que pertenece desde entonces. Pocos más datos contienen las crónicas, pero en el siglo XX Valderrobres volvió a sonar algo por el mundo gracias a Elvira de Hidalgo, que fue maestra de la famosísima soprano griega Maria Callas y una de las principales recuperadoras del bel canto.
Foto: Tamorlan, Wikimedia Commons (CC BY-30).
Foto: Tamorlan, Wikimedia Commons (CC BY-3.0).
Foto: Tamorlan, Wikimedia Commons (CC BY-3.0)
Sin embargo, a pesar del discreto paso de Valderrobres por la historia, en la actualidad conserva un patrimonio arquitectónico muy relevante y digno de verse. Las principales corrientes artísticas que quedan plasmadas en los edificios antiguos de la localidad son el renacimiento y el barroco, aunque también hay magníficos ejemplos del gótico aragonés, como la iglesia de Santa María la Mayor. Otro de los ejemplos del gótico aragonés en Valderrobres es el puente por el que se accede a la localidad, de 1390, que se conserva en un magnífico estado y que produce la sensación de ser un túnel del tiempo hacia épocas pasadas. Otro edificio, también gótico, es la casa de los Moles, arquitectura típica civil de Aragón.
Foto: José Luis Filpo Cabana, Wikimedia Commons (CC BY-3.0).
Foto: CHV, Wikimedia Commons (CC SA-BY-3.0).
Foto: José Luis Filpo Cabana, Wikimedia-Commons (CC BY-3.0).
Respecto de la época del renacimiento, el edificio del ayuntamiento es el principal ejemplo. Se construyó a lo largo del siglo XVI en estilo renacentista manierista y cumplía las funciones administrativas y judiciales, y hasta tenía una dependencia que servía de lonja comercial; según algunos, parece que el ayuntamiento de Valderrobres se inspiró en el de Alcañiz. Por otro lado, la otra gran obra de la localidad es el castillo-palacio de Valderrobres, que después de numerosas restauraciones ha recuperado casi por completo su esplendor histórico. Se le considera castillo-palacio porque el arzobispo García Fernández de Heredia transformó el antiguo castillo defensivo en un palacio donde vivir. Hace algunos años, cada primer fin de semana de agosto se organizaba un festival, pero con la crisis se ha suprimido —esperamos que no para siempre.
Por la región además se pueden realizar rutas de senderismo que permiten adentrarse en el patrimonio natural de la región. Son la ruta de los puertos, la ruta de los árboles singulares y la ruta de las cárceles.
Hoy 14 de abril de 2013 se cumplen 101 años del hundimiento de una malograda promesa de los mares y el turismo: el Titanic. A modo de homenaje y recuerdo a aquella ensoñación soberbia del hombre que pensaba derrotar a los elementos de una vez por todas y que volvió a ser vencido por ellos, 2.0 Viajes quiso celebrar la conmemoración del centenario del hundimiento en 2012 con la redacción de una serie de reportajes que trataban sobre aquellas ciudades donde atracó ese titán de los mares llamado Titanic y de aquella a la que nunca pudo llegar: Nueva York.
Hoy 14 de abril de 2013 queremos recordar de nuevo la espantosa tragedia que provocó 1.514 víctimas a consecuencia de los daños que provocó en el casco del barco el impacto de un gran iceberg. Por ello, rescatamos la serie de cinco reportajes «Réplica del viaje del Titanic» que publicamos hace un año como homenaje por el primer centenario de la tragedia.
Réplica del viaje del Titanic
Los reportajes que integran la serie «Réplica del viaje del Titanic» se dedican individualmente a destinos diferentes de valor turístico desigual. Las ciudades que se tratan son aquellas en las que el Titanic estuvo atracado en su primer y último viaje: Belfast, Southampton, Cherburgo y Cork. Y de la ciudad donde tenía que haber llegado y que nunca llegó a ver: Nueva York. Estos son los cinco reportajes de «Réplica del viaje del Titanic»:
En la capital de la actual Irlanda del Norte (Reino Unido) se construyó el Titanic, el mayor barco del mundo construido hasta la fecha. Los astilleros Harland and Wolff fueron los encargados de construir la mole entre 1909 y 1912. Desde entonces, la ciudad ha cambiado bastante y en la actualidad está muy bien acondicionada al turismo, a pesar de los ocasionales enfrentamientos entre católicos y protestantes.
