Réplica del viaje del Titanic (IV): Cork, la cita con Caronte

11 de junio de 2012 por Paco Almádena · Europa, Historia, Irlanda, Ocio, Titanic, Turismo, Viajes

El RMS Titanic partió de Cherburgo el 10 de abril de 1912 y llegaría al puerto de la ciudad del sur de Irlanda Cork, puerto que entonces era conocido como Queenstown, hacia las 11:30 de la mañana del jueves 11 de abril. Un aire impetuoso frotaba la ciudad y el puerto, sombreados por las nubes en el cielo de un día templado, discretamente templado. El clima auguraba la parálisis de un futuro ausente. La llegada del Titanic a Cork se parecía a concertar una cita con Caronte, el barquero del Hades: definitiva, sombría, fatal, solo con billete de ida, para cruzar un charco. Parecía que los 2.224 pasajeros de primera, segunda y tercera clase que había a bordo del titán acuático tenían ya los párpados cerrados… con un óbolo* por órbita, para no contraer deudas con el barquero de los infiernos, que siempre ha sido uno de los peores acreedores imaginables: imponía a las almas «sin blanca» la condición de que vagaran por las riberas del Aqueronte durante un siglo entero para aceptar llevarlas hasta la otra orilla del río en su barca fúnebre.

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Foto coloreada del Titanic partiendo de Queenstown, hoy Cobh. Foto de W. Commons

Saint Patrick's es curva porque cubre un antiguo canal del río Lee. Cambian los vehículos... Foto de W. Commons.

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Calle de San Patricio hacia 1900. Foto de Detroit Photographic Company, Wikimedia Commons.

Al igual que ocurrió en los puertos de Southampton y Cherburgo, el Titanic era demasiado grande para atracar en los muelles de Cork, así que lo hizo algunos kilómetros antes de la ciudad, en un recaladero llamado Cobh que aún hoy se puede visitar (hablamos un poco más sobre esta pequeña localidad más abajo). Los barcos de apoyo SS Traffic y SS Nomadic cumplieron la misión de embarcar a 120 pasajeros más y de desembarcar a siete. El puerto de Cork, como el de Belfast, Southampton o Cherburgo, era un puerto muy importante en la época —hoy es la segunda mayor ciudad de Irlanda—, aunque todavía no se había adaptado sus infraestructuras a los mega transatlánticos que empezaban a aparecer en la escena marítima. Quizá Cork sea la ciudad que menos cambios ha experimentado desde 1912, ya que no sufrió un severo castigo aéreo durante la II Guerra Mundial y la cantidad de patrimonio que conserva así lo prueba. Por  ejemplo, el canal del río Lee, que atraviesa y otorga a la ciudad una de sus señas de identidad más notables, corre hoy por el mismo trazado fluvial de 1912. De algún modo, el río Lee es depositario de la fuerte personalidad de Cork y, en suma, de la identidad de Irlanda entera: agua y verdor bajo un cielo lívido de nubes y escaso sol. Hay que saber que el centro de la ciudad se localiza en una isla delimitada por los dos cursos en que se divide el río Lee hacia el oeste y que vuelven a unirse hacia el este.

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Localización del casco antiguo de Cork, sobre la isla alargada que forman los dos brazos del río Lee (Google maps).

Catedral de Saint Finbarr, junto al canal del Lee. Foto de Ekrub divad, Wikimedia Commons.

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El río Lee con las casas de estilo georgiano al fondo. Foto de Mjrogers50 y Lukius, W. Commons.

No es sencillo indicar al viajero que llega a Cork por dónde debe empezar su visita, aunque lo cierto es que el casco antiguo no es muy grande y se puede recorrer a pie sin fatigas. Puede resultar muy útil acudir al City Tourist Information Center de Cork, que se encuentra en la arbolada Grand Parade. Una vez recibida la información turística, se puede comenzar la visita a Cork —o Corcaigh, como dicen los irlandeses cuando hablan gaélico—  pateando la sinuosa Saint Patrick’s Street (calle de San Patricio), que arranca en el lado norte de la Grand Parade. Se trata de una visita ineludible entre todas las calles de Cork: es una de las principales avenidas del casco viejo y famosa también por las tiendas y centros comerciales que la convierten en perfecta para salir de compras. Esta calle da acceso a otro de los lugares emblemáticos del casco antiguo, el Mercado Inglés (English Market). Continuando por la calle de San Patricio llegaremos al Saint Patrick’s Bridge, el puente más antiguo de la ciudad. Tanto las calles citadas como el Mercado Inglés forman parte del núcleo histórico de la ciudad, que se erigió sobre una isla que se formó al dividirse el río Lee en dos brazos.

El English Market. Foto de Amitac, Wikimedia Commons.

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El puente de Saint Patrick. Foto de Kglavin, Wikimedia Commons.

El rico patrimonio de Cork…

Al sur de Grand Parade, cruzando el río Lee por la Barrack Street, se sitúa el Elisabeth Fort, un castillo con forma de estrella del siglo XVII. Muy cerca de allí, en Dean Street, se encuentra la catedral más emblemática de Cork, la Saint Finbarre’s Cathedral, dedicada a San Finbarr, el fundador de un pequeño monasterio en el siglo VI que daría lugar a la ciudad de Cork. Otra de las catedrales más importantes es la Cathedral of Saint Mary and Saint Anne, situada al final de Shandon Street. También la iglesia de Shandon, con su torre, representa uno de los símbolos más conocidos de Cork.Otro de los edificios más impresionantes que ha dejado la historia de la ciudad es el de la University College Cork, levantada íntegramente en el estilo Gótico Tudor. Para los más curiosos de la historia, se organizan tours históricos que pretenden ilustrar al viajero en la historia de Cork y facilitan el entendimiento de la idiosincrasia de sus habitantes: normalmente, el tour histórico comienza en el lugar donde se supone que San Finbarr fundó su monasterio pasando por el asentamiento comercial vikingo del siglo X y las zonas urbanas que surgieron en los siglos XVIII y XIX. Además, fuera de Cork existen algunos lugares históricos interesantes, como el Blarney Castle, el Barryscourt Castle o la estupenda localidad de Kinsale. A unos 20 km al suroeste de Cork, también se puede visitar la costa de Crosshaven, con playas blancas y acantilados.

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Catedral de San Finbarr al atardecer. Foto de Kglavin, Wikimedia Commons.

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Cathedral de Saint Mary y Saint Anne. Foto JohnArmagh, Wikimedia Commons.

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La preciosa University College Cork. Foto de Bjørn Christian Tørrissen, Wikimedia Commons.

Para disfrutar de unas preciosas vistas panorámicas de ciudad, el mejor punto es el Cork City Gaol, a las afueras de la ciudad. Es un recinto por el que se cobra una pequeña cantidad de dinero y se puede llegar andando (una media hora de paseo), o bien a bordo de alguno de los autobuses turísticos de Cork. Por otro lado, también puede resultar interesante visitar el Lough Park, donde hay un laguito con una isla en medio y que permite adentrarse ligeramente en la naturaleza irlandesa. Para concluir, el viajero debe saber que las noches de Cork son muy animadas y las zonas de marcha son famosas en toda Irlanda, como la que se encuentra en torno a Barrack Street. Algunos de los pubs más emblemáticos de esta zona son el An Brög, el An Spallpiín Fánach o el The Bierhaus.

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El ayuntamiento reflejado en el río Lee. Foto de Assorti, Wikimedia Commons.

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El majestuoso castillo de Blarney. Foto de Postdlf, Wikimedia Commons.

El castillo de Barryscourt. Foto de Timcson, Wikimedia Commons.

Queenstown o Cobh, el antiguo puerto de Cork

Realmente el Titanic no pudo atracar en Cork como tal, sino en una pequeña localidad al sur que hacía las veces de puerto de la ciudad para grandes buques. Esta localidad, en la isla de Great Island, se conocía en 1912 como Queenstown, aunque su nombre hoy en día es Cobh. En Cobh se conserva un monumento conmemorativo del Titanic en Pearse Square. Otros atractivos turísticos de la ciudad son la Saint Colman’s Cathedral y el Cobh Museum. Recomendable, los tours que organiza Titanic Trail Tours, que replican la ruta que siguió este inolvidable titán de los océanos.

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Cobh, antigua Queenstown. Foto de Ralph Rawlinson, Wikimedia Commons.

El número de personas, entre pasajeros y tripulación, a bordo del titán de los mares al partir de Queenstown ascendía a 2.224 , de las cuales sólo sobrevivirían 710. Terminarían sus vidas en las frías aguas del Atlántico Norte 1.514 personas. El inexorable Caronte había comenzado a remar; la otra orilla del Aqueronte, cada vez más cercana, era el destino de esas 1.514 personas que no darían nunca la vuelta atrás…

* El óbolo era una moneda griega de plata fraccionaria del dracma. Su valor equivalía a un sexto de un dracma. Los griegos ponían sobre los cadáveres de los fallecidos un óbolo en cada ojo para que pudieran pagar el viaje a Caronte.

Más sobre «Réplica del viaje del Titanic»:

(I): las fraguas de Belfast

(II) Southampton y zarpamos

(III) Cherburgo, el punto de no retorno

(V) Nueva York, el destino fantasma

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La costa española ostenta 638 banderas azules en 2012, más que en toda su historia

7 de junio de 2012 por Paco Almádena · España, Naturaleza, Ocio, Playa, Turismo

La playa de Berria, en Santoña (Cantabria). Foto de Nicolás Pérez, Wikimedia Commons.

Mientras los latigazos económicos continúan restallando sobre la Piel de Toro, solo las noticias del ámbito turístico parecen traernos cierta alegría. La ADEAC (Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor) publicó ayer la lista de las playas y puertos españoles que ostentarán en 2012 el reconocimiento de la bandera azul, que sólo se otorga a aquellos que cumplan unos estrictos criterios de limpieza, sanidad, seguridad y legalidad. Este verano ondearán al viento 638 banderas azules en las costas españolas, batiendo así el récor histórico de 603 banderas obtenidas en 2011.

En concreto, serán 540 las playas y 98 los puertos deportivos españoles que recibirán el reconocimiento este año. Dichas cifras suponen además un buen posicionamiento de las costas españolas en términos de calidad a escala mundial: una de cada seis playas y puertos con bandera azul en el mundo son españolas.

Con respecto a otros países del hemisferio norte, España puede presumir de tener la costa más limpia, seguida de Grecia, con 394 banderas, y Francia, con 358. La bandera azul es sinónimo de «playas de calidad» y España se consolida en esta edición como una gran potencia mundial, si tenemos en cuenta que en las certificaciones de 2012 han participado 46 países.

En cuanto al mapa nacional de banderas azules, Galicia continúa siendo la región en la que ondearán más, con 143 (13 más que el año anterior). En segundo lugar queda la Comunidad Autónoma de Valencia, con 120; en tercero, la Generalidad de Cataluña, con 111. Andalucía, con 93 (12 más que en 2011), Baleares, con 68, y Canarias, con 45, se consolidan como destinos con unas playas de elevada calidad. Por longitud de playas, Andalucía es la Comunidad Autónoma más beneficiada, con 116 kilómetros, seguida de Galicia.

Entre las curiosidades de esta clasificación se encuentra Playa Costa Dulce de Orellana, en Orellana la Vieja, localidad extremeña que, lógicamente, no tiene acceso al mar pero que puede presumir de tener playa, y de tener además playa con bandera azul.

Cabe resaltar que además de los criterios citados anteriormente, la ADEAC también evalúa factores como la accesibilidad a las playas, la información sobre el entorno y la naturaleza, los medios de salvamento y la calidad de los servicios de socorro.

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2.0 Viajes viaja al pasado (III): rescatamos la serie «San Martín, una isla de dos países europeos»

2 de junio de 2012 por Paco Almádena · América, Aventura, Gastronomia, Historia, Isla de San Martín, Ocio, Playa, Turismo

Desde el mes de abril de este año, 2.0 Viajes va reponiendo aquellas series de reportajes que han tenido un mayor éxito entre los viajeros-lectores de esta humilde «fábrica de reportajes». La primera de aquellas reposiciones fue «Tres vértices de Centroamérica», que trazaba un recorrido único entre tres ciudades del entorno del Caribe (Cartagena de Indias, Granada de Guatemala y Veracruz) que mezclaban el rico patrimonio histórico y colonial con las playas paradisíacas y las numerosas posibilidades de ocio nocturno. Posteriormente, 2.0 Viajes reestrenó la colección de artículos sobre la Toscana titulada «Regreso a la Edad Media de la Toscana», en la que se ilustraban tres pueblos de la región de la Toscana (San Gimignano, Monteriggioni y Volterra) que aún mantienen un estilo arquitectónico medieval italiano que se refleja un rico y abundante patrimonio histórico-artístico.

San Martín, una isla de dos países europeos

La colección de artículos «San Martín, una isla de dos países europeos» refleja hasta qué punto la isla de San Martín encarna el paraíso caribeño típico que todos tenemos en la mente cuando se nos pregunta por el Caribe. Sol, playas, aguas cristalinas, tasas impositivas próximas a cero y turistas haciendo un poco el loco. No son las únicas opciones de San Martín, aunque sí las básicas tratándose de un destino turístico en el que el sol y relax son los principales objetos de deseo de quienes paran por allí. El senderismo, en cualquier caso, y una multitud de actividades acuáticas se encuentran también entre las actividades más requeridas por los turistas. Además, a pesar de lo pequeña que es la isla —no tiene más de 90 km²—, tiene algo de patrimonio histórico artístico.

San Martín (I): la isla caribeña que comparten dos naciones europeas

La isla de San Martín se encuentra a aproximadamente 250 km al este de Puerto Rico. Está dividida en un 61 por ciento en territorio de Francia y un 39 por cierto de territorio holandés, aunque hace casi 200 años que no se producen enfrentamientos por el control de las fronteras. Un destino paradisíaco de sol y playa muy frecuentado por los cruceros turísticos.