El 10 de abril de 1912, el titán de las olas que conocemos como Titanic iniciaría su primera y última singladura en el puerto inglés de Southampton. Se trata de una ciudad estrechamente ligada al mar, como demuestra su pomposo título Ciudad Marítima Internacional de Southampton. En la actualidad conserva un interesante patrimonio histórico-artístico medieval.
Después de partir de Southampton, el Titanic continuó camino por el Canal de la Mancha hasta la ciudad francesa de Cherburgo. En ella desembarcaron 24 personas y embarcaron 274. La ciudad ha estado marcada a lo largo de la historia por las diversas guerras que ha habido en Europa y existen muchos elementos militares que la definen, como los fuertes y la estatua de Napoleón.
En Irlanda, el Titanic tocaría por última vez tierra. El puerto desde el que partió para atravesar el Atlántico hasta Nueva York era la ciudad irlandesa de Cork. A diferencia de las anteriores ciudades, bastante castigadas por las guerras europeas, Cork conserva un patrimonio histórico-artístico envidiable. Además es una ciudad con una animada vida nocturna gracias a los universitarios.
El destino que jamás alcanzó el Titanic: Nueva York. En 2.0 Viajes quisimos rendir homenaje a la esperanza incumplida de centenares de viajeros que murieron en las frías aguas del Atlántico recopilando algunas de las fotografías más representativas de la Gran Manzana. Cinco fotografías a modo de epitafio para aquellas víctimas de un juego de azar en el que no sabían que estaban participando.
De este modo queremos rendir recuerdo una vez más a aquellas personas que, en busca de una vida mejor, lo perdieron todo por los caprichos del azar.
Que China es un país por descubrir desde el punto de vista turístico es una afirmación que nadie puede obviar ni negar, y mucho más ahora que el régimen ha abierto más la mano en ese ámbito, consciente de los ingresos que puede reportarle una industria que en 2012 movió a más de 1.000 millones de personas por todo el Planeta. En la actualidad, China es el tercer país del mundo con más visitas turísticas anuales, pero la mayoría de los viajeros se conforma con conocer las grandes ciudades, donde la infraestructura turística tiene un grado desarrollo más que aceptable. No obstante, los secretos más sorprendentes del gran país asiático se encuentran en zonas mucho más recónditas e inexploradas y un ejemplo de ello es la vieja localidad de Danba, que es el tema del que hablaremos en el post de hoy. En la actualidad, Danba es un pequeño condado que se encuentra en la prefectura de Garze, al oeste de la provincia china de Sichuan. La etnia que lo puebla es tibetana, lo que explica por qué el nombre oficial de la prefectura es Prefectura Autónoma Tibetana de Garze. De hecho, se encuentra muy cerca de la frontera con el antiguo Tíbet.
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Foto: gill_penney, Flickr (CC BY-2.0).
La región de Danba presenta una orografía bastante abrupta que alterna pequeños valles con montañas muchas veces repletas de terrazas para el cultivo de cereales, por lo que el paisaje es una de las mejores cartas de presentación de Danba. Sin embargo, este condado es conocido por otra de sus características más llamativas: «El reino de los mil castillos de piedra». Este nombre proviene de los cientos de esbeltas torres de piedra que hay esparcidas a lo largo de los paisajes. Muchas de estas torres servían como medio de comunicación para transmitir mensajes en tiempos de guerra: de hecho, la región ha sido una zona de conflictos históricos, lo que creó la necesidad entre los habitantes de Danba de edificar estructuras defensivas y comunicativas de estas características.