 

San Martín (II): la ciudad de Marigot

Marigot es la capital de la parte francesa de San Martín y un destino turístico de primer orden en el Caribe. La noche y el ocio nocturno es uno de los activos más valorados de Marigot, aunque no el único. El fuerte Luis, por ejemplo, ofrece una curiosa imagen de la importancia que tuvo este pequeño asentamiento caribeño para la incipiente potencia colonial francesa en el siglo XVII. El sincretismo gastronómico es otro de sus activos turísticos.

 

San Martín (III): la ciudad de Philipsburg

La ciudad de Philipsburg es la capital de la zona holandesa de la isla, que en flamenco se conoce con el nombre de Sint-Marteen. El palacio de justicia, el fuerte Ámsterdam o la fábrica de sal son algunos de los lugares de la ciudad que más visitan los turistas. En Front Street y Back Street montones de tiendas minoristas hacen el agosto con cada crucero que llega gracias a la ausencia total de impuestos para la venta de sus artículos, muchas veces de lujo.

 

En el futuro rescataremos otras series de reportajes que nuestros lectores han apreciado y que creen que reestrenarlas merece la pena.

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Réplica del viaje del Titanic (III): Cherburgo, el punto de no retorno

30 de mayo de 2012 por Paco Almádena · Europa, Francia, Historia, Titanic, Turismo, Viajes

Tras partir de Southampton el 10 de abril de 1912 y surcar en unas cuatro horas el Canal de la Mancha, el RMS Titanic atracaba hacia las dos de la tarde en los muelles de la ciudad francesa de Cherburgo (Cherbourg). Cherburgo era otro puerto del Canal de la Mancha que, al igual que Southampton, disfrutaba de gran afluencia de pasajeros que ponían rumbo al Nuevo Mundo; se encuentra en el norte de la península de Cotentin, en Normandía, a una distancia de París de 360 km. Contra lo que pueda parecer a primera vista, Cherburgo no era un puerto idóneo para un barco de las características del Titanic. Requirió el uso de dos barcos de apoyo, el SS Traffic y el SS Nomadic, para subir a bordo a los 274 pasajeros que se sumaron al viaje en esta ciudad. Pero eso no suponía un problema económico. Al ser el puerto importante más cercano a Inglaterra con proyección atlántica y al brindar un fácil acceso a la siguiente parada del viaje, Queenstown —la actual ciudad irlandesa de Cork—, estos pequeños impedimentos quedaban totalmente justificados. En apenas hora y media embarcaron todas las personas que tenían cita con el titán de las olas; otras 24 separarían su camino del que seguía el Titanic desembarcando en Cherburgo.

El Titanic abandona Cherburgo el 10 de abril de 1912 en dirección a Queenstown. Photo taken from http://everhart-museum.org/. I'd like to Thank Everhart Museum for his courtesy allowing 2.0 Viajes to use this photo.

Cuando el viajero recala tal día como hoy en Cherburgo, y al igual que sucede con Southampton, se da cuenta enseguida de que la ciudad que tiene enfrente es claramente distinta a la de 1912. Una de las batallas más duras del desembarco de Normandía tuvo lugar en Cherburgo y la ciudad quedó severamente dañada tanto por las voladuras llevadas a cabo por los alemanes como por los avatares de los combates, que finalizaron el 30 de junio de 1944. Se hendía así Cherburgo en dos vidas diferentes, irreversiblemente, la de después de la guerra y la de antes… Porque Cherburgo había sido desde el siglo XVII un puerto militar de elevada trascendencia estratégica para Francia, pues encaraba la costa sur de la isla de Gran Bretaña. Napoleón tenía una gran obsesión por convertir Cherburgo en un puerto que diera algo de jaque a los británicos y hasta quería convertirla en una gran ciudad. En cierta ocasión confesó que quería «repetir en Cherburgo las maravillas de Egipto», por lo que la ciudad, ruborizada por el cumplido, le dedicó en el centro de la ciudad la plaza Napoleón (Place Napoléon) donde se yergue una estatua ecuestre del gran estadista y militar corso.

La estatua ecuestre de Napoleón preside la Place Napoléon. Foto de Sarah777, Wikimedia Commons.

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Napoleón y María Luisa en Cherburgo, contemplando la formación de la armada. Foto de Wikimedia Commons

Puerto de Cherburgo desde el Fuerte de Roule. Foto de Denis BLAIZOT, W. Commons.

Tanto ha cambiado Cherburgo desde 1912 que hace 13 años se fusionó con la localidad vecina de Octeville, dando lugar al nuevo nombre de la ciudad: Cherburgo-Octeville. Este hecho la ha favorecido en parte en su faceta turística, ya que Octeville suma cierto patrimonio histórico, como la iglesia de Saint-Martin (del siglo XII), en el viejo camposanto, o la abadía de Notre-Dame du Vœu, en ruinas por la guerra, pero que conserva todavía muchas cosas. Como quiera que sea, el corazón que forma el puerto no debió de ser muy diferente al de hoy en día, que aún alberga una nutrida y coloreada fila de casas del siglo XIX y toda la red de fuertes que protegía la entrada a los muelles. Estos fuertes son el fuerte de Chavagnac, el fuerte del Este, el fuerte del Oeste y el fuerte Central. Si nos acercamos hasta estos fuertes pasaremos junto a las dársenas de los ferris desde la que partió el Titanic el 10 de abril de 1912. Otra de las opciones más interesantes en Cherburgo es recorrer en ferri la ensenada de Cherburgo desde la antigua lonja de Épi, pasando por la pirámide de Napoleón y el fuerte central, hasta el puerto militar lac Moeris.

El agua del puerto resplandece de azul. Foto de HaguardDuNord, Wikimedia Commons.

Las casas del puerto conservan el sabor decimonónico. Foto de Andreas F. Borchert, W. Commons.

El fuerte central conjuga estructuras antiguas con otras de la IIGM. Foto de User:Thbz, W. Commons.

Aún son visibles los estragos de la IIGM en el fuerte del Este. Foto de User:Thbz, W. Commons.

Pero Cherburgo también es casco viejo, no solamente puerto, aunque la mayoría de los circuitos turísticos que abarcan la ciudad son cruceros que hacen escala en él. Quedan algunos edificios de siglos pasados en el centro realizados con la sillería típica que se empleaban en la arquitectura normanda. Además, la basílica de la Santa Trinidad de Cherburgo (Basilique Sainte-Trinité de Cherbourg). Por otro lado, el aspecto más involucrado con la naturaleza de Cherburgo se refleja en tres lugares de elevado interés turístico para quien visite la ciudad: el museo y acuario Le Cité de la Mer (La Ciudad del Mar), que conserva el primer submarino nuclear francés llamado Redoutable y que realiza exposiciones sobre el Titanic; el Jardín Botánico de Roche Fauconnièr; y sobre todo el exuberante jardín público, ubicado a los pies del fuerte de Roula. Capítulo aparte merece el rico Museo de Bellas Artes Thomas-Henry, que exhibe colecciones de pinturas de entre los siglos XV y XIX dedicadas a la ciudad y su relación con el mar con grandes maestros como Fra Angelico, Murillo o Rigaud.