Foto: gill_penney, Flickr (CC BY 2.0).
Foto: gill_penney, Flickr (CC BY-2.0).
Según algunas fuentes, en cada torre se podían refugiar varias personas con provisiones para resistir durante 15 días, tiempo suficiente como para que el ejército invasor cambiara de posición o como para recibir ayuda de los aliados. Muchas de las torres se construyeron en puntos estratégicos, como pasos de montaña, senderos para ascender los montes o junto a las terrazas para el cultivo de cereales. Todas las torres están adosadas a unas casas de típica arquitectura tibetana que en muchos casos parecen hasta pequeñas fortalezas con torre del homenaje. Desde la lejanía, todas las torres podrían darnos la sensación de aquellos tejados de Londres llenos de chimeneas de la película de Mary Poppins. En la región de Danba, son varios los pueblecitos donde se pueden admirar estas curiosas torres, los dos principales son Jiaju y Suopo.
Foto: gill-penney, Flickr (CC BY-2.0).
Los seguidores más fieles de 2.0 Viajes advertirán que Danba es un trasunto en Extremo Oriente de varios pueblitos de Georgia sobre los que hablamos el pasado mes de enero: las torres medievales de Alta Svanetia, un conjunto paisajístico y arquitectónico que pertenece al Patrimonio de la Humanidad desde 1996. A diferencia de aquel, Danba no forma parte de la selecta lista de la Unesco, a pesar de presentar características muy similares. Hace casi dos años, publicamos un reportaje sobre otro trasunto de Danba y de Alta Svanetia, pero en un sitio mucho más próximo: el pueblo de San Gimignano, en la Toscana (Italia), que también forma parte del Patrimonio de la Humanidad desde 1990.
Entre otros muchos y variados asuntos, en esta bitácora abordamos aquellas cosas curiosas que hace el ser humano y que, por curiosas e insólitas, terminan convirtiéndose en lugares con cierto interés turístico. Una de ellas son los lúgubres osarios, que el DRAE define como «lugar destinado para reunir los huesos que se sacan de las sepulturas a fin de volver a enterrar en ellas», y que generalmente se encuentran en las iglesias o los cementerios. Hace un par de años dedicamos un post a uno de los osarios más visitados, el osario de Sedlec, en la ciudad checa de Kutna Horá. No obstante, los osarios son más numerosos de lo que uno pudiese imaginar en un principio y, a veces, cuando se tienen que hacer lejos de los cementerios o de las iglesias para que haya más espacio, pueden llegar a convertirse en lo que se conoce como catacumbas, cuyos ejemplos más famosos son las catacumbas de París y las de Roma.
La mayoría de los osarios se encuentran en Europa, donde la cultura de la muerte ha estado siempre muy presente a través de la tradición judeocristiana y, especialmente, desde la Edad Media con los tópicos del fin del mundo y las grandes plagas como la peste negra, aunque durante los siglos posteriores pervivió. La experiencia de visitar un osario o unas catacumbas resulta sobrecogedora porque, de alguna manera, nos colocamos frente a frente con nuestro propio destino, en una situación en la que no todos pueden sostenerle la mirada. Vayan los siguientes osarios como ejemplo de lugares macabros con interés turístico, pero que encierran un sentido de la trascendencia y la vida que no debería obviarse.
Osario de Hallstatt, Austria
Foto: cheva, Wikimedia Commons (CC BY-SA).
En la iglesia del cementerio de la localidad Hallstatt hay un total de 610 cráneos que tienen una característica especial: todos están decorados con las fechas de nacimiento y muerte de los individuos y con algunas hojas de roble y flores. Este osario existe porque el sitio para enterramientos es escaso y pasados unos años, los restos son exhumados y decorados de la manera descrita.
Capilla de Santa Úrsula, Colonia, Alemania
Foto: Kevin Lakhani, Wikimedia Commons (CC BY-SA).
También conocida como la Cámara de Oro, se dice que la capilla de Santa Úrsula, que se encuentra en la basílica de Santa Úrsula, alberga los huesos de Santa Úrsula y unas 11.000 vírgenes que la acompañaban cuando fueron masacradas por los hunos. Sin embargo, las crónicas más fidedignas afirman que al principio eran los huesos de 11 vírgenes y luego se fueron sumando huesos de otras personas. Los muros de la capilla están cubiertos por huesos que dibujan formas y palabras en latín sobre algunos cráneos que se consideran reliquias de santos.
Osario de Wamba, Valladolid, España
Foto: Rozavales, Flickr.
El osario de Wamba se conoce por ser el mayor osario visitable de España. Se encuentra en la pequeña localidad de Wamba, en Valladolid, y alberga miles de huesos y calaveras. Según se cree, comenzaron a depositarse allí desde el siglo XIII y hasta el XVII, en lo que entonces era un monasterio cisterciense del que solamente queda la iglesia de Santa María. Durante los últimos años, muchos turistas se han acercado hasta la localidad para admirar tanto el impresionante osario como la iglesia que lo alberga, que tuvo su origen en tiempos de los godos y que conserva elementos del mozárabe y del gótico cisterciense.
Osario de la iglesia de Santa María de la Concepción, Roma, Italia
Foto: Tessier, Wikimedia Commons (CC BY-SA).
En la iglesia de Santa María de la Concepción de los capuchinos también hay una cripta que está decorada con huesos y calaveras de unos 4.000 frailes capuchinos de Roma que fueron recogidos y almacenados en ella entre 1528 y 1870. Además de los huesos, hay algunos esqueletos momificados vestidos con el hábito tradicional de la orden. En total, la cripta contiene cinco capillas, todas ellas copiosamente decoradas con los huesos de los monjes.
Convento de San Francisco, Lima, Perú
Foto: AgainErick, Wikimedia Commons (CC BY SA).
El convento e iglesia de San Francisco de Lima es una de las más antiguas construcciones de la capital peruana, ya que su construcción comenzó en 1657. El templo alberga unas catacumbas que sirvieron en los tiempos del virreinato de cementerio a causa de la escasez de suelo para destinar a este propósito: se calcula que en el pasado había almacenados allí los restos de unas 25.000 personas. En la actualidad, algunos de los pozos de las catacumbas todavía conservan huesos y cráneos y el ambiente del sitio resulta realmente inquietante.
Capilla de las Calaveras de Czermna, Kudowa-Zdrój, Polonia
Foto: Merlin, Wikimedia Commons (CC BY 3.0).
La historia de los huesos de este osario polaco es algo diferente a la de los demás. Según cuentan las crónicas, la capilla fue creada por un párroco en 1776 con la intención de servir de fosa común para aquellos que fenecieron en las guerras de los Treinta Años y de Silesia, y de aquellas gentes que murieron a causa de las enfermedades y el hambre. Se calcula que en ella se encuentran los restos de unas 21.000 personas, aunque «solamente» se han contabilizado 3.000 calaveras.
A la entrada de la capilla de los Huesos de Évora, una inscripción recuerda a quienes se adentran en ella: «Nós ossos que aqui estamos pelos vossos esperamos», es decir, «los huesos que aquí estamos, por los vuestros esperamos». La capilla de los Huesos de Évora es quizá una de las más macabras que se puedan visitar, ya que tiene dos cadáveres disecados que cuelgan de unas cadenas, uno de ellos de un niño.
Las cosas curiosas que hace el ser humano. Curiosidades, sin más, que nos mueven a conocerlas de cerca. Así son el hombre y el planeta Tierra, insólitos y sorprendentes.