Interior de la basílica de Cherburgo. Foto de Andreas F. Borchert, W. Commons.

Jardín público, al pie del fuerte de Roula. Foto de Clément PILLOT. W. Commons.

El jardín público. Foto de HaguardDuNord, Wikimedia Commons.

Fachada de la basílica de Cherburgo. Foto de Ikmo-ned, W. Commons.

Sólo siete de los tripulantes que ocupaban el Titanic en Cherburgo desembarcarían en Queenstown, hoy conocida como Cork, la última parada antes de saltar el charco. Ya no había vuelta atrás, afrontaban una especie de punto de no retorno dramático, aunque nadie lo sabría a ciencia cierta hasta cinco días más tarde…

Más sobre «Réplica del viaje del Titanic»:

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(II) Southampton y zarpamos

(IV) Cork, la cita con Caronte

(V) Nueva York, el destino fantasma

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Réplica del viaje del Titanic (II): Southampton y zarpamos

25 de mayo de 2012 por Paco Almádena · Historia, Reino Unido, Titanic, Turismo, Viajes

Southampton, a unos 130 km al suroeste de Londres y a 20 de la localidad de Winchester, lleva siendo un importante puerto comercial desde la dominación romana, cuando el asentamiento llevaba el nombre de Clausentum. Incontables navíos han trasegado por sus muelles desde entonces, pero solamente el RMS Titanic ha sido capaz de catapultarla a la fama eterna, con la honrosa excepción —es justo admitirlo— del Mayflower de los Padres Peregrinos. No es para menos si sabemos que un 10 de abril de 1912 el invencible titán de las olas inició en el puerto de Southampton la trágica singladura que lo llevaría a pique, casi 300 años después de la partida del Mayflower… Al contrario de lo que muchos creen, la ciudad inglesa ha sabido saldar su deuda en celebridad con ambos navíos mediante la construcción de sendos monumentos memoriales: el memorial del Titanic y el memorial del Mayflower. Los dos monumentos revelan una sensibilidad especial y portan orgullosamente la esencia de una ciudad como Southampton, de condición marítima hasta la médula.

El Titanic en los muelles de agua profunda de Southampton. Foto de W. Commons.

El memorial del Titanic está dedicado expresamente a los ingenieros que construyeron el Titanic. Foto de W. Commons.

Más sobrio, el monumento al Mayflower. Foto de Clive Perrin (geograph.org.uk), W. Commons

El viajero que recala hoy en Southampton pateará una ciudad completamente distinta a la que admiraron los viajeros del Titanic en 1912. No sólo por los cambios que trae el correr de los tiempos, sino también porque durante la Segunda Guerra Mundial los alemanes bombardearon la ciudad estragando con ello buena parte del rico patrimonio histórico que albergaba. Con todo, uno de los puntos emblemáticos de la ciudad sigue siendo la puerta norte de la ciudad, la Bargate, levantada hacia 1180, en tiempos de los normandos. También de la Edad Media se conserva la Casa de Comerciantes medieval (Medieval Merchant’s House), en el 58 de French Street: su interior sigue siendo tal y como lo ordenó construir en 1290 el adinerado comerciante John Fortin. Por otro lado, aún existe la Conduit House, una casa de canalización de agua que abastecía la ciudad y que estaba instalada en un monasterio franciscano hoy desaparecido.

El Bargate se construyó bajo las directrices del estilo gótico normando. Foto de AlanFord, Wikimedia Commons.

La casa de Comerciantes Medieval contrasta con el entorno. Foto de Christine Johnstone (geograph.org.uk), W. Commons.

Boca de la Conduit House, en una atmósfera casi céltica. Foto de Rob Woodward, Wikimedia Commons.

Las murallas medievales de Southampton son otro de los atractivos históricos de la ciudad. Fueron machacadas en la guerra de tal forma que hoy solamente se puede pasar junto a uno de sus lienzos, así como la famosa Torre de la Casa de Dios (God’s House Tower), un magnífico baluarte del principios del siglo XV muy bien conservado y que hasta septiembre de 2011 albergaba el Museo de Arqueología de Southampton. Ahora se encuentra en el SeaCity Museum, donde se puede admirar una de las mejores colecciones del mundo de objetos romanos, sajones y medievales. Ya de finales de la Edad Media (1495) es la Tudor House Museum and Garden, todavía de idéntico aspecto que las casas de la época. Entre las iglesias de Southampton, vamos a destacar las impresionantes ruinas de la iglesia de Holyrood y la decimonónica iglesia de Saint James, que ofrece el aspecto del típico templo anglicano. Para completar un poco más las posibilidades turísticas de Southampton es aconsejable visitar el Servicio de Información al Visitante de Southampton, en el Civic Centre, la sede del Ayuntamiento.

El lienzo en pie de la muralla de Southampton. Foto de Christophe.Finot, W. Commons.

Tudor House Museum and Garden. Foto de Christophe.Finot, W.C.

Torre de Hollyrood. Foto de Alan Rolfe (geograph.org.uk), Wikimedia Commons.

Torre de la iglesia Saint James. Foto de Jim Champion (geograph.org.uk), W.C.

La Ciudad Marítima Internacional de Southampton —ostenta este pomposo título— es también una importante ciudad universitaria británica en la que se disfruta un animado ocio nocturno, aunque existen zonas para todos los tipos de público. La zona más universitaria es la de Portswood, mientras que la más adulta se localiza en torno al Polygon y a la zona de Marina —aunque esta se está poniendo «peligrosamente» cara en los últimos años. Del mismo modo, Southampton ofrece múltiples opciones para ir de compras, como el gran centro comercial WestQuay Shopping Centre, o las calles y alrededores de la Bargate. Por último, también se recomienda montar en el ferri que une Town Quay y el puerto de la crecana localidad de Hythe, para contemplar tanto la inmensa bahía de Southampton, por la que el Titanic entraría en la senda de su destino, como las magníficas obras de ingeniería que la jalonan, por ejemplo el Itchen Bridge.

Desembocadura de los ríos Itchen y Test. Puerto de Southampton. Foto de Fluteflute, W. Commons.

Las aguas de la bahía son tan profundas que favorecen la navegación. Foto: Ralph Rawlinson (geograph.org.uk), W.C.

http://www.youtube.com/watch?v=6RnUisUpiJY

El Titanic hizo escala en Southampton para recoger a 922 de sus pasajeros y zarparía de sus muelles hacia las 10:25 de la mañana del 10 de abril de 1912… con rumbo al puerto francés de Cherburgo… Su destino había empezado a impacientarse.

Más sobre «Réplica del viaje del Titanic»:

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(III) Cherburgo, el punto de no retorno

(IV) Cork, la cita con Caronte

(V) Nueva York, el destino fantasma

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Cuando la naturaleza se venga del ser humano golpea su patrimonio histórico-artístico

22 de mayo de 2012 por Paco Almádena · Europa, Italia, Noticias, Patrimonio de la Humanidad, Turismo

Un terremoto sacudió la noche del 20 de mayo el centro-norte de Italia con una intensidad sísmica de 6,1, según Richter. Las placas tectónicas se volvieron a revolver, esta vez bajo la provincia italiana de Emilia–Romaña con la consecuencia de siete personas muertas y unas 3.000 evacuadas. Durante esa tempestad terrestre, el patrimonio histórico de la localidad de Ferrara, de factura renacentista y de un enorme valor histórico–cultural, ha quedado en algunos casos tan triturado que no hay ninguna posibilidad de restaurarlo.