En Namibia, al suroeste de África, entre el río Kunene, que marca la frontera del país con el vecino Angola, y el río Ugab se encuentra un desértico paraje conocido como la Costa de los Esqueletos. Y parece que el nombre no procede precisamente de que haya muchos esqueletos de animales o de seres humanos abandonados en sus orillas, sino de la gran cantidad de pecios que allí han quedado atrapados para siempre. Los navegantes europeos, que fueron quienes bautizaron así a la zona, padecieron a lo largo de los siglos numerosos naufragios por aquellas latitudes, debido a las agitadas aguas de la Costa de los Esqueletos. Como muestra, un botón: los primeros europeos que navegaron por estas aguas, los portugueses, llamaron a la región las «Puertas del Infierno», un sobrenombre lo bastante elocuente como para hacerse una idea de los problemas de navegación que aparecen en estas aguas. Según las autoridades de Namibia, aún hay restos que tienen cinco siglos de antigüedad, y otros más recientes, como el carguero Eduard Bohlen, que encalló en la costa debido a la espesa niebla.
Clic para ir al mapa del Parque Nacional Costa de los Esqueletos (Google maps).
La entrada al parque anticipa lo que nos espera dentro... Foto: MarkDhawn, W. Commons.
Si bien la historia antigua no ha hecho un gran favor a la reputación marítima de la zona, también es cierto que la historia más reciente no ha contribuido mucho a mejorarla: no hace muchos años, en estas costas se practicaba una pesca de ballenas y lobos marinos abusiva que llenaba de esqueletos sus arenosas playas. Hoy, el terreno desolado de la costa se ha convertido en el Parque Nacional Costa de los Esqueletos y se extiende por una superficie de 20.000 km² entre los ríos Kunene y Ugab y que abarca unos 500 kilómetros de costa. Se trata de unos parajes muy áridos en los que existen animales salvajes sueltos, una circunstancia que hace que el gobierno permita la entrada a los dos tercios del norte del parque únicamente a aquellos titulares de concesiones turísticas especiales, ya que se consideran área salvaje. La superficie restante del parque se puede visitar independientemente, aunque con las precauciones lógicas que se deben tener al caminar por lugares en los que abundan los animales salvajes.
Uno de los viejos pecios. Foto: MarkDhawn, W. Commons.
En el cabo Cross vive buena parte de la colonia de lobos marinos de la Costa de los Esqueletos. Foto: Anagoria, W. Commons.
Abundante vida salvaje
El Parque Nacional Costa de los Esqueletos se llama en inglés Skeleton Coast National Park, que es como se le conoce en Namibia. Pero a pesar del nombre, la vida salvaje se ha abierto camino entre la hostilidad del entorno y del ser humano. Por ejemplo, el elefante se considera una de las especies más relevantes del parque, ya que se han podido contar varios cientos de ellos principalmente junto a los lechos de los ríos, y sobre todo en la parte norte del parque. Pero no son los únicos animales grandes que se pueden encontrar aquí, también los rinocerontes negros están presentes, pero no se dejan ver con facilidad. Una especie de león, el león costero, que se adaptó a lo largo de los siglos a este entorno es otra de las especies importantes del parque, que caza lobos marinos y se alimenta de los restos de ballenas muertas. Sin embargo, los más abundantes son los lobos marinos, de los que hay una colonia con más de 100.000 individuos, cifra que la sitúa entre las mayores del mundo.
Foto: betty x1138 from NYC, USA (Flickr), W. Commons.
Hay decenas de miles de lobos marinos. Foto: W. Commons.
Por otro lado, el interés paisajístico del Parque Nacional Costa de los Esqueletos va más allá de sus áridas y calurosas arenas. Existen varios lugares ciertamente curiosos, como los castillos de arcilla de Hoarisib, que consisten en serpenteantes formaciones arcillosas talladas por la acción de los agentes atmosféricos. Además, como en muchos desiertos del Planeta, también en este parque hay unos importantes salares: los salitrales del monte Agate, que conforman un paisaje totalmente extraño e insólito. Y mientras se camina de un punto a otro del desierto, siempre existe la posibilidad de toparse con alguno de los numerosos pecios abandonados en la costa a lo largo de los siglos, y también otros mucho más recientes. Así es la Costa de los Esqueletos, sin duda un lugar que únicamente la palabra «insólito» puede definir con alguna precisión.