Precisamente la noche del 20 de mayo se cumplía un año y once días del terremoto que estremeció la localidad murciana de Lorca, también una relevante joya patrimonial que fue severamente dañada por los temblores: su casco antiguo y el recinto de su castillo, declarados conjunto histórico–artístico en 1964, sufrieron graves daños y se llegó a temer por la restauración de los edificios más deteriorados…

Dos seísmos, dos golpes críticos a brillantes muestras de la capacidad del ser humano para crear belleza. Dos seísmos, el de Ferrara y el de Lorca.

Zarpazo al Patrimonio de la Humanidad de Ferrara

Desde 1995, el casco antiguo de Ferrara forma parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco con la denominación de «Ferrara, Ciudad del Renacimiento, y su delta del Po». Ferrara ostenta esta anhelada distinción en reconocimiento, por un lado, de su relevancia histórica en el campo de las artes y el pensamiento y, por otro lado, del logro que supone la materialización del ideal de ciudad renacentista, y gracias a la labor de arquitectos y artistas como Biagio Rossetti, Jacopo Bellini y Piero della Francesca.

La lista de daños al patrimonio de la ciudad italiana es prácticamente infinita. Los matacanes del castillo de la familia Este, que se levantó en 1385, se han perdido por completo; un palacio del siglo XVIII, situado en las proximidades del famoso jardín de los Finzi Contini, se ha deshecho como un castillo de naipes. La arquitectura religiosa ha sido uno de los blancos más castigados por la saña del seísmo: hay un gran número de iglesias severamente afectadas, como la iglesia de Calto, que ha perdido el techo, o la iglesia de San Carlo, donde la imaginería religiosa se ha hecho añicos al caerse al suelo.

Por el momento, la Unesco no se ha pronunciado con respecto a la posibilidad de excluir a Ferrara de la lista del Patrimonio de la Humanidad, o de situarla al menos en la lista de lugares en peligro. Posiblemente, la institución cultural de la ONU se encuentre a la espera de una evaluación completa del impacto sobre los edificios que integran el Patrimonio de la Humanidad. Mientras los viajeros de todo el mundo esperamos una decisión al respecto, solamente nos queda ser testigos de la resquebrajada magnificencia de Ferrara, una ciudad antaño orgullosa y preponderante que hoy se lame las heridas de un fatal combate.

Resulta innegable que el ser humano, con su ubicua presencia y su intuitiva dispersión, va deteriorando y engullendo el patrimonio natural de la Tierra. Parece que la naturaleza calla ante ello, sumisa, y se consagra a sufrir las embestidas como a quien le remuneran por aguantar cualquier cosa, un puñetazo, horas de tedio, la inclemente intemperie… No. De cuando en cuando, la naturaleza reacciona y su reacción consiste en sacudirse el peso de las ciudades y aldeas con que la va cargando el hombre en su infinito proceso de crecimiento y multiplicación geométrica. Como quien se rasca el hombro para empujar el polvo, los mantos tectónicos tiemblan y alivian la carga que los oprimen, esa carga que más aprecia el ser humano.

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Réplica del viaje del Titanic (I): las fraguas de Belfast

17 de mayo de 2012 por Paco Almádena · Europa, Historia, Irlanda del Norte, Reino Unido, Titanic, Turismo, Viajes

Los astilleros Harland and Wolff, radicados en Belfast desde su fundación —la empresa cumple 151 años de vida en 2012—, fueron los encargados de construir íntegramente ese titán de las olas que se iba a convertir en el barco más lujoso de mundo: el Titanic. Los astilleros de Harland and Wolff también eran entonces los mayores del mundo y se encontraban en la desembocadura del río Lagan, una ría idónea para las empresas dedicadas a la ingeniería naval. Belfast era por entonces, y lo sigue siendo, una ciudad muy desarrollada e industrializada. Y, aunque era a principios del siglo XX una ciudad muy industrializada para la época, estaba escasamente acondicionada al turismo, a diferencia de lo que sucede hoy. La mejor manera de obtener un itinerario turístico óptimo (Belfast es la segunda mayor ciudad de Irlanda, por detrás de Dublín) es acudir a la Oficina de Turismo de Belfast, que se llama Belfast Welcome Centre, ubicada en el 47 de Donegall Place, muy cerca del monumental ayuntamiento.

Una de las formas de aproximarse a la ciudad es a través de su historia. Parece que el entorno geográfico sobre el que se asienta Belfast ha sido propicio para el ser humano desde tiempos bien remotos. Se han encontrado restos de una antigua fortaleza de la Edad de Bronce en el yacimiento arqueológico de Giant’s Ring —el Anillo de Gigante— que demuestran el interés estratégico del lugar. El asentamiento pasaría por los oscuros tiempos en la Alta Edad Media sin sellar episodios relevantes, pero comienza a aparecer en los anales cuando Irlanda comienza a estar sometida a la influencia y el poder ingleses, hacia el siglo XIV. En el siglo XVII Belfast gana importancia y se funda de nuevo gracias a la intensa colonización de ingleses y escoceses de raíz protestante, lo que abrirá una honda brecha entre protestantes y católicos que tendrá sus más enconadas demostraciones de violencia en el siglo XX. Aunque se ha avanzado bastante hacia la reconciliación, las heridas aún siguen abiertas. Por eso es recomendable evitar hablar sobre temas religiosos y políticos.

Ayuntamiento de Belfast. Foto de Wknight94, Wikimedia Commons.

Estatua conmemorativa del Titanic. Foto de Lyn Gateley (Flickr), W. Commons.

Uno de los murales de los protestantes. Foto de Lasse1974, W. Commons.

Uno de los murales de los católicos. Foto de Miossec, W. Commons.

Los murales de Belfast una de las cosas que el viajero puede perderse. Se trata de pinturas realizadas sobre las parades de las casas, en su mayor parte de contenido satírico o propagandístico, que reflejan el conflicto entre la población católica y la protestante y sirven para que el viajero entienda lo hondo que ha marcado a los ciudadanos de Belfast el enfrentamiento religioso-político. La mayoría de murales de los católicos se concentran en torno a Divis Street, mientras que los protestantes abundan en torno a Shanskill Street. Una de las opciones para conocer estos barrios, así como la medida del conflicto, es montar en el black taxi tour, que recorre dichos barrios —están separados, por cierto, por un muro de ocho metros de altura.

El curso del río Lagan... Foto de Ardfern, Wikimedia Commons.

Pero al margen de conflictos e historia, Belfast tiene bastantes puntos que la convierten en una opción turística decente. Tres lugares monumentales de gran valor histórico y artístico son el Ulster Bank, la Queens University y la biblioteca Linenhall, estos últimos de estilo victoriano. Por otro lado, también resulta muy interesante conocer la iglesia anglicana de Saint Anne, del siglo XVII, y el ayuntamiento de Belfast: es un precioso edificio con una cúpula de más de 50 metros junto al cual hay una estatua conmemorativa del Titanic. Pero el Titanic no sólo está presente en la vida de los habitantes de Belfast aquí, junto al ayuntamiento: recientemente, el 31 de marzo de 2012 abrió sus puertas el museo Titanic Belfast, que recoge la historia del RMS Titanic, de sus tripulantes y viajeros y de cómo era la ciudad en el momento en que se construyó. Hay otro museo interesante en la ciudad, el Ulster Museum, ubicado en el interior del jardín botánico, y en el que se pueden aprender cosas del conflicto católico–protestante, del Arte en general y de la historia de la humanidad.

El castillo de Belfast es del siglo XVII. Foto de Stubacca, W. Commons.

La Queen's University de Belfast. Foto de Tomasz Kobiela, W. Commons.

Todo aquel que visita Belfast no se puede olvidar de dar una vuelta en la Gran Rueda de BelfastBelfast Big Wheel—, una enorme noria desde la que se puede disfrutar de las mejores vistas de la ciudad. En cuanto a las posibilidades de ocio que ofrece la ciudad, podemos hablar del Victoria Shopping Centre, el mayor centro comercial de Belfast, en un impresionante edificio moderno, o de la zona de marcha de University Street, en pleno distrito universitario, donde abundan los bares, pubs y restaurantes. Belfast disfruta de una interesante vida nocturna.

La recién instalada gran Rueda de Belfast. Foto de Ardfern, W. Commons.

La catedral anglicana de Saint Anne's. Foto de Textman, W. Commons.

El RMS Titanic fue botado en la ría de Lagan a las 12:13 del 31 de mayo de 1911.

* La naviera White Star Line, de origen británico, sobrevivió a la tragedia del Titanic durante dos decenios hasta que se fusionó con su rival Cunard Line en 1934. Quince años después, Cunard adquiriría todas todas las acciones de White Star y la convertiría en su filial hasta la adquisición de esta en 2005 por parte del mayor operador mundial de cruceros: Carnival Corporation.

Más sobre «Réplica del viaje del Titanic»:

(II) Southampton y zarpamos

(III) Cherburgo, el punto de no retorno

(IV) Cork, la cita con Caronte

(V) Nueva York, el destino fantasma

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2.0 Viajes comienza la serie de reportajes «Réplica del viaje del Titanic»

16 de mayo de 2012 por Paco Almádena · Europa, Historia, Ocio, Titanic, Turismo, Viajes

El año de 2012 es centenario de muchos sucesos importantes que han tenido lugar en la historia. Tras hacer un rápido ejercicio memorístico, podemos resaltar varios importantes sucesos que cumplen su centenario este año… Y sucesos de gran relevancia para la historia mundial:

  • El 28 de octubre del año 312, el emperador romano Constantino el Grande triunfa sobre su rival, el también emperador Majencio, en la batalla del puente Milvio. Se cuenta que Constantino vio en el cielo una cruz y oyó una voz que le decía «in hoc signo vinces» —«bajo este signo vencerás». Las crónicas atribuyen a esta experiencia su conversión al cristianismo.
  • El 16 de julio de 1212 las tropas cristianas peninsulares y mesnadas de cruzados europeos derrotan decisivamente a los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa, en Jaén. La presencia musulmana en la Península Ibérica inicia su cuenta atrás definitiva.
  • El 19 de marzo de 1812, una España que lucha infatigablemente contra los ejércitos franceses ocupantes proclama en Cádiz la primera constitución española y la más liberal conocida hasta ese momento: la llamada Constitución de Cádiz o «La Pepa».
  • El 15 de septiembre de 1812 arde Moscú ante la presencia del ejército de Napoleón Bonaparte. Ni la más extrema vehemencia del emperador consigue que su ejército logre sofocar las llamas, que carcomen la capital espiritual de Rusia durante varios días. Moscú se convierte en un saco roto para los planes del genial estadista y militar corso y se verá obligado a volver sus pasos.
  • El 15 de abril de 1912, el transatlántico de clase Olympic RMS Titanic, fabricado por la White Star Line*, concluye su primera singladura en el fondo del Atlántico norte tras reventar el casco de proa por el impacto de un gran iceberg. 1.517 personas se dejan la vida en las frías aguas.

Muchos eventos merecen recordarse para que no caigan en el olvido, pero uno de ellos es especialmente propicio para los contenidos de 2.0 Viajes: el hundimiento del Titanic. En atención a nuestra tradicional temática de viajes y turismo, hoy damos por inaugurada una nueva serie de artículos, «Réplica del viaje del Titanic», relacionados con la singladura que realizó el mayor y más lujoso barco de su época.

En una serie de cinco posts hablaremos de las diferentes ciudades por las que pasó este titán de los océanos antes de naufragar hace justamente 100 años. En el próximo post hablaremos de Belfast (Irlanda del Norte), donde se construyó y botó el Titanic, y en los siguientes, de Southampton (Inglaterra), Cherburgo (en Francia), Cork (en Irlanda) y Nueva York (en Estados Unidos).

Os dejamos con un vídeo de fotografías del Titanic tomadas en aquella época.

Todos los reportajes de «Réplica del viaje del Titanic»:

(I) Las fraguas de Belfast

(II) Southampton y zarpamos

(III) Cherburgo, el punto de no retorno

(IV) Cork, la cita con Caronte

(V) Nueva York, el destino fantasma

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Los cinco lugares sagrados naturales más increíbles del mundo

11 de mayo de 2012 por Paco Almádena · África, América, Asia, Australia, Europa, Grecia, Historia, Japón, Malí, Oceanía, Patrimonio de la Humanidad, Perú, Religión, Turismo, Viajes

¿Quién no ha sentido alguna vez, ante un paraje natural insólito y desbordante, la sensación de presenciar lo sobrenatural en su más puro estado? ¿Quién no ha tenido deseos de volver al mágico lugar que le despierta ese adictivo sentimiento? 2.0 Viajes quiere recoger hoy los cinco lugares sagrados naturales más increíbles del mundo por los que viajero notará en seguida una atracción comparable a la de un imán del tamaño de Júpiter.

Los cinco lugares sagrados —uno por continente— que se recogen a continuación acaparan cientos de miles de  visitas al año. Pese a la intensa afluencia de personas, resulta  irreprimible sentir ante ellos que fuerzas inmateriales nos envuelven como una anaconda y nos estrujan a cada inspiración mientras dejamos de sentir las extremidades en una suerte de proceso de abducción indescriptible y escueta. Un instante de meditación para el presente y una eternidad de éxtasis en la memoria. Y adictiva:

Los farallones de Bandiagara, en Malí, África:

Timm Guenther. Wikimedia Commons. Clic para ampliar.