Estados Unidos es un país tan grande que determina la magnitud de las cosas que se hacen allí. Si nos imaginamos por un momento las dimensiones del Gran Cañón del Colorado —unos 350 km—, entenderemos por qué el lago Powell es el mayor embalse del país, seguido por el lago Mead —que contiene la famosa presa Hoover y abarca una superficie de 640 km²—. Y es que ambos se encuentran en el mismo río: el río Colorado, que tiene una longitud de 2.300 km. Lo sorprendente del lago Powell es que conforma un paisaje sorprendente que combina el paisaje desértico de rocas típico de Arizona y Utah con una de las mayores acumulaciones de agua del mundo. Algunas personas incluso afirman que parece un paisaje propio del planeta Marte debido al color rojizo de la orografía y a lo abrupto del terreno. Se trata, además, de un lugar acondicionado para el turismo, con instalaciones turísticas como hoteles, restaurantes, empresas de actividades de aventura…
Ubicación del lago Powell (Google maps). Clic para ir al mapa.
Foto: PRA, Wikimedia Commons (CC BY-SA)
El lago Powell se creó al inundarse la zona del río Colorado que se conoce como cañón de Glen (Glen Canyon) con la finalidad de crear un enorme embalse en la región: la Presa del Cañón de Glen. Sin embargo, se conoce a toda la masa de agua con el nombre de lago Powell en honor al explorador John Wesley Powell, que logró la hazaña de recorrer el río Colorado hasta el océano Pacífico en el año 1869. El cañón de Glen fue tallado por el río Colorado a lo largo de 5 millones de años, una cifra que a los simples mortales nos queda demasiado grande, como casi todo lo que la naturaleza ha creado en EE.UU., pero que nos da una idea de la fuerza que tienen los agentes meteorológicos cuando suman sus fuerzas durante millones y millones de años. Toda esa erosión también ha creado formas caprichosas, como el Puente Arcoiris (Rainbow Bridge), que es un puente de piedra que habitualmente se describe como el más alto del mundo y que las autoridades de EE.UU. han catalogado como monumento nacional (Rainbow Bridge National Monument).
Debido a la intensa demanda turística tras la creación de la Presa del Cañón de Glen y el lago Powell, el gobierno de EE.UU. creó el Área Nacional de Recreo de Glen Canyon (Glen Canyon National Recreation Area), que incluye instalaciones pensadas para el turismo. En la actualidad, el lago Powell se ha convertido en un importante centro turístico donde miles de personas acuden a pasar las vacaciones de verano. Algunas de las compañías turísticas allí instaladas ofrecen además tours que permiten descubrir distintos ángulos del lago y distintas áreas, y también existe la opción de sobrevolar el lago en avioneta. En cualquier caso, hay que pagar dinero para entrar al Área Nacional de Recreo, aunque no es una cantidad excesiva: son 15 dólares por vehículo privado —sean cuantos sean los ocupantes— y otros 7 dólares por persona. Por ese dinero, se puede pasar entre uno y siete días en este increíble espacio natural —por otra parte también hay bonos anuales y otras bonificaciones que también están disponibles en el apartado de «Fees & Reservations» de la web del National Park Service de EE.UU.
Foto: Justin Brockie, Flickr (CC BY).
Además de poder realizar actividades de aventura en el agua, como el piragüismo, el esquí acuático o montar en moto acuática, también se puede alquilar una barca para dar una vuelta tranquilamente o pasar el día en medio del lago, o bien para practicar la pesca. Entre otras actividades que se pueden realizar en el lago Powell se encuentran el senderismo o la realización de rutas en todoterreno a través de difícil y árida naturaleza que rodea el enclave. No obstante, hay que ser conscientes de que el clima en esta parte de EE.UU. es especialmente duro por su condición desértica y es crucial guardar las recomendaciones y precauciones que ofrecen en el National Park Service de la Glen Canyon Recreation Area.