Ubicados en la región conocida como país Dogón, los farallones de Bandiagara se extienden a lo largo de 200 kilómetros. Son producto de una antigua fractura geológica que separa en Malí las planicies del gran río Níger y la sabana subsahariana. Indizados en la lista del Patrimonio de la Humanidad de Malí en 1989, los farallones de Bandigara eran empleados por el pueblo dogón como lugar de residencia: sus casas de adobe y heces de vaca, aún muchas de ellas en buen estado, colgaban de la pared vertical con el fin de eludir la amenaza de grupos de jinetes dedicados a la esclavización, así como otros peligros causados por sus belicosos vecinos —el color de las viviendas se camufla a la perfección en este entorno. Parece que los dogón se instalaron en estos farallones hacia el siglo XV, con la expansión del Imperio de Malí. Ya citamos los farallones de Bandiagara recientemente como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en este país, adonde el Ministerio de Asuntos Exteriores español acaba de recomendar no viajar.

Los montes de Machu Picchu y Huayna Picchu, en Perú, América:

Foto de Martin St-Amant, Wikimedia Commons. Clic para ampliar.

En 1983, la Unesco aprobaba la inclusión del santuario histórico de Macchu Picchu en la lista del Patrimonio de la Humanidad de Perú, reconocimiento que le llegaba en atención a su valor histórico, cultural y ecológico. Pero, ¿en qué consiste este santuario tan conocido por todos? Básicamente nos referimos a la antigua ciudad inca de Machu Picchu, un antiguo complejo religioso y áulico del Inca que pudo servirle como residencia para periodos de descanso, y que se encuentra a unos 2.400 metros de altura sobre el nivel del mar. La superficie de la ciudad tiene 530 metros de largo por 200 de ancho y consta de 172 recintos con funciones muy específicas. Al igual que sucede a los viajeros de todo el mundo en la actualidad, el emplazamiento de Machu Picchu pareció impresionar vivamente a Pachacútec, primer emperador inca y ordenante de su construcción, por la espectacularidad del lugar en el contexto de la geografía sagrada cusqueña. Frente a la cima de Machu Picchu se encuentra otro monte sagrado que también contiene  ruinas incaicas: el monte Huayna Picchu, que suele ser el escenario de fondo de las fotografías de la gran ciudad inca. Fue suficiente motivo para mandar construir, en torno a 1450, una urbe de edificaciones de gran lujo, tanto civiles como religiosas. Desde su redescubrimiento en 1902 por Agustín Lizárraga, Machu Picchu se ha convertido en una de las áreas más visitadas del mundo, hasta el punto de haber sido declarada como nueva maravilla del mundo en el año 2007.

El monte Koya, en Japón, Asia:

Foto de Reggaeman, Wikimedia Commons. Clic para ampliar.

El valle de Koya, o Kōyasan, está encastillado entre los ocho picos montañosos que se conocen genéricamente con el nombre de monte Koya. Este mágico valle japonés se convirtió en el siglo IX en el centro espiritual y religioso de una rama del budismo japonés que se conoce con el nombre de «shingon». La palabra «Kōyasan», que da nombre en japonés a este mágico enclave —mágico porque se creía totalmente tapizado de flores de loto en la antigüedad— parece proceder directamente de la voz «Kongobuji», nombre del templo más importante de este complejo religioso construido por el poderoso daimyō Toyotomi Hideyoshi y que viene a significar algo así como «templo de la Montaña del Diamante». El monte Koya y los 120 templos que lo jaspean de coloridas y virtuosas formas, está incluido desde 2004 en la denominación del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco de Japón «Sitios sagrados y rutas de peregrinación de los montes Kii».

La gran roca de Uluru, en Australia, Oceanía:

Foto de John Proctor, Wikimedia Commons. Clic para ampliar.

Nueve kilómetros de contorno y 348 metros de altura circunscriben uno de los mayores monolitos del mundo: la gran roca de Uluru, también conocido como Ayers Rock. Esta inmensa roca de arenisca, plantada en medio ningún sitio de la inmensa Australia, cambia de tonalidad en función de la intensidad e inclinación de los rayos del sol y es un lugar sagrado para los aborígenes australianos. La tribu de los Aṉangu, que pobló durante siglos estas tierras, piensa que se trata de un paraje en el que habitan los demiurgos primigenios que moldearon el paisaje del mundo tal y como lo conocemos hoy en día; así lo cuentan en sus cosmogonías, aunque con más circunloquios y poética que 2.0 Viajes. Gracias al hallazgo de petroglifos grabados en las laderas este y oeste de la gran roca se ha podido datar la presencia de humanos en las regiones circundantes al Uluru desde al menos el 8.000 a.C.. Uluru es, junto con Kata Tjuṯa, una de las mayores atracciones del Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta y Patrimonio de la Humanidad de Australia desde 1987.

El monte Olimpo, en Grecia, Europa:

Foto de stg_gr1, Wikimedia Commons. Clic para ampliar.

Antigua morada de los dioses que componían el panteón griego, aunque no la única, el monte Olimpo es uno de esos lugares del que todo el mundo ha oído hablar alguna vez. Explican los mitos griegos que esta cumbre de Tesalia era el hogar de divinidades como Zeus, Hera o Ares, y que tenía algunas casas de cristal en las que vivían. Quizá alimentase la imaginación y la superstición de los griegos el hecho de que su pico más alto tiene la nada despreciable altura de 2.917 metros sobre el nivel del mar y que se trata de una montaña especialmente escarpada y con difícil acceso a la cima. Al tratarse de la mayor altura de Grecia es fácil suponer que los antiguos griegos la consideraran como parte de la esfera celeste, un punto de intersección con lo mundano. En la actualidad, el monte Olimpo forma parte del patrimonio natural de la Unión Europea y se le considera reserva de la biosfera.

En fin, cinco lugares increíbles que despiertan la misma atención entre las masas que las estrellas del rock, del cine o del fútbol… aunque sagradas, y sobre todo, muchísimo más naturales.

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La Ciudad Autónoma de Melilla, tan desconocida como valiosa

8 de mayo de 2012 por Paco Almádena · África, España, Historia, Melilla, Playa, Turismo, Viajes

Bandera de la Ciudad de Melilla.

Frente a las costas de Granada y Almería, en la ribera mediterránea del norte de África, va levantándose tras la rueda del horizonte marino la Ciudad Autónoma de Melilla. Similar a Ceuta en su concepción urbana y social, Melilla exhibe a los cuatro vientos el éxito de su multiculturalidad, materializado en la presencia de moros (41%), cristianos (56%), hindúes y hebreos (2%). La expresión de esta convivencia en los modos de vida melillenses resulta patente en todas y cada una de las aristas culturales de la ciudad, como la gastronomía, las tradiciones, las costumbres y hasta los festivos —por ejemplo la Fiesta del Sacrificio o Fiesta del Cordero (Aid El Kebir), cuando los musulmanes recuerdan la prueba de obediencia a Dios de Abraham para sacrificar a su hijo Ismael, es festivo en Melilla. También la arquitectura y el patrimonio histórico-artístico de Melilla traslucen la multiculturalidad de los engranajes que mueven esta hermosa ciudad mediterránea fundada por mercaderes fenicios en el VII a.C. Por supuesto, los distintos ambientes que concurren en la ciudad evidencian la realidad social de Melilla, enhebrando extremos, como el zoco islámico con las turistas noreuropeas que hacen topless, acomodadas apaciblemente al calor de las finas playas melillenses. Contrastes diluidos en el elixir abierto de una ciudad que, sin embargo, no debe engañarnos sobre la difícil historia de Melilla, mellada varias veces por las bruscas dentelladas de los desflecados reinos islámicos del Magreb nacidos sucesivamente y dinásticamente independientes entre sí.

Melilla la Vieja, barrio Medina Sidonia. Foto de TonioMora (flickr), W. Commons.

Fachada del ayuntamiento de Melilla. Foto de TonioMora (Flickr), Wikimedia Commons.

Un poco de historia…

En el año 42, los romanos incorporaron la población de Rusadir —antiguo topónimo de Melilla— a la provincia de Mauritania Tinginata que desarrollaría un discreto destino —vándalos y bizantinos mediante— hasta que el califa de Córdoba, Abderramán III, retoma y repuebla el enclave anexionándolo al califato en el año 927. Cinco siglos más tarde, portugueses y castellanos prosiguen el impulso de la Reconquista en plazas del norte de África que habían estado adscritas a los califatos y taifas peninsulares; en 1497 Pedro de Estopiñán dirige una expedición costeada por el duque de Medina Sidona y toma la plaza de Melilla.

En diciembre de 1774, Mohammed III Alaouí, sultán del joven reino de Marruecos, pone sitio a la ciudad con el apoyo británico a lo largo de 100 días en los que 12.000 proyectiles de artillería martillean las defensas. Cuando la noticia de que la Armada Española ha capturado el convoy británico que se dirigía a Melilla para reforzar el asedio marroquí, el sultán comprende que sus probabilidades de victoria son inexistentes. Levanta el cerco el 19 de marzo, fecha que se conmemora anualmente con la advocación de Nuestra Señora de las Victorias.

Pedro de Estopiñán sometió la difícil posición defensiva de Melilla y amplió el horizonte de la Reconquista al continente africano. Foto de Miguel González Novo, W. Commons.

El territorio autónomo amplía por última vez su territorio con el Tratado de Wad-Ras (1860) vuelve a sufrir situaciones de tensión con las cabilas rifeñas en las diferentes guerras de Marruecos que tuvieron a finales del siglo XIX y primer cuarto del XX.

Melilla la Vieja, Conjunto Histórico–Artístico

El urbanismo de Melilla retoña de sus avatares históricos. Los fenicios, los romanos, los vándalos, los bizantinos y los árabes dejaron huellas de su transitoria presencia, aunque el inmenso patrimonio que se arremolina en Melilla la Vieja es fundamentalmente de factura hispánica y ostenta el preciado título de Conjunto Histórico–Artístico. Sin embargo, en España no suele tenerse una consciencia clara de la belleza y el valor de esta ciudad española africana —con Ceuta ocurre más o menos lo mismo. Melilla la Vieja se compone cuatro recintos amurallados, tres de ellos dentro del mar y el cuarto en tierra firme. Una buena parte del patrimonio histórico–artístico de Melilla es de carácter militar, aunque su valor resulta incalculable:

  • El primero de los recintos fue construido en el momento de la toma de la ciudad por Pedro de Estopiñán, en la transición de la Edad Media al Renacimiento; quedan edificios de elevado interés como la Puerta y Capilla de Santiago, el Hospital del Rey (siglo XVIII) y la iglesia de la Concepción. Su área abarca el islote que antiguamente estaba separado del continente por una lengua de mar y que posteriormente se suprimió para atender a las demandas de una población creciente.
  • El segundo de los recintos, que también se conoce con el nombre de Plaza de Armas, conserva los baluartes de San José y San Pedro y las ruinas de la ermita de la Victoria.
  • El tercer recinto, alzado sobre las murallas de la antigua medina, acoge las torres de Alafia y de Cinco Palabras —de estilo medieval, la única—, el túnel de San Fernando, que da al foso excavado en el siglo XVIII y el cuartel de San Fernando.
  • Por último, el cuarto recinto, íntegramente edificado durante el siglo XVIII, encierra el fuerte del Rosario y el fuerte de las Victorias, que junto con la Plaza de las Culturas, conforman el casco dieciochesco de Melilla. Otros lugares de interés dentro de Melilla la Vieja son el yacimiento púnico-romano, los museos Municipal y del Ejército y la iglesia de la Purísima Concepción (siglo XVII y XVIII).

Faro de Melilla la Vieja. Foto de Monarchy, Wikimedia Commons.

«Collage» de clasicismo, modernismo y «Art Déco»

La ciudad del siglo XIX es la depositaria del mayor esplendor y pujanza económica de la ciudad. Será a partir de la segunda mitad cuando se emprenderá la construcción de los fuertes exteriores, como el fuerte de Rostrogordo, el de Cabrerizas Altas, el de Camellos o el fuerte de San Francisco; así como las cuevas del Conventico, donde se depositaron las imágenes de la iglesia de la Purísima Concepción para protegerlas durante el asedio de 1774–75.

También se trata de una de las ciudades con mayor arquitectura modernista en España, con unos 500 edificios —en España sólo Barcelona tiene más—, y conforma una zona modernista protegida también como Bien de Interés Cultural con un buen número de obras de arquitectos de primer nivel, como Enrique Nieto y Nieto, Emilio Alzugaray Goicoechea y Tomás Moreno Lázaro. Edificios modernistas como el edificio de la Reconquista, y las casas Tortosa y de Melul. En los años 30 del siglo XX, otros arquitectos como Francisco Hernanz Martínez o Lorenzo Ros Costa materializan importantes ejemplos del Art Déco (tanto «zigzagueante» como «aerodinámico»). La corriente historicista y la arquitectura esgrafiada también encontraron en Melilla un caldo de cultivo generoso. Otros edificios de interés turístico es la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, la sinagoga de Yamín Benarroch y el edificio del Palacio de la Asamblea.

El modernismo aparece por todos lados. Foto de Melillense, Wikimedia Commons.

Calle moderna de Melilla. Foto de Miguel González Novo, W. Commons.

Cabo de Tres Forcas. Foto de Flan, Wikimedia Commons.

Playa melillense: fina arena. Foto de M.ni, Wikimedia Commons.

Al igual que Ceuta, la Ciudad Autónoma de Melilla ha intentado en diversas ocasiones postular su conjunto de bienes materiales, inmateriales y naturales como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Hasta el momento, sin éxito. Entre los bienes materiales, las autoridades melillenses incluyen el abundante patrimonio de Melilla la Vieja, los fuertes exteriores del siglo XIX, y el urbanismo y la arquitectura modernistas. Como bienes inmateriales, Melilla alude al modelo social de convivencia pacífica intercultural, y como bienes naturales, hace alusión al excelentemente protegido entorno de las Islas Chafarinas.

Y es que las azules aguas de Melilla, sus dos kilómetros de playas de fina arena, los preciosos fondos marinos que van de Melilla al cabo de Tres Forcas demuestran los recursos naturales de una ciudad tan inimaginable por los españoles como las facciones de un bello rostro cubierto por un velo negro. El lector podrá encontrar más información sobre Melilla en http://www.melillaturismo.com/.

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